miércoles, 30 de abril de 2014

PRIMAVERA POLEN Y ¡¡¡ATT...CHUSSS!!!



Gramíneas en plena floración 
Por fin llego la primavera, y nada más llegar muchos ya desean que se vaya, no es que no les guste esta estación, es que se llevan mal con el polen y especialmente con el de las plantas que confían en el viento para su fecundación, como los cereales, el ciprés, etc. Dicho así resulta un poco lioso por eso vamos a ir por partes.
Las plantas como cualquier ser vivo, están obligadas a reproducirse para perpetuar sus genes, y aunque la mayoría tienen los dos sexos en la misma flor, prefieren reproducirse con otros miembros de su misma especie para mantener la diversidad genética. Como el óvulo, esta fijo en la flor, son los espermatozoides que contiene el polen, los que deben desplazarse, y llegar hasta él.
Pero las plantas son incapaces de realizar este desplazamiento por sí mismas, por lo han de buscar un transporte y muchas confían el polen al viento. Pero como la dirección del viento no es predecible, y este puede llevarlo a lugares donde no encuentre otras flores de su misma especie, han de derrochar gran cantidad de polen si quieren lograr su propósito. Se calcula que de cada mil granos de polen solo uno llega a su lugar de destino, una espadaña emite al año unos ciento setenta y cinco millones de granos de polen, el avellano quinientos millones, y en un centímetro cuadrado pueden depositarse al año veintisiete mil granos de polen de todas las especies.
No es humo, es el polen de una sabina negra
A finales de invierno y principios de primavera cada vez que tropezamos con una sabina macho, pues cada sexo esta en pies diferentes, una nube de polvo, polen en verdad, nos envuelve. También las orillas de los charcos en los pinares se tiñen de amarillo por el polen de estos árboles.
El polen, para favorecer su transporte, suele ser muy ligero, sin sustancias ni estructuras que favorezcan el pegarse unos a otros, o con alerones como el de los pinos. De esta forma pueden recorrer cientos de kilómetros al día, y llegar a los cinco mil metros de altitud.
Estigmas en forma de peine de la flor del litonero
El viento es algo práctico, con él no hay que “ponerse guapo” para reproducirse, no se necesitan pétalos, ni colores, ni olores atractivos, la planta invierte poco en el aspecto de las flores. Consecuencia, no son flores llamativas y por eso no nos fijamos en ellas, y muchas veces creemos que estas especies, como ocurre con los pinos, no tienen. Lo que estas flores necesitan es un buen diseño. Por un lado para que el viento recoja el polen, en las gramíneas los estambres cuelgan en el exterior de la flor, en las especies de hoja caduca como los avellanos o los sauces las flores surgen antes que las hojas par evitar que estas dificulten la polinización y si son de hoja perenne como las sabinas las ramas son menos densas para que el polen no quede atrapado entre el follaje. Por otro lado las flores deben ser capaces de filtrar el viento y crear corrientes de turbulencia que reduzcan la velocidad del polen para que este se deposite sobre sus estigmas, como en las piñas de las confieras o en las espigas de las gramíneas, incluso el movimiento cimbreante de estas las ayuda en esta función. Otra adaptación es tener unos estigmas grandes que filtren el aire, como los del litonero en forma de peine, o los que podemos observar ondeando al viento en la flor solitaria del albardín, pero los más grandes son sin duda las “borlas” que cuelgan de las flores femeninas y después de la mazorca del maíz. Además polen y flores van al unísono, a la planta no le interesa retener polen de otras especies o esporas de hongos que las podrían dañar, cada tipo de flor crea unas condiciones determinadas y retiene su tipo de polen, atendiendo a su tamaño, densidad, etc. y no otro.
A pesar de ser este un sistema un tanto arcaico, funciona bien en lugares donde hay gran concentración de estas plantas, pensemos en un pastizal o en un cultivo de cereales, y también en lugares y épocas donde hay pocos insectos, como en los bosques de coníferas de alta montaña o incluso en bosques templados como los hayedos o los carrascales, ¿de donde saldrían todos los insectos necesarios para los árboles de un bosque?. Y después, de que se alimentarían?.
Lo que la planta ahorra en la flor lo invierte en grandes cantidades de polen, por eso es él de las plantas que usan el viento para su trasporte el principal causante de las alergias primaverales. Ahora cada vez que estornudemos o nos piquen los ojos en primavera, pensemos en que al menos las plantas no lo hacen para fastidiarnos.

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