jueves, 24 de septiembre de 2015

ALUDES (y III), APROXIMACIÓN A LAS FORMAS DE LOS ÁRBOLES EN LAS ZONAS DE ALUDES


Pino negro, Pinus uncinata en la zona de aludes del valle de Literola, Benasque

      Como resulta evidente, para que haya árboles deformados por aludes de nieve lo primero es que la zona donde se encuentren sea proclive a estos, aunque se produzcan de forma muy espaciada en el tiempo; y ahí es donde el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles (dendrocronología) nos ayudan a datar aludes de los que no hay un registro escrito.
      Los árboles afectados por los aludes de mayor tamaño y más longevos, se encuentran en la periferia de la zona de aludes, sufren sus efectos pero de forma atenuada. En el centro del canal de aludes no hay árboles o, en todo caso, son de tamaño pequeño, pues periódicamente son eliminados por su paso.
     La capacidad de rebrotar de cepa de las frondosas parece una característica deseable en estos árboles, pero la situación en altura hace que sea el pino negro la especie más afectada, su incapacidad de rebrote se compensa con su capacidad para malvivir,  alguien dijo que era el árbol que era capaz de sufrir más sin llegar nuca a morir, dado los ásperos enclaves de alta montaña que llega a poblar.

     El efecto del impacto de la nieve del alud sobre los árboles va desde romper solamente ramas secundarias a ser capaz de tumbar de raíz árboles centenarios de más un metro de diámetro, pasando por romper troncos que ya tienen una forma tumbada por haber superado la fuerza de los aludes en anteriores ocasiones. Si somos observadores podemos encontrar una explicación para alguna de las formas de estos árboles.

     Si el árbol tumbado es muy joven y aún no esta completamente lignificado, por lo que conserva cierta flexibilidad, el tronco se erguirá de nuevo para alcanzar la vertical, sino recibe un nuevo percance el árbol adulto será de tronco vertical pero con una característica curva en la base del mismo en contacto con el suelo (1). Hay laderas donde estos árboles son la mayoría, aunque no todos sean del mismo año.

     Si el árbol ya esta lignificado el alud lo inclinara, (2a) pudiendo llegar a tocar el suelo aunque sea pendiente abajo, como efecto secundario aunque no menos importante será la perdida de ramas donde ha impactado el alud y el daño a las raíces, mayor cuanto más inclinado esté el tronco y matando al árbol en la mayoría de estos casos, el efecto es tal que las raíces al ser arrancadas levantan y remueven el suelo (2b). 

     El árbol así tumbado puede seguir vivo y quedar en contacto con el suelo (3a) o no, dependiendo seguramente de si había nieve compacta o ramas que amortiguaran el empuje de la nieve (3b). De todas formas si los aludes se repiten periódicamente estos árboles suelen sobrevivir pues su forma ofrece poca resistencia al paso de la nieve, y /o dada su escasa altura sobre el suelo en ese momento pueden estar medio enterrados en nieve compacta; siendo las ramas y el ápice del tronco los que al tender a crecer en vertical los que sufren repetidas roturas. El resultado son troncos tumbados con escasas ramas, con el follaje horizontal si los aludes son frecuentes, “aerodinámico” aunque no es el viento quien da forma sino la nieve de los aludes.

     Si el árbol tiene la suerte de crecer protegido por un relieve, una roca (4a) o rodeado de nieve compacta en el momento del alud (4b), este se desliza por encima de la protección de manera que dobla o rompe las zonas que crecían por encima, dando lugar a un árbol de tronco recto pero corto, de fronda en forma de bandera que disminuye según lo hace la protección.

     La protección también puede ser el propio tronco si el impacto de la nieve no es excesivo, de forma que el árbol pierde las ramas a barlovento y conserva las de sotavento del alud (5).
     Un efecto del choque de la nieve con el tronco que no llega a matar al árbol pero sí lo daña profundamente es que este se raja longitudinalmente y paralelo al suelo como consecuencia del impacto, la raja puede se visible desde el exterior (6), en algunas se puede mirar a través ellas o solo quedar marcadas en el exterior como una línea de sutura en la corteza.
Por último hay que tener en cuenta que en cada ejemplar de árbol puede haber daños de varios aludes o de perturbaciones diferentes (viento, rayo, caída de piedras, actividad de los animales, etc.) lo que hace que cada ejemplar sea único. 

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