viernes, 5 de abril de 2019

ABRÁZAME MUCHO......

       
Tallos colgantes de la liana trepadora clemátide 
         En la naturaleza la consecución de un fin, vivir, implica una serie de estrategias; algunas son parecidas y otras bastante diferentes, lo importante es que funcionen de la mejor forma posible y con el menor esfuerzo e inversión. En el caso de las plantas verdes el acceso a la luz ocasiona una guerra de alturas cuando la abundancia y densidad de las plantas es grande, que es lo ocurre en bosques y selvas, las condiciones son buenas de temperatura humedad y nutrientes, de manera que la principal competencia es por la luz.
         El método general, es que la planta más alta recibe más luz y su sombra se proyecta sobre el resto, pero para ser alta hay que invertir en una estructura, en el caso de los árboles, en un largo tronco y ramas que soporten el follaje, y para realizarlos hay que invertir en madera, usando carbono, oxigeno, hidrogeno y poco más, pero hay que realizar el esfuerzo; de esta manera hay algunos árboles que llegan y superan la cota de los 100 metros de altura y un volumen de 1487 metros cúbicos, la mitad de una piscina olímpica, pero no todas las plantas ni pueden hacer esta inversión, ni están dispuestas. 
         
 Troncos de pinos silvestres cubiertos de hiedra
      Hay otras formas de llegar la luz, y se basa en lugar de invertir en acumular madera en desarrollar órganos y formas de crecimiento que les permita auparse sobre otros arbustos y árboles, son las plantas trepadoras.
         La estrategia mas básica es tener tallos largos y un tanto rígidos que les permite cierto orgullo de mantenerse erguidas por si solas, pero a determinada longitud su peso los curva, si tienen la suerte de tener cerca otros tallos, propios o ajenos,  se apoyan en ellos y siguen su crecimiento, así ahorran en estructuras que los mantenga elevadas; para mejorar su apuesta posee unas espinas en su epitelio que evita que resbalen, es la estrategia de algunos rosales y las zarzas.
         Otras se basan en enredarse, en las madreselvas son sus tallos los que al crecer se enroscan en otros tallos más altos, en la clemátide son los peciolos de las hojas los que se enroscan en tallos más altos, por lo que sus tallos quedan colgantes como lianas que son. El siguiente paso es el tener órganos para fijarse, desde los zarcillos de la vid o de la zarzaparrilla, a raicillas adhesivas de la parra virgen o raíces adventicias de la hiedra. En el caso de la hiedra estos órganos le permite también apoyarse en paredes de roca, los ejemplares viejos que crecen así pegados a una pared de roca tienen el aspecto de árboles aplastados contra la pared. La hiedra tiene además otro recurso pues aparte de las raicillas puede crecer abrazando al tronco sobre el que se apoya.
Efectos del anillado de las trepadoras: izquierda corte de tronco de espino blanco la hiedra dificulta el retorno de la savia de ahí el engrosamiento. Derecha, madreselva enroscada que deforma el tronco de la planta soporte y dificulta su crecimiento en anchura. 
         Hasta aquí las trepadoras son como amigos un tanto pesados, no te los quitas de encima pero son soportables. La especialización de las trepadoras es tal que no forman casi madera, sus tallos son livianos pues su función principal es solo la circulación de la savia.
Pero al igual que las visitas que no se van de casa y te vacían la nevera, las plantas trepadoras compiten por los recursos con las plantas sobre las que se apoyan, tanto con el agua y los nutrientes del suelo, como con la luz pues algunas se desarrollan descaradamente sobre la copa de la planta soporte, por lo que deben hacer mermar su crecimiento.
         Además es un peso extra que se hace peligrosamente molesto los días de viento o de fuertes nevadas. Por si fuera poco la costumbre de crecer abrazando, de la madreselva y de hiedra dificulta del desarrollo en anchura del tronco del soporte, y se nota en las deformaciones que deja en él, en el caso de la hiedra esta llega a “anillar” el tronco, sus ramas se sueldan y crean un problema no solo para el crecimiento en anchura sino también para la circulación de la savia de la planta soporte. 
         Las plantas trepadoras de las que hemos hablado no son parásitas, no llevan un plan como las higueras estranguladoras de la selvas del sudeste asiático, ellas si matan al árbol soporte para ocupar su lugar; las de aquí lo debilitan al árbol soporte y la consecuencia es que el tronco se acaba partiendo muriendo. Aunque en el caso de la hiedra esta continua viva sobre el tronco caído aunque ya con peores condiciones de luz en el suelo del bosque donde empezó, por lo que su acción le ha sido un tanto contraproducente, el que mucho aprieta…..