martes, 6 de abril de 2021

CUANDO LA ALIAGA FLORECE....EL HAMBRE CRECE

       

Aliaga en floración, se aprecian las espinas o aguijones y las diminutas hojas

         Los dichos, los refranes tienen una explicación y convienen ser explicados pues sin conocer su sentido, este puede cambiar y volverse incongruentes.

         En el Alto Aragón hay uno muy propio de esta época de finales de invierno y principios de primavera, cuando la reservas de comida en la casa, (estamos refiriéndonos a una casa-familia de mediados del siglo pasado, cuando no se podía ir a la tienda comprar algo que no había, o con un dinero que tampoco se tenia) como patatas, legumbres y la harina para el pan habían mermado y no se podrían reponer hasta la cosecha del verano, al igual que el cerdo que se había matado a finales de otoño con los primeros fríos y se iba estirando para dar un poco de sustancia a los guisos; solo se podía reponer la verdura de invierno del huerto (acelgas, coles y escarolas) y algo de carne de la caza, principalmente conejos, pues las aves de corral se dejaban para comidas de grandes ocasiones, y los que tenían rebaño solo aprovechaban alguna oveja machorra (que no podía tener corderos), loca (con encefalopatía), accidentada o que se viera que estaba a punto de morir (y se sacrificaban para el consumo antes de que esto ocurriera), pues los corderos se reservaban exclusivamente para venta. En el campo con el rebaño ocurría algo parecido los pastos escaseaban y los renuevos no se darían hasta que subieran un poco las temperaturas, así mismo la paja y la hierba almacenada o las ramas de olivera, fresno o cualquier otro ramón que se hubiera guardado, se había ido consumiendo los días de nieve en los que el ganado se quedaba en el corral. 

         En esta época los yermos se iban cubriendo de una flores amarillas de característico perfume, era la floración de la aliga, de ahí que se decía: “cuando la aliaga florece, el hambre crece”. Pero el espectáculo de color no iba a solucionar el problema de los recursos, es más este se recrudeciera al  seguir disminuyendo las reservas de comida, de ahí que tras la floración la aliaga fructifica y como leguminosa que es lo hace en vainas, por eso se decía: “cuando bachoca, a todos toca”. Ya con la primavera lanzada al menos en los pastos, las partes embastecida del año anterior más ricas en celulosa y lignina y por lo tanto menos nutritivas y menos digeribles, son sustituidas por los renuevos de las plantas ricos en vitaminas y proteínas que son más nutritivos, por eso la tercera parte era: “cuando grana, se pasa la gana”, cuando la aliaga forma la semilla hay abundancia de comida en el campo y por eso el rebaño come con menos ansía, incluso los animales se permiten comer seleccionando los mejores bocados. 

 

Bachocas, frutos en forma de vaina de la aliaga

         La aliaga aunque nosotros la tengamos como una planta molesta, pues picha, hace intransitables algunos lugares, nos indica terrenos degradados normalmente por incendios demasiado repetidos, ya que puede rebrotar después de estos y sus semillas germinan mejor después de la altas temperaturas y el humo de la combustión. Pero la aliga es una planta muy importante en el ecosistema: lo primero al ser una leguminosa fija nitrógeno con lo que ayuda a la recuperación del suelo, y lo protegen de la erosión con sus raíces del arrastre por las lluvias, y partes aéreas del impacto de las gotas de agua que aunque parezca mentira lo erosionan, y al ser pinchosa del pisoteo por los animales; además es una planta melífera.

         Antaño era una planta llena de utilidades, lo digo en pasado pues ahora prácticamente no se aprovecha, y el uso que se le daba era una forma de mantener las aliagas a raya. Suponía  alimento para las ovejas, de ellas decían: “comen tres veces”: la flor, la hoja (especialmente cuando rebrotan después de un incendio) y el fruto (al comer el fruto esparcen las semillas con los excrementos); en zonas del la Cornisa Cantábrica se recogía un pariente, el tojo, se picaba y se daba de comer a las caballerías en las cuadras.  Las aliagas se usaban como albardilla para proteger las tapias de barro (adobe, tapial), evitando que el agua las deshiciera, y de paso que los gatos no pudieran saltar por ellas.

Rebrote desde la raíz después de un pequeño incendio

         En muchas zonas era el combustible (junto con el boj y la coscoja) de hornos (pan, cerámica, cal,..) y de las casas, arde con facilidad y de forma casi violenta aunque de forma breve, los arbustos se encontraban con facilidad a diferencia de la madera de los árboles, dada la gran presión que se  ejercía sobre estos, escaseaban incluso en zonas que hoy vemos completamente cubiertas de arbolado. La escasez de combustibles queda reflejada en la frase de un vecino que decía: “y no pienses que por tener chimenea, la teníamos encendida en invierno, lo hacíamos solo para cocinar y entonces aprovechábamos para calentarnos”.

         Por su forma de arder se usaba en la matacía para quemar los pelos del cerdo, ahora se usa un soplete.

         Incluso los pastores de Monegros la usaban como colchón en los mases, casas del monte, echando sobre ellas una piel de choto para no pincharse, para así estar aislados de la humedad del suelo.

         Así vemos como un planta con múltiples utilidades, ha quedado relegada a ser considerada una molestia por el cambio de uso.