domingo, 24 de mayo de 2015

SINFONIA SILENCIOSA. LA SELVA NORTE DE GUARA (Paseando por la naturaleza nº5)


Umbría de Guara: 1 Bosque estoico, 2 Reino mineral , 3 Bosque de sol y fuego, 4 Bosque de los bosques 

     Este no es un ejercicio poético en el que intercambiamos los órganos de los sentidos con sus sensaciones, algo así como que vemos calidez, oímos algo ácido o degustamos el rojo. Aquí simplemente esta ladera que vemos es una sinfonía, pero sin sonido.
     Los árboles son las notas sueltas diversas de especies, más de veinte, muy diferentes de aspecto y de requerimientos que van desde las propias del mediterráneo seco y soleado, como la carrasca, hasta las de la montaña neblinosa y muy húmeda, como los abetos. Este batiburrillo vegetal recuerda a un jardinero apasionado por los árboles pero mal organizado, que crea, en el mejor de los casos, un bello desorden pero al fin y al cabo no es si no un caos floral.
     De igual forma que las notas se organizan en el pentagrama y se dan sentido unas a otras, y así nos pueden trasmitir en algunos momentos  alegría o en otros tristeza, mientras nos cuentan una historia o simplemente nos distraen y hacen disfrutar, en esta selva el tamaño de los árboles impone el tempo musical y con el resto de las plantas se organizan en la ladera según un plan bien establecido, nos cuenta su historia, qué hacen ahí, y cada parte tiene su personalidad pero en armonía con las colindantes,por eso también nos hace disfrutar con la contemplación de esta selva de bosques.
     1ª parte, allegro. El bosque estoico. En la lejanía destaca esta ladera por su parte superior suave y tendida pero cambiante, blanca en invierno y con una ceja oscura si no está oculta por las nubes, es el pinar de pino negro que vive donde otros árboles no pueden en estas condiciones de frío, y no le va mal al pino negro como atestiguan los pimpollos que trepan por el escarpe alejándose de sus progenitores acompañados de otras plantas amantes de la montaña, y algunas que  también están presentes en los Alpes o en la lejana tundra ártica.
Avanzadillas del "Bosque de los bosques" ascienden por el "Reino  mineral" en dirección al "Bosque estoico"
     2ª parte, moderato. El dominio mineral. Allí donde la roca no deja lugar a los árboles la vegetación se aclara pero la vida no desaparece, son los roquedos y la glera. Esta es una gigantesca pedrera que ocupa casi toda la ladera, matorrales, árboles y después el bosque la van ocupando poco a poco. Aunque los aludes y la caída de piedras les obligan a retroceder, en un continuo pero lento muy lento vaivén; años de avance y, en un instante, un alud despeja de nuevo parte de la glera, y los caídos se acumulan al pie como ofrendas de esta vida. Pero aquí lo más singular son las plantas especialistas en vivir en la glera móvil, plantas diminutas de aspecto frágil que logran vivir entre las piedras dormidas que en cualquier momento pueden despertar y ponerse en movimiento cortando sus tallos o desenraizándolas; pero tranquilos, lo superarán, de hecho algunas de ellas no solo llevan desde la era Terciaria en estas condiciones, sino que fuera de aquí no saben vivir.
     3ª parte, allegro. El bosque de sol y fuego. El barranco de La Pillera es la línea que marca la divisoria no solo de las vertientes sino de dos mundos. Al otro lado y justo frente a la umbría pasamos al dominio del sol y de la sequedad, un isla mediterránea entre robledales y pinares eurosiberianos. La altura y la orientación de las laderas es la justa para que en invierno los rayos de sol no toquen la umbría mientras que esta solana es caldeada incluso en el solsticio invernal. Con un suelo escaso por lo rocoso es el dominio de la carrasca y algún arbusto un tanto friolero. Como en tantos lugares la abundancia de plantas amantes del fuego explica que las sabinas negras medren en los escarpes rocosos lejos de las llamas del fuego, una añoranza al pie de sierra y los somontanos.
El sol otoñal ya no calienta al "Bosque de los bosques",  mientras si lo hace con el "bosque de sol y fuego" 
     4º parte, allegrísimo. El bosque de los bosques. La sombra que arrojan los árboles es tal que impide el crecimiento normal de otras plantas, aquí solo medran plantas de sombra y, a veces, ni siquiera ellas pueden vivir con tanta poca luz, por lo que el suelo del bosque aparece extrañamente vacío, mientras, la bóveda forestal esta a reventar de follaje.  Aquí la diversidad de especies arbóreas es máxima, su mezcla, a veces, parece la broma del jardinero desorganizado, un abeto desataca con la oscura pirámide de su copa sobre los pinos silvestres y el matiz del verde primaveral de las hayas, levantamos la mirada y encontramos a una carrasca creciendo ladera arriba, los pisos de vegetación alterados. Pero todo tiene su explicación, el abeto tiene hundidas las raíces en una zona de suelo profundo que almacena el agua de las precipitaciones, la carrasca en cambio crece sobre la roca caliza y a esta nunca se le dio bien el guardar el agua; aunque las precipitaciones son las mismas la humedad del suelo es totalmente diferente y eso es lo que cuenta para las plantas. Ahora que no hay ganado por la zona, que se coma los hayucos y los brinzales, el haya reclama su lugar y cada vez es más abundante para sorpresa de los que la creíamos un árbol del pasado.
         Al igual que las notas sueltas se transforman en música, los arboles se transforman en bosque; esta selva no es sonora pero es una obra musical cuando el sonido de los colores nos embriaga el paladar.

lunes, 4 de mayo de 2015

CRÓNICA DE: VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA


En color más claro y con la letra g granito, sobre él y cubriendolo las rocas metamórficas de la cobertera que forman los picos Argualas, Algas y Garmonegro, Balneario de Panticosa

Aunque la lluvia nos acompaño todo el día, no logró impedir el desarrollo de la actividad pues esta estaba en torno a la geología de los Pirineos, así el agua de la lluvia limpió y saturo los colores de la roca, y la luz suave del nublado evito las sombras que habrían dificultado la observación de estructuras como pliegues y fallas. El autobús nos llevo desde el Balneario de Panticosa hasta la población de Nueno y desde él hacíamos paseos para ver las rocas más características  y así explicar de una forma sencilla la geología de esta cordillera.
Comenzamos en el Balneario de Panticosa con la roca formada a más profundidad, el granito, que no es más que un magma enfriado muy lentamente, gracias a lo cual podemos observar a simple vista los cristales de los minerales que lo forman y le dan el aspecto granuliento.
En Pueyo, en el corte del río Caldarés, observamos las rocas sedimentarias que se encontraban cerca del magma y se transformaron con las altas temperaturas en rocas metamórficas, así las arcillas pasaron a ser pizarras y la caliza pasó a ser mármol, solo nos faltó encontrar las areniscas transformadas en cuarcitas, pero el día no estaba para alejarnos mucho del autobús.
Estratos colocados verticalmente frente a Santa Elena de Biescas

En Santa Elena de Biescas vimos los estratos de rocas calizas que se formaron en zonas de mar poco profundo y que constituyen las Sierras Prepirenaicas Interiores, la elevación y posterior desplazamiento de los Pirineos hacia el sur las dejo en la posición vertical en la que se encuentran ahora. La siguiente parada fue Orós Bajo, para ver como la creación de los Pirineos fue un paso más allá y replegó intensamente los estratos de roca que originalmente eran horizontales.
En la zona de Sabiñánigo pasamos por las margas que nos hablan de un fondo marino ya profundo; ahora limitado por estratos de roca colocados verticalmente como preámbulo a las Sierras Prepirenaicas Exteriores y de los materiales depositados ya fuera del agua que encontramos en la subida la puerto de Monrepós.
Terminación de la roca caliza con la "escama" de Peñaguila, Nueno
La ultima parada fue en la población de Nueno, donde la lluvia nos dio un respiro, para remontar con tranquilidad la carretera vieja hacia Arguis y disfrutar de las estructuras geológicas de la roca caliza de estas sierras que el río Isuela ha dejado al descubierto; algunos asistentes comentaban que era la primera vez que podían ver y tocar, diferentes tipos de pliegues, fallas, espeleotemas, etc. que hasta ahora solo conocían por los libros de texto y que además se encontraban en un lugar tan cercano y por el que habían pasado tantísimas veces.  
En resumen un paseo que nos muestra de la gran variedad de rocas de los Pirineos, y además fácilmente accesibles.


BIBLIOGRAFÍA
BELMONE RIBAS, ANCHEL, 2003, guía geológica del Pirineo, ed. Pirineo
BELMONTE et al, 2009, Itinerarios geológicos por Aragón, ed. Prames