viernes, 9 de diciembre de 2022

DE BOSQUES Y SELVAS DEL PIRINEO (y II)

En primer plano ladera de umbría con pino silvestre,  al fondo laderas de solana en la que domina el roble quejigo, en este momento del año con la hoja seca.

        Todos sabemos que no todas las plantas necesitan las misma cantidad de agua ni las mismas temperaturas, así de una forma natural tienden a situarse en las zonas donde el clima les favorece. Igual le ocurre a los árboles y a los bosques que forman, así, podemos representar esta sustitución de unas plantas por otras, según cambian las condiciones climáticas en pisos climáticos o de vegetación, los más bajos son los más secos y cálidos, y según ascendemos pasan ser más húmedos y más fríos. Y, según nos movemos en altura, los pisos vegetación cambian; y de igual forma si nos alejamos a acercamos hacia las costa y al origen de los frentes de nubes, o cambiamos de orientación solana/umbría.

 

         La limitación en altitud de los árboles vendrá dada por el frio, mejor dicho por el tiempo en el que las temperaturas les permita crecer y completar el desarrollo de las hojas; pues si estas llegan al invierno sin la “cubierta” que las protege del frío y la desecación, morirán por las heladas. No ocurre lo mismo con arbustos leñosos rastreos y herbáceas, que quedaran en invierno protegidos por la nieve dada su menor talla, y les permitirá poder vivir a alturas mayores, siempre al amparo de la nieve. En nuestra cordillera la limitación en altitud de los árboles esta en unos 2700 m en ladera de solana y en la zona central de la cordillera, donde hay menor nubosidad, son pinos negros que crecen separados unos de otros, y que según bajamos van creciendo cada vez más juntos hasta formar un bosque, ¿a que altitud? Pues dependerá de la orientación, suelo y de otras muchas cosas; podemos decir una altitud de referencia de unos 2000 metros que como explicaremos raras veces se cumple. Respecto al límite del bosque, como vemos, éste según ascendemos se va aclarando pasando progresivamente a árboles dispersos, por lo que a la hora de situar el límite en altura, también influirá lo que consideramos que es un bosque, desde una definición estricta, donde la luz captada por los árboles limita el desarrollo de la vegetación bajo ellos, a un conjunto de árboles más o menos juntos.

 

Pisos de vegetación, tomado del Atlas de Flora del Pirineo Aragonés, 1997. Zona central,  rio Cinca.

330-999 m Basal: pino carrasco. Montano inferior: carrascal.

1000-1699 m Montano superior: quejigar; en zonas mas secas y pedregosas: pino larício; con más frío: pinar de silvestre y con más humedad: hayedo y bosque mixto.

1700-2299 m Subalpino: pinar de pino negro.

2300-3404 m Piso alpino y subnival: solo arboles aislados.         



        Partimos de una imagen idílica de nuestro Pirineo completamente forestado, salvo en las zonas de cumbres donde el frio no lo permite, o las zonas rocosas donde el suelo, reducido al que se encuentra en grietas y pequeños rellanos solo deja existir a árboles aislados. En el resto cada tipo de bosque ocupa su lugar a veces como franjas altitudinales, en otras son parches dentro de otras masas, que reflejan los cambios de condiciones ambientales, esta sería la llamada vegetación primaria o  clímax. Pero la naturaleza es algo dinámico esta sujeta a continuos cambios y el bosque se va adaptando a ellos, y para ello tiene sus mecanismos.  

         Así, estos bosques primarios sufren pequeñas oscilaciones climáticas que pueden ser absorbidas, mejor cuanto más compleja es la comunidad vegetal, pero perturbaciones como desprendimientos, aludes de nieve o incendios dejan huella. Los aludes hacen bajar la cota superior del bosque pero no de una forma uniforme, los incendios pueden llevar a una perdida de suelo, sobre todo si después de ellos vienen grandes tormentas que arrastran cenizas y suelo. 

         El bosque se puede recuperar, recoloniza el territorio con una sucesión vegetal que empieza por herbáceas, pequeños matorrales y árboles pioneros, la llamada vegetación secundaria, hasta que el suelo no se restituya no volverá el bosque primario; pero si las perturbaciones se repiten demasiado frecuentemente, no volverá nunca. Y será sustituido por ese bosque o solo matorrales con plantas pioneras, acostumbradas a menos humedad en el suelo, y que pueden ser permanentes porque son reflejo de las nuevas condiciones.   

 

         

Pasillo abierto en el bosque por los aludes, si estos se espacian mucho en el tiempo el arbolado tiende a cerrarlos. 

         Y el resto de seres vivos también influye en los árboles y el bosque. Hongos e insectos pueden matar algunos árboles; en especial ejemplares viejos, con una fertilidad ya muy limitada, con la degradación posterior de la madera permiten que los nutrientes del árbol vuelvan al ecosistema y dejan espacio para otro árbol. Un rodal de árboles muertos en nuestros bosque ideal no es perjudicial pues permite la existencia de árboles de diferentes especies (las del bosque primario y la colonizadoras de la vegetación secundaria) y edades, diversificando y creando una mayor complejidad, lo cual es bueno apara el propio bosque. Le ayuda a ser capaz de recuperarse tras una perturbación.

         Pero si la mayoría de los árboles están debilitados, por ejemplo a consecuencia del estrés por sequia, hongos e insectos parásitos pueden extenderse por grandes extensiones, ayudando a un cambio de especie dominante de árbol en ese territorio. 

 

 Texto y fotografias: Miguel Ortega