martes, 4 de diciembre de 2018

ARRIBA, MÁS ARRIBA, EN EL "QUINTO PINO".

        
 Por encima de los 2500 metros de altitud los asteriscos marca la situación de los últimos árboles, en el "quinto pino"
       Cada vez que levantaba la mirada ella seguía ahí, impasible, pétrea, la ladera de la montaña parecía inacabable; la línea del falso collado al que me había propuesto llegar no aumentaba de tamaño, y lo peor, a cada paso parecía que se alejaba. Jadeaba, me dolía el cuello y los hombros por lo que caminaba encorvado y con la cabeza agachada que era como más alivio sentía, lo que hacia mi aspecto más penoso aún, menos mal que estaba solo en la montaña, y más en un lugar por el que algunos suben corriendo al pico (el problema esta claro no era la montaña, era mi cuerpo). Mi objetivo era un diminuto pino negro que había visto desde abajo con los prismáticos, sentía curiosidad por conocer como era el lugar en el que prosperaba ese árbol, pues el emplazamiento parecía un yermo que asustaba a la vida.
         La curiosidad es una dulce condena que te hace ir a los lugares más increíbles  (y a veces aparentemente absurdos), y el esfuerzo es el pago por satisfacerla. Por eso para mi esa ladera era (a pesar de mi penoso estado) un lugar fascinante donde satisfacer la curiosidad, aunque seguramente para el resto de las personas, no era más que un yermo pedregoso, estéril y muy empinado, un mero transito que solo tiene valor si llegas a la cima.
        
 Los pinos negros de aspecto más viejo y maltratado pero no los que viven a mayor altitud en la zona.
        El lugar al que la final llegue movido por la curiosidad, no estaba nada mal: relativamente llano, poder descansar, comer algo, con una buenas vistas para dibujar y hacer algunas fotos. Envuelto por el sol de otoño que me permitía secar el sudor de mi ropa, disfrutaba del premio al esfuerzo, había llegado hasta el árbol más alto, al yermo rocoso, empinado, de aspecto seco, quemado por el Sol, helado en invierno, de apariencia casi estéril que era su hogar; entonces fue cuando los vi. 
         Yo creía haber llegado al pino más alto y lejano, y entonces vi otros tres árboles aún más arriba, y lejanos, “en el quinto pino”. La pregunta es que hacían árboles tan altos  (al que yo llegue estaba a 2500 metros de altitud y los situados por encima a unos 2600 metros o más) y cuanto tiempo llevan ahí, la verdad es que una pregunta se responde con la otra. Lo que hacían era vivir, porque las condiciones climáticas se lo permiten, su periodo vegetativo llega a ser lo bastante largo como para formar nuevas hojas y poderlas proteger convenientemente con cutículas y otros tejidos para soportar el frío del invierno; eso si nunca serán ejemplares de gran talla, y pude tener una idea de su edad pues mientras son jóvenes incorporan un nivel ramas cada año, así contándolos puedes hacerte idea de su edad, y el resultado era que eran muy jóvenes.  Lo que da una idea de que los árboles van expandiéndose en altura, esto de ser así pues no se pueden dar conclusiones con una sola observación, podría ser por un aumento de las temperaturas, la disminución de la nubosidad en verano que haría que el suelo se calentara más o la falta de herbívoros, como las cabras, que se coman los pimpollos y renuevos como ocurre en otras zonas; o simplemente por la combinación de varias de ellas. 
         
El arbolado se va recuperando en las zonas de alta montaña y según parece ascendiendo de cota
       Así mientras bajaba mentalmente recordaba los lugares donde había árboles creciendo a la mayor altura posible, seria interesante ver que edades tenían y…….lo dicho:  la curiosidad es una dulce condena que te hace ir a los lugares más increíbles, y el esfuerzo es el pago por satisfacerla.

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