martes, 27 de septiembre de 2016

LA MEMORIA DE LOS ÁRBOLES

La exposición: La memoria de los árboles estará hasta el próximo 30 de octubre en el Jardín Botánico de Valencia
http://www.espaciosaltoderoldan.es/la-memoria-de-los-arboles/ 
Vista de la exposición, en el centro tronco de una sabina negra con 632 anillos de crecimiento, a la derecha enebro de 157 añoscon heridas de haber sobrevivido a los incendios
        Los organismos que no se pueden desplazar como las plantas, hongos  y algunos animales tienen varios problemas característicos. Ante sus enemigos como depredadores, parásitos y competidores deben elaborar unas defensas de tipo mecánico (como las espinas) o químicas (con productos repelentes y /o tóxicos) ya que no pueden huir. Además ya que no se pueden desplazar ni migrar deben soportar estoicamente las condiciones ambientales del lugar donde se encuentran, de no ser así morirán y su hueco sería ocupado con una especie más adecuada.
Por eso usamos las plantas y no los animales para hacernos una idea del clima, del tipo de suelo, del estado de conservación de la zona, y del tipo y la frecuencia de eventos catastróficos como incendios, riadas, corrimientos de tierra, etcétera, de un determinado territorio.
        
Al fondo rodajas de abeto que nos cuentan los problemas de la competencia por la luz en un abetal 
     Pero todas estas circunstancias ambientales quedan registradas en sus tejidos, al menos en la madera de las plantas leñosas, y cuantos más años tenga de vida la planta más información habrá almacenado sobre el lugar donde vive.
        Por eso se busca esta información en los árboles, estos pueden ser muy longevos y la madera de sus troncos puede permanecer a lo largo de siglos, en el propio tronco, empleada en construcciones, o conservadas en yacimientos excepcionales camino de la fosilización.
Pero no todas las especies ni todos los ejemplares tienen la misma calidad de registro de la información; en el caso del clima los que viven en un lugar favorable, sin problemas de estrés hídrico, ni de temperatura, no reflejan bien los cambios climáticos como los años de sequia o los veranos fríos. Los árboles que mejor los registran son los situados zonas límite, donde cualquier variación de las precipitaciones o de las temperaturas afecta a su crecimiento e incluso lo imposibilita.
         Normalmente estos árboles se sitúan en zonas rocosas, elevadas e inaccesibles esto último es imprescindible en zonas pobladas. Y no son árboles de gran tamaño, sino justo lo contrario pues en condiciones límite ya basta con sobrevivir y reproducirse solo los años muy buenos, por lo que es su aspecto lo que denota su edad: ramas caídas, gran cantidad de madera muerta, escaso follaje. Pero que nadie se emocione, incluso en lugares privilegiados pocos de estos árboles pasan del milenio, al menos en la Península Ibérica.
        
Mesa con rodajas de diferentes especies de leñosas que muestran la forma y las partes del tronco
      Hay una ciencia que se encarga de obtener esta información, la dendrocronología, de la anchura del anillo se sabe como fue el crecimiento y de ahí como lo fue el clima; pero la información no puede partir de un solo ejemplar, hay que contrastarla con la de al menos una decena de ejemplares de la misma especie y misma zona para poder obtener datos generales. Las cicatrices nos hablan de eventos que podemos determinar según las características de la zona, en una rivera las cicatrices son consecuencias de las riadas, y bajo un escarpe rocoso de la caída de piedras. Los anillos nos permiten situar el evento en el tiempo con lo que podemos obtener información sobre sus periodos de tiempo que pasa hasta que se repiten, esto es especialmente valioso en zonas donde no hay un registro escrito.

       De esta forma la información contenida en la madera de los troncos, la memoria de los árboles,  nos ayuda a conocer mejor el territorio y como responde ante sucesos catastróficos.

NOTA: Todas las piezas incluidas en esta exposición proceden de árboles y arbustos cortados en limpiezas de caminos, cortafuegos, restos de talas o encontrados muertos de forma natural, por  lo que no ha habido que cortar ningún ejemplar vivo. 

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