lunes, 25 de noviembre de 2013

Y DE PRONTO... UNA NEVADA




       Al igual que los días se suceden a lo largo de las estaciones, estas se suceden a lo largo de los años en un ritmo cíclico pues, aunque hay un inicio y un final, este es de nuevo el inicio. Definimos el comienzo y el fin de las estaciones de acuerdo a las posiciones de los astros en el firmamento, pero los meteoros y el tiempo que hace son otra cosa. Que aquellas sean un ciclo no quiere decir que este tenga que ser regular, hay estaciones que se alargan y otras se acortan, otras veces pasan sin pena ni gloria, ni en verano mucho calor ni en invierno mucho frío. Incluso la estación que parece pasada, vuelve de nuevo con gran intensidad y muchas personas lo resumen con un: “con este tiempo que hace, no sabes que ponerte”. Y es que pretendemos pautar el ritmo y definir los limites de los elementos de la naturaleza y, con el clima al menos, cuando creemos que lo conocemos, cambia.
Al verano le sigue el otoño pero antes de que este entre de verdad están los veranillos de san Miguel y de san Martín, a partir de ellos comienza el frío, por eso la matacía del cerdo se realizaba a partir de estas fechas así las bajas temperaturas ayudaban a la conservación de la carne. A veces, y más ahora en un época de cambio de climático que se manifiesta sobre todo por la irregularidad y los meteoros extremos, los veranillos dan paso de golpe a un invierno adelantado como ha ocurrido este año a mediados de noviembre.
Bosque de hoja caduca sorprendido por una nevada 
En este otoño cálido este anticipo del invierno también ha pillado por sorpresa a muchas plantas con una buena nevada, así muchos árboles han tenido que soportar sobre sus ramas aún cargadas de hojas el peso de la nieve. Las plantas han de resguardarse del frío, y las que no pueden guarecerse bajo la nieve o bajo el suelo con raíces, bulbos y rizomas deben:
  - O proteger sus hojas frente al frío con capas de tejidos que evitan la congelación y la desecación, de manera que esa inversión permitirá que puedan usar esas hojas varios años.
  - O bien pueden no invertir en su protección y evitarán daños por el frío eliminando las hojas que es la parte más sensible; el espectáculo del otoño con el cambio de hoja no es algo meramente estético (ver entrada 25/10/2013).
Las plantas de hoja caduca retienen menos nieve en sus copas
Pero si nieva antes de que la hoja se caiga, peligran las ramas por el peso extra acumulado



     Pero para las especies de árboles de hoja perenne hay otro problema a parte del frío: es el peso de la nieve, pues este puede romper las ramas, por lo que evitan que se acumule con hojas pequeñas, como las acículas de pinos y abetos, y unas ramas flexibles que se comban con el peso de la nieve  hasta que esta resbala y cae. El problema se agrava en las especies caducifolias si la nevada les sorprende sin haber perdido las hojas, estas acumulan nieve con facilidad por lo que el peso de la nieve puede quebrar las ramas, y eso es mucho más grave para el árbol que el que se hielen sus hojas. Por suerte las nevadas otoñales suelen ser poco duraderas, y en cuanto dan los primeros rayos solares la nieve va cayendo a trompicones desde las ramas, liberándolas de su incomodo peso.




lunes, 18 de noviembre de 2013

UN HONGO CON LOS HUEVOS BIEN PUESTOS


        Normalmente creemos que las cosas más fascinantes, espectaculares e impresionantes de la naturaleza se dan en selvas tropicales o como mínimo en lugares remotos, ignotos y difíciles de acceder. Es cierto, la diversidad de las selvas o la cantidad de cosas que hay en el resto del mundo no tienen comparación con lo que podemos encontrar cerca de casa.
         Pero a veces, muchas veces, más de lo que podamos creer, cerca de nosotros se encuentran fenómenos que no tienen nada que envidiar con lo que vemos en los documentales sobre lugares remotos, ignotos y difíciles de acceder.
Lo que ocurre es que no esperamos encontrar nada así, y puede ser además que sean de un tamaño tan pequeño, que aunque estén delante de nosotros, no lo veamos.
El hongo nido de pájaro, Cyanthus olla, vista cenital
A mi me ocurrió con un pequeño hongo. Lo había visto en un documental y posteriormente en un libro. Su, llamémosle habilidad, lo que lo diferencia de los demás es su forma de esparcir las esporas. Como tantos hongos utiliza el viento en la difusión de sus esporas, pero él utiliza una estrategia única para hacerla más eficaz. Este hongo agrupa las esporas en unas bolitas (peridiolos), las cuales poseen un filamento pegajoso que les permite adherirse a la vegetación. La idea del hongo es que estas bolitas se peguen en las plantas y así desde mayor altura esparcir mejor sus esporas, puesto que él se desarrolla a escasos milímetros sobre el suelo. ¿Pero cómo hace para colgar ahí arriba estos paquetes…?
¡Con un dispositivo de catapulta! que no es más que el de carpóforo  del hongo transformado en una especie de platillo, copa cónica si lo viéramos de lado, en cuyo interior están las bolas de esporas. Cuando una gota de agua de lluvia cae en el borde del plato, este actúa como una palanca y lanza como una catapulta alguna de las bolas.

El conjunto recuerda un nido con los huevos de ahí su nombre común, hongo nido de pájaro. Yo lo he encontrado en zonas del Somontano, alguna relativamente seca y en las sierras, en terrenos removidos junto a caminos y pistas forestales. Su reducido tamaño, un escaso centímetro de diámetro, su color grisáceo y crecer a ras de suelo hacen que pase desapercibido. Pero no por ello deja de ser un hongo con los huevos, perdón peridiolos, bien puestos.
Vista lateral del hongo nido de pájaro



domingo, 10 de noviembre de 2013

NI HONGO NI ANIMAL, O LAS DOS COSAS


A veces en la naturaleza nos encontramos elementos que, desde la perspectiva de “blanco o negro”, donde lo gris es algo imperfecto, parecen a medio hacer, a medio definir, que no son “ni chicha ni limoná”.
Sin embargo las fronteras entre los diferentes reinos de la naturaleza, incluso entre lo que esta vivo y lo que no, son a veces muy difusas. Ya vimos que los hongos (entrada 04 / 11 /2013) son unos seres que parecen plantas pero que están más cerca de los animales, tanto por su alimentación como por los tejidos que los forman; bueno pues hay un grupo de hongos que va un paso más allá y durante una parte de su vida son capaces de desplazarse y alimentarse capturando bacterias, levaduras, esporas, etcétera: son los hongos mucilagosos (Myxomicetes). 

En la primera parte de su vida son seres unicelulares que se desplazan con flagelos, si hay abundante agua, o por prolongaciones y deformaciones de su cuerpo (movimientos ameboides) si esta no es tan abundante. Después se pueden agregar a modo de colonia (plasmodio) que se puede desplazar igualmente con movimientos  ameboides, es en esta fase cuando son más visibles encontrándose sobre la madera muerta o sobre la hierba en zonas con alta humedad y su aspecto recuerdan en algunas especies a la leche fermentada. 
Plasmodio de Fuligo sp. sobre la hierba

Cuando empeoran las condiciones ambientales o falta el alimento, producen los esporangios, de donde saldrán las esporas para la siguiente generación. En algunas especies estos toman el aspecto de esferas de color que van del amarillo al rojo.
Esporagios de Leocarpus vernicosus

A pesar de ser seres vivos muy primitivos se usan en algunas investigaciones sobre inteligencia, como en el caso del Physarum polycephalum. Si se le coloca en un laberinto con dos fuentes de alimento separadas se observa el recorrido que elije para unir una con la otra, y este es similar al que elegiríamos nosotros para hacerlo lo más sencillo posible. En Japón se utilizó en una investigación sobre vías de comunicación en Tokio, el laberinto reproducía los accidentes geográficos y la comida se situaba en la posición de la capital y sus núcleos satélites. El resultado obtenido por el hongo se parecía mucho a la red ferroviaria de esta ciudad, y de hecho se han usado los resultados para optimizarla. En YouTube aparecen algunos videos de este hongo desplazándose, vale la pena verlos.
http://www.youtube.com/user/sjtkg001?feature=watch