jueves, 7 de agosto de 2014

LABAZA (I, EL DESIERTO)



Tronco de pino tumbado por un alud
          Hay desiertos, zonas desiertas y otras que parecen desiertas. Las primeras son zonas con muy pocas precipitaciones, incluso pueden pasar varios años sin llover; las segundas son lugares despoblados y, las últimas, acaban siendo lo contrario de lo que parecen.
Sino no fuera porque es esto lo que voy buscando, el panorama sería desolador. Después de un importante repecho desde el fondo del valle he llegado a Labaza, un circo de afiladas crestas de granito que limita una cubeta de roca viva y cascotes, en este lugar los líquenes que viven sobre la roca parecen ser los reyes de la creación pues las cubren casi totalmente, y aparte de ellos solo hay pequeños y dispersos parches de tasca (prado) y unos pimpollos de pino negro que por su aspecto parecen que de vivir más lo harán en un estado de agonía continua, pero así es la vida en la alta montaña.
Uno de los ibones  de Labaza y el valle desde el que accedemos, Panticosa
Curiosamente el aspecto desértico del lugar no es por la altitud, pues cerca hay otras zonas con un lujuriante tapiz de tasca, rododendros y pinos de verdad. Ni tampoco por el clima, pues aquí hay suficientes precipitaciones, de hecho hay varios puntos de agua uno de ellos un gran lago, aparte de otros 3 ó 4 más pequeños, un torrente con cascada incluida, algunos manantiales, etc. De hecho el exceso de precipitaciones es un problema en invierno, pues  la nieve se acumula y de vez en cuando se desliza ladera abajo en forma de alud, los pinos que hay ladera abajo con las ramas rotas, arrancadas, con troncos inclinados, pegados al suelo, partidos son la prueba patente, y el topónimo Labaza significa precisamente pasillo de avalancha o canal de aludes
Aquí el problema parece ser la falta de suelo, como atestigua la morrena de la Pequeña Edad del Hielo, un último coletazo de las glaciaciones, una época fría que hizo que en nuestro medioevo aquí hubiera un glaciar; este se derritió hace tiempo pero aún no lo suficiente para que el granito se haya meteorizado liberando los escasos nutrientes que contiene.
*Morrena de la Pequeña Edad del Hielo
Sin suelo las plantas lo tienen muy difícil, no solo la falta de lugar donde enraizar sino también la falta de los nutrientes o el agua que se acumula en él, si no existe suelo el agua resbala pasando de largo de camino al fondo del valle. Con estas limitaciones las plantas son escasas.
Mientras pasan los años, cientos o miles, el paisaje mineral domina, el suelo no se forma rápidamente, de hecho los suelos de alta montaña se consideran formados en épocas pasadas mucho más cálidas y mantenidos hasta la actualidad. Mientras el polvo que transporta el viento, la acción de los líquenes y la meteorización del granito que se descompone en granos de arena y arcilla, se ira acumulando muy lentamente como capital inicial de futuro suelo, que nosotros no veremos.
(continuará)

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