domingo, 28 de enero de 2018

LA SERPIENTE QUE SE TRAGO LA SELVA

       
El ejemplar de serpiente de maizal ( Pantheropus guttatus), originario de Norteamérica encontrado este invierno en Huesca.
       Un hecho en principio tan intrascendente como ver una serpiente en la calle nos puede poner en alerta sobre las consecuencias finales.
         Huesca, los bomberos acuden a un aviso por una serpiente encontrada en la calle, con el calor no es raro este tipo de avisos, solo que este se produce en diciembre cuando las serpientes no están activas, y además se trata de un especie foránea, la serpiente de maizal. Seguramente algún vecino de la zona la tenía en un terrario, se le escapo y acabo en la calle. De pequeño tamaño, era muy joven, es una especie no venenosa, no es agresiva pues no hace por morder, su comportamiento recuerda al de las culebras lisas locales ( Coronella sp.) pero a diferencia de ellas su coloración es espectacular con manchas rojizas, que van cambiando progresivamente de tamaño de la cabeza a la cola.  No es de extrañar que alguien se sienta atraído a tenerla, pero seguramente pasado el primer momento de la novedad es muy posible que caiga en la indiferencia y en la obligación de mantenerla, pues por muy animal de compañía con que nos quieran vender este tipo de fauna, nunca llegaran al nivel de interacción que podemos tener con un perro.
         Pero lo que es un problema es cuando el propietario se cansa del animal y en un acto de “amor” a la naturaleza mal entendido lo suelta en el campo, o se les escapa; también pude ocurrir que llegue de forma accidental en un transporte. Entonces pueden ocurrir dos cosas que perezca si el lugar no es adecuado, por ejemplo una especie tropical en un clima como el del interior peninsular, o que prospere y si además hay efectivos suficientes, se reproduzca y en el peor de los casos tenga éxito y una explosión de población.
         Esto es lo que ha ocurrido en la isla de Guam, situada en el Pacífico norte y a donde la serpiente arbórea del café llego con transportes de mercancías durante la Segunda Guerra Mundial. El lugar era ideal para ellas un clima similar al de origen, sin depredadores y con mucha comida en forma de pájaros, lagartijas y e insectos de gran tamaño. Por lo que con estas condiciones las serpientes se empezaron a extender y hasta los años 90 no se ha hecho nada para erradicarlas, pues ya se han convertido en un autentico problema. Un problema económico pues son arborícolas y tienen tendencia a subirse en postes de la luz y transformadores ocasionado cortocircuitos y los consiguientes apagones y con cuantiosas perdidas económicas. El otro problema es el ecológico las serpientes están dañando la selva de un forma irreparable; se calcula que en la isla de Guam, que tiene unos 10 x 50 kilómetros hay unos 2 millones de serpientes y a lo largo del tiempo que llevan en ella ha sido capaces de eliminar a diez de las doce especies de aves autóctonas de aves que ahí había. Un daño colateral ha sido la selva, las serpientes se han comido las aves que se alimentaban de los frutos de los árboles. Los árboles usaban las aves para esparcir sus semillas con los excrementos, ahora sin aves las semillas quedan cerca de los árboles adultos, con lo cual no pueden colonizar nuevas zonas y compiten con los árboles adultos, eso añadido a la presencia de plantas también invasoras a dañando la selva autóctona.   
         Algo parecido esta ocurriendo en Ibiza, con la importación desde la península de olivos para jardines han entrado en la isla dos especies de serpientes, la culebra de escalera y la de herradura que pueden depredar sobre las especies de lagartijas endémicas de estas islas y su islotes en algunos de ellos las lagartijas son los dispersadores de las semillas de las plantas.
         A veces una especie introducida, puede causar un daño inesperado tanto en su dimensiones como en su dirección.  

lunes, 8 de enero de 2018

LA (AUTO) INVITADA A COMER

         
Escena 1: La culebra de agua de collar Natrix natrix atrapa a un sapo común Bufo bufo por una pata delantera
A veces estamos más rodeados de la naturaleza de lo que nos parece, lo más habitual es que muchos de sus integrantes pasen desapercibidos ante nosotros, pero de vez en cuando podemos ser testigos de algún instante extraordinario, al menos para nosotros, pues para la propia naturaleza seguramente no sea mas que “otro día en la oficina”.
         Eso me ocurrió este verano en el jardín de la casa del pueblo, un pequeña superficie no más grande que el salón de una vivienda con unas jardineras con plantas, uno de cuyos lados limita con la “era” donde maniobra el tractor y demás vehículos, y lo siguiente son campos de secano.
         Bueno cinco personas lo estuvimos limpiando durante una mañana, satisfechos de nuestra obra alguien pensó en aprovechar para comer en él.  Extendimos el mantel y cuando estábamos en la cocina de la casa preparando el resto de elementos, mi hijo llego corriendo excitado: ¡Papí, hay una serpiente comiéndose un sapo en el jardín!, me pareció increíble con el follón que habíamos montado en él un rato antes y que no los hubiéramos visto. Pero ahí estaban sobre la grava, un sapo del tamaño del puño de un adulto atrapado por una pata delantera por un culebra de agua de collar de unos 60 cm de longitud.
        
Escena 2: Pese a los esfuerzos del sapo la serpiente no solo no suelta al sapo sino que es capaz de mover las mandíbulas para situar la cabeza del sapo en su boca.
Las estrategias eran sencillas: el sapo no se dejaba engullir, por lo que intentaba arrastrarse por el suelo con el resto de extremidades para zafarse del mordisco y con el cuerpo hinchado como un globo para aparentar más tamaño y lanzar el mensaje de: no me podrás tragar; y la serpiente no solo no soltaba el mordisco sino que lentamente iba desplazando las mandíbulas hacia la cabeza del sapo, pues solo lo podría tragar si empezaba por la cabeza.
         Por supuesto no comimos en le jardín, y yo lo hice yendo y viniendo, para ver como comía la autoinvitada.
         Bueno la cosa fue avanzando, la serpiente ya tenia la cabeza del sapo en su boca y este permanecía hinchado e intentado oponer resistencia, incluso me fije como las mandíbulas presionaban sobre las glándulas parotídeas del sapo, que son esos abultamientos alargados que tiene los sapos en la cabeza por detrás de los ojos, en ellas se produce una potente sustancia que sirve de repelente para la mayoría de los depredadores cuando los muerden, y sino no le hacen caso actúa como veneno.
         Era evidente de que en este caso no funcionaba, como ocurre cuando la relación presa-depredador es muy estrecha y viene de tiempo atrás; las defensas de las presas al final son neutralizadas por sus depredadores específicos, entonces la presa aumenta la intensidad o desarrolla nuevas defensas que funciona durante un tiempo hasta que el depredador consigue neutralizarlas de nuevo, y así sucesivamente; consecuencia las presas se van haciendo más tóxicas y sus depredadores más resistentes a esos tóxicos. 
        
Escena 3 y final: El sapo se encuentra ya dentro de la serpiente, el proceso ha durado más de una hora.
Aún seguía hinchado cuando la cabeza del sapo desapareció dentro de la boca de la serpiente, después las patas anteriores y el resto del cuerpo.
         Cuando la última porción del sapo paso por la garganta de la serpiente esta irguió la cabeza y volvió a encajar las mandíbulas. La forma de alimentación de las serpientes obliga a que estas tengan las mandíbulas unidas por cartílagos por lo que toda su boca se pueda adaptar a contornos que parecen increíbles.
         Fue más de una hora lo que duró esta comida, la serpiente con el bulto enorme del sapo en su interior se quedo inmóvil tardaría mucho en digerir esta comida, así que la deje reposar con la idea de un rato después y con mucho cuidado para que no regurgitara la presa, y tanto su esfuerzo como la vida del sapo o hubieran servido para nada, meterla en un caja y llevarla fuera del jardín.
         Pero cuando volví la serpiente ya no estaba y aunque la busque no la encontré, ni la he vuelto a ver.  El instante extraordinario desapreció tal y como apareció, sin darnos cuenta.