sábado, 4 de octubre de 2014

CARIÑO, CUANTO TE QUIERO....COMER


Macho (abajo) y hembra (arriba) de la araña tigre durante la cópula

En nuestras relaciones de pareja solemos usar para mostrar nuestros sentimientos de aproximación, interés o deseo, gran cantidad de expresiones y palabras relacionadas con la comida: “qué buena/o estás”, “me gustas”, “te comería (a besos)”…. Lo que nosotros decimos como una metáfora, ocurre en algunas especies animales, donde uno de los miembros de la pareja (la hembra) se acaba comiendo al otro (el macho), y esta vez no como metáfora sino como alimento, pero…, empecemos desde el principio.
 En la reproducción sexual, la descendencia obtiene la mitad de genes de cada uno de sus progenitores. Los genes nos diferenciarán de otras especies y de otros indivíduos de nuestra especie. De esta forma cada descendiente tiene una combinación diferente que le hará tener unas cualidades particulares, no muy diferentes de las de sus hermanos pero sí de otros miembros de su especie. Y esto es una ventaja en un mundo de condiciones cambiantes, pues siempre habrá algún ejemplar mejor adaptado, lo cual es bueno para el conjunto de la población.
           
Diferencia de tamaño y de aspecto (dimorfismo sexual) entre la hembra (1) y el macho (2) de la araña tigre Argiope bruennischi

      La importancia de esta mezcla de genes es tal, que en algunos animales el papel del macho es aportar los suyos y poco más, por lo que para evitar la competencia por los recursos con las hembras, su tamaño es reducido y su vida breve. Es el caso de las arañas, y más concretamente en la araña de tigre, un especie fácil de ver porque se da en las cercanías de donde vivimos, como jardines, huertos y zonas despejadas de arbolado. Su tamaño grande y la coloración llamativa de su opistosoma (abdomen) con líneas amarillas, blancas  y negras facilitan el verla y le proporcionan el nombre común. Si nos fijamos en las telas, podemos ver, en alguna, a otra araña más pequeña, de coloración diferente, que se encuentra en la periferia de las mismas, es el macho. Su función es fecundar a la hembra propietaria de la tela, esperando el momento adecuado en que esté receptiva. Antes de iniciar el acercamiento se comunicará con ella a través de las vibraciones de la tela y se “presentará” para no ser confundido con una presa. Si va todo bien, la hembra cambiará su posición vertical y cabeza abajo por una más horizontal, y él se acercará con pequeñas carreras por la tela, de una forma un tanto nerviosa, porque la hembra en cualquier momento puede considerarlo una presa y comérselo: antes de empezar la relación, o simplemente después de la fecundación. Es lo mismo, el macho siempre lleva las de perder en esta relación. A veces consigue escapar, pero perdiendo alguna que otra pata.
Bolsa con la puesta de esta especie de araña

En este comportamiento hay una posible explicación, y es que el macho al alimentar a la hembra con su cuerpo favorece a la descendencia de ésta, que también lleva sus genes. Vendría a ser una especie de cuidado paternal resumido en el banquete de bodas. ¡Al fin y al cabo él “murió de amor”! pero su reducido tamaño no supone más que un aperitivo para la hembra. La otra explicación más prosaica, es que una vez aportados los genes ya no tiene función alguna y seguramente morirá de todas formas, ya que está programado así. En la literatura científica se dice que es por “el esfurerzo reproductivo”.


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