lunes, 13 de diciembre de 2021

¿Y DESPUÉS DEL FUEGO?

Dos años después del incendio en la ladera de la solana, aún se nota el efecto del fuego (izquierda); los puntos oscuros son las coscojas y alguna carracas que han rebrotado, no así los pequeños matorrales y las planta anuales.

         Hace poco más de cinco años (pero menos de seis) estaba yo con la idea de ir a una zona en la que hubiera habido un incendio forestal, sobre todo para ver que ocurría después, si la vegetación se recuperaba sola, cómo, que especies, etcétera. Tengo que reconocer que cada vez soy más perezoso y me cuesta ir a lugares que desconozco, es como empezar una relación de nuevo: cuando, donde, cómo, … Así que….conocéis el dicho: “ten cuidado con lo que deseas no sea que se convierta en realidad” pues un incendio vino a las puertas de casa.

         Y el incendio de una pajera, gracias al viento, se convirtió en un incendio en él ardió monte bajo, algunos árboles y casi el pueblo.

En el aprendí varias cosas: no te puedes fiar de ningún fuego, todo arde más de lo que te maginas, puede desplazarse mucho más rápido y con trayectorias no esperadas.  También hay que explicar que las condiciones eran ideales 30/30/30, más de 30º C. de temperatura, viento de más de 30 Km. hora y humedad menos de 30%. 

Una de las carrascas que sobrevivió al fuego pues este no afecto a la copa, aunque si al tronco, después de cinco años. Izquierda las flechas muestran el borde de la cicatrización, entre ellas no hay circulación de savia ni crecimiento. Derecha, el mismo ejemplar  mostrando el estado actual de la copa, la flecha señala la localización de la herida por fuego, que daña el 50% del perímetro del tronco.

         Pasado el peligro y el susto, me pude dedicar a recorrer las zonas del incendio. No todo arde igual, así pasábamos de árboles sin hojas y suelo de ceniza, a otros con las hojas empezándose a secar y algo de materia orgánica en el suelo, a otros en los que parecía que el fuego los había evitado. 

         En seguida a los pocos días, y eso que no había llovido, comenzaron algunas plantas a rebrotar, impresionaba alguna mata de alfalfa de los rastrojos y las esparragueras que daban el aspecto de que no habían ardido a pesar de estar en mitad de una zona quemada. Con el tiempo fueron apareciendo algunas plantas que antes eran muy raras (como Aristolochia pistolochia);  algunos caminos se cubrieron de herbáceas y pasar por ellos era como adentrarse en la selva. También vi quemados como los que se producen bajo las carrascas por las trufas, aún no se si estaban antes del incendio pero se que continúan. 

         Respecto a los árboles quemados, los vecinos aprovecharon para hacer acopio de leña cortando las carrascas quemadas  de lindes y algún camino, así decían que favorecía el rebrote. Yo por de pronto marque algunos para ver si se recuperaban y como lo hacían. Cinco años después, solo muy pocos árboles  se han recuperado en la copa, eso quiere decir que ha muerto la parte de tronco y ramas (alguna carrasca ha rebrotado desde las ramas principales pero con poca intensidad),  y han rebrotado desde el suelo. Ahora los troncos muertos que aún estaban en pie  están cayendo cerrando caminos, por lo que cortarlos en determinadas lugares no parece que fue mala idea, sobre todo viendo los pocos que han rebrotado desde las copas. 

         Los olivos son caso aparte, casi todos eran árboles viejos, de porte no muy grande pero con el tronco hueco, y ardieron por el interior del tronco a veces antes que por las hojas y por la noche cuando el tronco aún ardía en ascuas ellas se mantenía verdes, pero acabaron muriendo; no solo ardió el interior del tronco sino  también la cepa dejando unos cráteres en el suelo que aún continúan; pero han rebrotado de las raíces y este otoño han dado fruto. 

         Las carrascas, almeces y hasta un chopo que crecía en una cuneta han rebrotado así como los enebros desde su lignotuberculos aunque les costó arrancar, no así las sabinas negrales que como es habitual no rebrotan después del fuego.

         En carrascas y almeces que había en las lindes de los campos, el fuego fue de superficie, es decir se quemo el rastrojo, llego el fuego a sus troncos pero no a las copas que solo se chamuscaron, algunos almeces tenían la toza dañada por golpes con la maquinaria y el fuego minó su base por lo que han ido cayendo, pero las carrascas, algunas ahora se les esta levantado la corteza y mostrando incluso el 50% de su perímetro muerto, a pesar de eso mantienen la copa no tan frondosa, pero ahí están.

         De manera que la cubierta vegetal se va recuperado, menos en las zonas de pendiente de la solana donde ya había problemas de erosión, de hecho realizaron un estudio sobre la misma que arrojo la cifra de 20,81 Mg ha-1 año -1, (o lo que es lo mismo casi 21 toneladas de sedimentos en una superficie de 100 x 100 metros, el equivalente a un campo de futbol) más del doble de lo esperado (GRACIA BENITO, A., 2017, Erosión laminar post-incendio en Fornillos de Apiés (Huesca), Escuela Politécnica Superior de Huesca. 

         

        Enebros de la miera recuperandose del incendio. Izquierda un año después, derecha cinco años después 

        Mientras en las zonas de Las Honduras donde hay humedad, el camino que las cruza parece que lo hace por la selva, con continuos problemas de árboles caídos y la vegetación (especialmente gramíneas, las zarzas y clemátide) que lo cubre; la altura de los árboles ha descendido, los afectados rebrotan desde el suelo y la vida volvió a la normalidad. Ahora sabemos que aunque es muy bonito el vivir rodeados de bosques, en un clima donde los incendios son frecuentes es mejor rodear las viviendas de un terreno más despejado donde se pueda hacer frente al fuego, solo por si vuelve, que con una vez basta para aprender.

 Texto y fotografias: Miguel Ortega

domingo, 14 de noviembre de 2021

LA PLANTA QUE TENÍA LAS RAÍCES EN EL CIELO

Abetos en decadencia( y muerte para muchos) con una alta infestación por muérdago (en verde más amarillento)

       Entre las plantas parásitas también hay clases, y la mayoría no tienen clorofila pues no la necesitan por lo que no son verdes, y solo parte aérea para florecer y reproducirse; pero el muérdago es diferente si tiene clorofila pues toma la savia bruta del hospedador y la transforma haciendo la fotosíntesis con ella en la sabia elaborada con la que se nutre y crece, por eso se la denomina semiparásita aunque dependa totalmente del hospedador.

         El primer problema es que necesita luz solar, y en el bosque esa luz esta muy arriba. Este problema es común a otras plantas que no pueden desarrollar un alto tronco; las trepadoras lo solucionan con unos órganos y una forma de crecimiento que apoyándose en los árboles les permite llegar a la luz de las copas de los árboles, pero tienen un problema necesitan un largo tallo para conectar las hojas y las raíces del suelo; el muérdago lo ha solucionado pues “simplemente” hunde sus raíces en el árbol donde se encuentra y que parásita. 


Semilla de muérdago con con el haustorio y pie de de muérdago sobre  pino silvestre.
      

             Pero como llegar a lo alto de la copa? pues en el buche de un pájaro, sus frutos blancos son muy atractivos para los pájaros, como para los zorzales, la estrategia es que al comer el fruto la semilla pasa por el tracto digestivo y sale con los excrementos, pero necesariamente los excrementos han de caer sobre un rama y no resbalar; para ello el fruto es muy pegajoso, y los excrementos también, (con la planta se hacia el besque o liga, un pegamento para artrapar pájaros).

         La semilla, adherida a la corteza emite una raicilla, el haustorio, que atraviesa la corteza si esta no es muy gruesa y se conecta con los vasos leñosos para tomar la savia bruta del árbol; con el tiempo los haustorios se van extendiendo por la corteza del árbol y desde ella penetrando perpendicularmente en el leño. Son esas cicatrices que encontramos al menos de pinos y abetos, como líneas de puntos que vemos en algunos troncos muertos de árboles parasitados.   

         Como los pájaros vuelven a comer del muérdago, vuelven a dejar excrementos y semillas con lo que un mismo árbol puede tener varios pies de muérdago, y no es raro ver sus semillas pegajosas, en las ramas bajo ellos. 

         Respecto a si son perjudiciales se ven árboles con varios pies de esta parásita sin mostrar que les afecte mucho. Pero si coinciden decenas, por no decir mas de un centenar, de pies de muérdago sobre el mismo árbol con otros parásitos como determinados hongos el árbol si puede perecer.

 

         Al menos en los pinos afectan al desarrollo del tronco en la zona infectada se vuelve excéntrica indicando un menor desarrollo de los anillos de crecimiento en esa parte, la abundancia de resina hace que estas partes se usaran para extraer la pez. 

 

Tallos de muérdago (en verde) sobre rama de pino silvestre, se ha eliminado la corteza.
Rodaja de tronco de pino silvestre que tenia cerca un pie de muérdago, se aprecian los anillos excéntricos, la médula se encuentra en la parte inferior

         Hay varias subespecies y suelen ser muy especificas del hospedador, una se encuentra solo en abetos, otra en varias especies de pinos y una tercera en frutales, álamos y otras frondosas. Hay otra especie emparentada que parásita a los enebros y a la sabina negral, y suele pasar mucho más desapercibida.

 

         En su Historia Natural, Plinio el Viejo cuenta como los celtas creen que su presencia sobre un árbol revela la de un dios, y después de sacrificar dos toros blancos, los sacerdotes vestidos de blanco lo recogen con una hoz de oro (no os recuerda al cómic de Axterix?). Según parece, mejor aún si crecía sobre un roble (lo que no es muy habitual), árbol dedicado a Júpiter y al dios germánico del trueno Donar, relacionando así a través del rayo (creían que los atraía más que otras especies), el eje del mundo y la unión del cielo y la tierra.

 

         Estos “poderes” no están exentos de una base química; especialmente los frutos son especialmente tóxicos, por la presencia de un compuesto especifico la viscotoxina, en dosis altas produce un síndrome cardiaco y acompañado de trastornos neurológico. Evidentemente el que sean tóxicos para los humanos no impide que las aves frugívoras los puedan ingerir y esparcir sus semillas. 

         Por la ley de las signaturas usada en algunas medicinas, se consideraba que podía curar el cáncer; el crecer sobre otros árboles debería ser una señal sobre su efecto sobre los canceres que crecen (se desarrollan),  sobre (en) el cuerpo humano. Pero, más allá de esta ley, tiene su interés en oncología experimental como citostático, y reductor de la leucopenia (PERIS et al, Fitoterapia aplicada, Edita M.I. Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, 1995, pág. 381) 

 

         El caso que esta planta ha solucionado el problema de llegar a la luz y al suelo, teniendo las raíces en el cielo, pero aprovechándose de otros.


Texto y fotografías: Miguel Ortega

 

 

 

viernes, 1 de octubre de 2021

UN POCO DE AGUA ES DEMASIADO.....


Aspecto de una laguna salada de Monegros después de una inesperada lluvia

              
Ya lo se, me repito con lo de que en la naturaleza las cosas no son ni buenas ni malas, que todo dependen de a quien, el momento y la cantidad. Pero aquí os traigo un ejemplo de algo que es bueno y malo a la vez.

         Plataforma de las Saladas de Monegros, es finales de verano son las 18 horas y aún estamos a unos 30ºC; la laguna a la que vamos debería estar completamente seca, tal vez con una patina blanca de sal en su superficie como consciencia de la evaporación del agua salina que aflora en ella, pero a lo lejos vemos que tiene agua, y con el cielo cubierto no es un espejismo. 

         Para acercarnos a ella tenemos que cruzar un campo de cultivo de cereal, el aspecto del mismo es desolador tallos de poco más de 20 cm de altura, raquíticos y con diminutas espigas por decir algo, todo conduce a pensar que este año no lo han cosechado, el cereal no ha crecido lo suficiente por falta de lluvias en invierno y primavera. El suelo entre los tallos del cereal  se halla bastante despejado, vemos su color blanquecino (son suelos ricos en yeso) sin materia orgánica; pero sin embargo en las márgenes, pendiente abajo, encontramos grandes acúmulos de materia orgánica con restos de vegetación y excrementos de conejo, apelotonados en depósitos alargados retenidos en la escasa vegetación espontánea. 

         Parece que hace pocos días llovió, y lo hizo con bastante intensidad, lo suficiente para crear una ola sobre el suelo que lo barriera en toda su extensión y lo acumulara en estos característicos depósitos.

 

Deposito de sedimentos orgánicos (restos de vegetación y excrementos de conejo) en la margen del campo.

         Consecuencia de esta lluvia y como Monegros tiene un clima árido en verano, (el resto del año no), la presencia de agua en esta época supone el despertar de muchos organismos, y así  vemos como las plantas efímeras ya han germinado, y muchas ya han formado la roseta (de menos de 1 cm de diámetro) de hojas diminutas. La estrategia de estas plantas anuales se basa en que cuando tiene suficiente humedad para germinar, se desarrollan y se reproducen muy rápidamente, de ahí su nombre de efímeras; pero esto puede ser un problema si todas germinan y luego no tiene suficiente agua para formar semillas, pues toda la población sería eliminada de vez; por eso la estrategia es que sus semillas germinan con diferentes cantidades de agua, así siempre habrá unas más adelantadas y otras más tardías que aseguraran la población.

         En la laguna seguramente ocurra lo mismo, que el agua despertara a los pequeños crustáceos que la habitan, aunque aún no son invisibles a simple vista, su estrategia será parecida a la de las plantas no eclosionaran todos de vez, en este caso la cantidad de agua que hay se puede conocer por la salinidad, así regular la eclosión y la supervivencia, cuanta más agua menos salina es, y por lo tanto más posibilidades de concluir el ciclo satisfactoriamente.

 

Plantas efímeras germinando después de la lluvia.

         Pero hay una especie de vertebrado que también ha aprovechado esta lluvia, hay larvas de anuros en el agua de la laguna, seguramente son de sapo corredor, su presencia me anima a probar el agua, es  salobre. El sapo corredor es una especie con una estrategia tipo r,es decir tiene mucha descendencia pero no se ocupan de ella.  Los adultos vieron que había condiciones para reproducirse, aunque no esta nada claro que estas continúen para el completo desarrollo de la puesta. Estas larvas que debían de tener 1 cm de longitud, y que ahora nadan en la laguna salobre, aunque su desarrollo sea muy rápido, van a tener que luchar contra dos problemas, por un lado la cantidad de agua, y por otro que según esta se evapora va aumentando su salinidad, consecuencia puede que halla agua pero demasiado salina, de hecho algunas larvas ya estaban inmóviles.

         Por eso a veces un poco agua es demasiado….. poco, y  para algunos organismos es posible que sea peor que nada.

Texto y fotografías: Miguel Ortega

jueves, 2 de septiembre de 2021

LAS PLANTAS DE LA OSCURIDAD

Hay plantas que son capaces de vivir sin luz solar, incluso pasan la mayor parte de su vida bajo el suelo protector, creciendo sobre la superficie del mismo solo para reproducirse.

 

La orquídea Corallorhiza en su ambiente del suelo de un hayedo umbrío

         La mayor parte de las plantas verdes, están asociadas con los hongos del suelo en una relación de simbiosis, la planta proporciona azucares, y el hongo agua y minerales. Es una relación ventajosa, las hifas del hongo son de calibre más fino que las raíces y capaces de llegar donde las raíces no pueden, y multiplican el volumen de suelo de donde las plantas pueden obtener nutrientes; además los hongos con sus encimas son capaces de arrancar de las rocas los minerales que necesita la planta y ponerlos a su disposición; además los hongos pueden conectar a plantas de especies diferentes y facilitar el intercambio de nutrientes e información. Hasta tal punto es importante esta asociación que solo un reducido grupo de plantas terrestres no se relaciona con micelio de hongos.

         En el caso de las orquídeas esta relación es más necesaria aún, pues sus semillas para poder ser esparcidas por el viento son muy pequeñas, pero ese tamaño se consigue no dotando a la semilla casi de nutrientes con los que germinar, por lo que la semilla rápidamente ha de relacionarse con un hongo para poder prosperar; hasta que esto se supo y el como hacerlo no se pudieron cultivar, las orquídeas eran entonces muy caras pues se debían recolectar en la selva. 


La orquídea Neottia y su ambiente de suelo de abetal. Y Monotropa en el suelo de un pinar. 

         Esta relación simbiótica llega a extremos curiosos en los que la planta, reduce su superficie expuesta al sol, incluso deja de ser verde y se convierte en saprofita (micoheterótrofa) o en parásita de otra planta. Por supuesto carecen de hojas y la mayor parte de especies salvo cuando florece, su vida es bajo la hojarasca y el suelo. La verdad es que no sabemos hasta que punto son una cosa u otra, o si lo son de forma permanente. Lo que si ocurre es que la mayor diversidad de estas especies, con poblaciones muy localizadas pero de amplia distribución, se da sobre todo en bosques húmedos y sombríos. En el caso de las orquídeas Corallorhiza su tallo floral aún es ligeramente verdoso, pero en Neottia Epipogium los tallos y las flores ya son blanquecinos o de color crema ya sin rastros de clorofila.  

         En el caso de Monotropaque no es una orquídea, a pesar de su vida subterránea y de su flor blanquecina parece que aporta fosfatos a los pinos, de los cuales toma azucares a través del micelio del hongo que los une por las raíces.


Limodorum abortibun. Brotes de la dos especies. Orobanche sp.

         Ya en zonas de mediterráneas donde ya no hay escasez de luz, y si de agua la orquídea Limodorum exhibe su talos florales de color morado o las diferentes especies de hopos u orobanches, ambos sin hojas, sin clorofila y con parte aérea solo par la reproducción, ya se les considera parásitos específicos de varias plantas. 

Texto y fotografías: Miguel Ortega

 

 

jueves, 19 de agosto de 2021

PLANTAS EN LA SOMBRA


En la naturaleza siempre hay un plan principal y varios secundarios, si las plantas necesitan de la luz solar; algunas se las apañan para sobrevivir con mínimos de luz, pero cambio tienen otras ventajas como una mayor humedad. 

         Tal vez lo más definitorio de una planta verde es su dependencia de la luz solar, con ella como fuente de energía pueden usar la materia inorgánica (minerales, agua y el anhídrido carbónico del aire) para sinterizar la materia orgánica (glucosa, almidón, celulosa, aminoácidos,…) con la que nutrirse y formar sus cuerpos, por eso a las plantas se las denomina autótrofas, que se alimentan por si mismas; mientras que el resto: animales, hongos y muchos microbios, necesitamos alimentarnos con materia orgánica ya formada por las plantas, de ahí lo de heterótrofos.

         Aun así, hay plantas que han encontrado ventajas a vivir en la sombra de otras, la menor intensidad y calidad de la luz se compensa con una mayor humedad ambiental y estar más resguardadas de los elementos (viento, frío, exceso de insolación).

         

La Saxifraga umbrosa posee un tonalidad rojiza en el envés de las hojas, aunque en esta especie no se ha comprobado, en algunas especies tropicales sirve para aprovechar mejor el espectro de la luz del suelo de la selva.

       Para poder aprovechar esa luz más escasa, algunas desarrollan grandes hojas para poder captar mejor la energía que siguen necesitando (como el lampazo con sus hojas de 40 cm. de largo), aunque dentro del bosque no son frecuentes los vientos algunas fracciona sus hojas para, sin perder superficie de captación solar, poder resistir mejor el viento (Cardamine, Paris). En el caso de musgos y helechos no pueden competir por su tamaño con las plantas verdes, pero en caso de luz débil su funcionamiento es más eficiente por lo que las sustituyen, así las vemos en los lugares más umbríos (suelo del bosque) y no siempre más húmedos (como los que crecen sobre la corteza de las ramas o los troncos y por lo tanto desconectados del suelo).

La luz solar blanca esta formada por tres espectros principales: rojo, azul y verde. La luz que atraviesa el dosel del bosque, no solo es menos intensa sino que tiene una dominante verdosa, pues es el espectro de la luz solar que no usan las plantas y por lo tanto que reflejan, por lo que esta luz que llega al suelo del bosque, tiene muy mermado el espectro rojo y el azul que es el usado en la fotosíntesis, por eso decimos que es una luz de menos calidad, para las plantas claro.

 

         En selvas tropicales algunos plantas poseen en la hojas una manchas blanquecinas o más claras que se identifican como amplificadores de la luz; y en otras el envés de la hoja es de color rojizo como filtro para poder aprovechar mejor la luz verdosa; entre las plantas de nuestra latitud no esta comprobado que funcione así pero también hay plantas de sombra, (esciofilas, umbrófilas) con manchas blancas (como la pulmonaria), o en envés rojizo, (Saxifraga umbrosa), así como alguna que puede desarrollar ambas características (como la Hepatica nobilis).


Parece que la hepática tien verdadera prisa en florecer antes de que la hayas tengan hojas y la dejen en la sombra.

         Parece que algunas especies del suelo del bosque aprovechan para florecer y reproducirse la mayor intensidad de luz que hay antes de que broten las hojas de los árboles de hoja caduca, aunque sea la primavera muy temprana (primavera, violeta, hepática); eso si, si están bajo árboles de hoja perenne son igual de madrugadoras en cuanto a la floración a pesar que las condiciones de luz no son mejores.

Texto y fotografía: Miguel Ortega 

 

miércoles, 7 de julio de 2021

EL ÁRBOL QUE FUE PORTENTOSO, LA CARRASCA DE NISANO

La Carrasca de Nisano en enero del 2021 tras el paso de la tormenta Filomena. A la derecha el tronco abierto verticalmente mostrando la pudrición localizada en la parte superior bajo uno de los camales.

     Este árbol era una silueta inconfundible en la carretera hacia Lierta (Huesca). En  la publicación: “Árboles notables de la provincia de Huesca” (SANZ y AGÓN, 1997)  aparece descrito su porte como: “muy bello, aparasolado, hemisférico, con algunas de sus ramas casi tocando el suelo.” Y le da unas medidas de: 11,81 m. de altura un diámetro de copa de 22 m. y la circunferencia del tronco de 3,67 m. a la altura del pecho y de 5,18 m. en la base.

         A pesar de su aspecto saludable, y como consecuencia de la tormenta Filomena en enero del 2021, colapsó, sus dos gruesos camales se desgajaron, y el tronco abierto hasta casi el suelo es lo único que quedó en pie. Su rotura descubrió el problema de pudrición que tenía originado a partir de un orificio sin cicatrizar debajo de uno de sus camales. Ahora de nada sirve decir que la culpa fue la herida mal curada, o que si la copa se hubiera descargado de ramas habría pesado menos y se habría evitado el colapso. 

         Pero el haber podido obtener una rodaja de su tronco (de unos 150 cm de diámetro), nos ayuda a conocer su vida a través de la información contenida en su madera. 

El árbol en una foto del libro: "Árboles notables de la provincia de Huesca" de 1997, a la derecha la rodaja obtenida después de su colapso. En sus 150 cm. de diámetro hay 187 anillos de crecimiento, por lo que es fácil hacernos una idea de su edad. Actualmente se encuentra depositada en el Espacio Salto de Roldán de la localidad de Sabayés.


         En esta rodaja, su forma es debida a que estaba situada cerca del suelo, donde el árbol recibe la mayor tensión, especialmente por el viento, y para contrarrestarlo desarrolla contrafuertes que le dan el aspecto lobulado. 

         La gran grieta de la rodaja (fenda) es consecuencia del rápido secado, la madera reajusta su volumen y se contrae, agrietándose. Destaca una gran herida completamente cicatrizada pero ya con pudrición, posiblemente por un golpe con un apero de labranza, y una segunda zona de pudrición que parece tenía su origen en la herida abierta de uno de los camales que colapsaron, la zona del corazón, el duramen, de color rojizo presenta unas gruesas líneas oscuras que son la separación entre la madera sana y la ya infectada con hongos; a pesar de todo ello, presenta parte de la zona de la médula (la parte más vieja del árbol) sana, este hecho es lo que le da tanta importancia a esta pieza, pues nos permite contar la totalidad de sus anillos de crecimiento y conocer su edad de forma segura, 187 años, y no con especulaciones por su tamaño.

Detalle del corte, a la derecha la zona de la médula y las dos zonas de pudrición. Se aprecian los radios medulares y los anillos de crecimiento, su tamaño se puede comparar con la escala inferior que está en centímetros. 

          Aunque los anillos en esta especie son difíciles de ver, y en esta pieza lo es especialmente en la zona más externa y más clara, en la albura, aún así podemos ver como en sus primeros años tuvo un buen crecimiento como indican sus anillos anchos, por lo que podemos suponer que estaba ya sola o no competía con árboles vecinos. Cuando se eliminó la vegetación de alrededor (en la fotografía del llamado Vuelo Americano de los años 1956-1957 ya aparece solitaria) se la respetó, pues seguramente ya debía ser un árbol buen productor de bellotas, y proveía de alimento a ovejas y otros animales.

         Además, estos árboles aislados de buena copa, se usaban para resguardar al rebaño del calor del mediodía del verano, y donde duermen las ovejas siempre dejan “presentes” en forma de orina y excrementos, que son un excelente abono para los árboles. Si además se le había eliminado la competencia de otros árboles por el agua del subsuelo, eso explicaría el buen crecimiento que ha tenido durante toda su existencia.

         Su futuro, aparte de ayudarnos a comprender con datos como viven estos árboles, será que desde la cepa emita renuevos, que es lo habitual en una carrasca que ha perdido el tronco. Nosotros nunca volveremos a ver este árbol como lo vimos, pero sabremos que sigue ahí, vivo, y que perdura. Eso es lo importante.


Texto: Miguel Ortega. Fotografías: Javier Sardina, Santiago Agón y Miguel Ortega.

martes, 8 de junio de 2021

LA EDAD NO PERDONA, ¿CUANTO AÑOS ME ECHAS?

    

Pino negro de aspecto longevo: la mayor parte del perímetro del tronco carece de corteza, lo que nos indica la parte del tronco muerta, puntiseco, solo tiene dos ramas vivas con escaso follaje e inclinadas hacia el suelo;  además crece  sobre un lapiaz lo que no le ha permitido desarrollarse mucho, por ultimo no esta en un zona muy accesible. Valles Occidentales.

        A veces la estrategia para “la inmortalidad” es ir abandonado lo antiguo e ir reinventándose, adaptándose a los tiempos que toca vivir, en este caso no es el tamaño, ni acumular anillos de crecimiento, sino es el aspecto lo que nos da una pista. 

 

    Recuerdo hace años en una exposición de ordenadores a aquel señor, que a pesar del calor de la primavera vestía un traje gris con camisa blanca y una pajarita que era un derroche de colorido, pues ella, era el único detalle decorativo que aquel señor se había permitido, y ahí había concentrado todo el colorido de su vestuario; se le veía feliz con el mundo que se le abría ante él con los ordenadores.

    Con algunos árboles pasa lo mismo, nos indican por su aspecto que hace años que germinaron de una semilla, que por diferentes motivos cayo donde cayó y no fue mal lugar, y han sabido adaptarse a cada tiempo.

El aspecto va ser más importante que el tamaño en muchas especies para determinar un ejemplar potencialmente longevo. 

    Si nos fijamos en un roble muy longevo para nada vamos a encontrar un gran árbol de majestuosa copa, con toda seguridad veremos los restos ahuecados de un tronco ancho del cual surgen otros troncos mas jóvenes y con hojas verdes, son reiteraciones, repeticiones del árbol original como si acabara de germinar de la semilla solo que lo hace del propio árbol; el resto del árbol hace ya mucho que no esta vivo, y hongos y demás organismos saproxílicos se dedican reciclar sus elementos  a vez que lentamente lo van a haciendo desaparecer. Hay un poema que viene a decir que la vida de un roble son 300 años de juventud, 300 de madurez y 300 de senectud.

    Los árboles no mueren por la edad, sino por la actividad de otros organismos (parásitos, depredadores, competencia con otras plantas) o por el clima (sequias, huracanes, incendios, etc). De hecho las células de los animales se van degradando, incluso sus genes se van silenciando con el tiempo; mientras que las células de los vegetales en la primavera los nuevos tejidos se deshacen de este silenciamiento de los genes, y así quedan completamente revitalizadas.

Tilo solitario en una solana con ramas acodadas al suelo. Guara

        Las características visibles de la longevidad pueden ser: 

    Gran cantidad de madera muerta en tronco y ramas, posiblemente con hongos lignícolas que la estén ahuecando, la parte viva se puede quedar reducida a una pequeña porción, incluso una única rama que se desarrolla con normalidad. 

    Una de estas zonas muertas puede ser la parte superior de la copa, si el árbol tiene problemas para mantener la totalidad de las raíces reduce su tamaño y también reduce la parte proporcional de copa, se atrinchera, y suele ser la superior la que elimine pues es la que más problemas le puede suponer.

Otra característica es la posición de las ramas, en un ejemplar joven en pleno crecimiento están dirigidas hacia arriba, mientras que un ejemplar viejo las ramas, como cansadas de soportar tanto peso, se inclina hacia el suelo y a veces llegan a él, en especies como el tilo y el haya de este apoyo surge un acodo espontaneo que puede enraizar, y partir de ahí la rama crece de nuevo hacia el cielo, este acodo dará estabilidad al árbol, y es posible que se pueda independizar del árbol original. A veces los acodos ocurren de forma traumática, si el árbol es derribado y no ha perdido todas su raíces, las ramas secundarias del dorso del tronco tumbado se convierten en troncos que pueden también enraizar, como varios arboles alineados sobre el tronco original.

 

Haya con dos ramas acodadas al suelo. y en la segunda fotografía ha perdido la parte superior del tronco. Guara.

    Aunque a veces un árbol longevo puede haberse convertido en un rodal de árboles de aspecto joven, todos relacionados por la cepa y la raíces.

    La mayor parte de especies frondosas si han perdido el tronco por tala, incendio,… son capaces de rebrotar desde la cepa, bien desde yemas que tienen desde el principio y crecen para estar siempre cerca de la superficie según ensancha el tronco, o son capaces de producirlas ante los nuevos estímulos. De esta manera el árbol ahora será de varios troncos, y la parte más longeva no será el tronco sino la zona de la raíces.

    De forma parecida algunas especies poseen ya órganos más especializados en el desarrollo de los renuevos como es el lignotubérculo (enebro de la miera, boj) y la placa basal en el olivo, que les permite desarrollar de nuevo la parte área con relativa rapidez.    

    Hay aún otra forma de expandir la vida en el tiempo y también en el espacio,  son los renuevos que desarrollan algunas especie de árboles a partir de sus raíces. De ellas puede brotar tallos que se convertirá en un árbol con los mismos genes que el tronco original y de este otro (a veces hasta a 80m metros distancia en el mostajo). Estos clones pueden mantenerse juntos y sumando años como ocurre con Pando, un bosque clonal de álamos temblones en Utah, EEUU; aunque cada tronco tiene una media de 130 años  se calcula que desde hace 10.000  años no se han reproducido sexualmente y su origen podrá estar hace 80.000 años, actualmente este “árbol-bosque” ocupa  43 hectáreas (los datos son de internet).

    Así un árbol de aspecto longevo puede tener una copa puntiseca, aplanada, con gran parte tronco y ramas sin corteza, ya muertas, incluso en proceso de pudrición; las ramas principales colgantes y de escaso follaje, llegando a apoyar en el suelo, donde pueden acodarse y volver a desarrollarse en vertical hacia el cielo. Estos árboles longevos no necesariamente muestran un gran desarrollo para la especie, sino lo contrario, pues parece que hay una relación directa entre tamaño y longevidad, los árboles que han podido llegar a longevos son los que menos han podido llegar a desarrollarse en tamaño, como consecuencia de crecer en localizaciones no tan adecuadas y sobre todo en lo que respecta a los humanos cuanto más inaccesibles mejor. La otra posibilidad de árbol longevo es haberse transformado en una mata, en un rodal de árboles, de edades diferentes no necesariamente muy viejos pero que todos tienen los mismos genes, son clones pues todos provienen por reproducción vegetativa del mismo árbol.

texto y fotografias: Miguel Ortega Martínez

jueves, 6 de mayo de 2021

LA EDAD NO PERDONA, ACUMULANDO AÑOS (Y MADERA)


Teóricamente los árboles pueden ser inmortales, mueren por una infección, depredadores o catástrofes pero no por una programación de la senescencia como en los animales. Pero como siempre hay varias estrategias para conseguirlo.

Izquierda tronco de sabina negral  con 105 centímetros de altura, con los que fue encontrada ya muerta hacía tiempo. Y la secoya Mark Twain con sus 100 metros  de altura cuando era cortada. A pesar de la diferencias de tamaño,  por años vividos solo les separa 150 años, ver siguiente ilustración.
        
        No había que ser muy experto para darse cuenta de lo espectacular del árbol, su gran copa densamente poblada de hojas estaba anclada al grueso tronco por unos camales que surgían de él en forma de vaso, y esta se abría abarcando una gran superficie ya que era un árbol solitario y no tenia que competir por la luz, pues sus vecinos desaparecieron con el bosque hace tiempo en forma de leña; no solo era un árbol frondoso sino que daba mucho fruto, que en tiempos aprovechaban las ovejas que llevaba el pastor a dormir bajo su protección, estas “agradecidas” por la comida y el refugio le dejaban orines y el sirrio, los excrementos, lo cual resultaba ser un abono perfecto para el desarrollo del árbol. Sin tener en cuenta a las ideales condiciones en las que vivía y que le habían permitido ser lo que era,  y en ausencia de otros árboles con quien comparar, tal era su tamaño que se le denomino “el Milenario”, pues parecía que solo el paso del tiempo podía haber hecho a un árbol así. Y si alguien tenia alguna duda el propio pueblo en el que estaba, tomaba su nombre del árbol, y aunque las casas se arremolinaban en torno a la iglesia, parece ser que esta la construyeron buscando la cercanía del árbol, aunque seguramente las fechas digan otra cosa. 

 

         Normalmente en los árboles asociamos la edad con el tamaño, cuanto más años mayor tamaño, de manera que los árboles grandes o muy grandes deberían ser muy viejos. En nuestro territorio un árbol de 20 metros de altura es grande, pero mientras que para un abeto esta a mitad de su desarrollo posible,  para un tejo dobla la de su posibilidades. Igual ocurre con las edades, un chopo que sobrepase los 100 años es muy viejo, sin embrago esa seria la edad de un roble joven con mucha vida por delante.

Comparativa de tamaño y edades entre rodajas de una sabina negral de Guara, (ver ilustración anterior) y las de la secoya Mark Twain expuestas en los museos de N. York y Londres. En la sabina se muestra donde se tomaron las muestra de carbono 14 y el resultado obtenido, vivió en un periodo de 1192 años con un error de 26 años, para 12 cm de diámetro. La secoya alcanzo los 1341 años con un diámetro un "poco mayor", observar la persona junto a ella.

         Y a veces si que es así, las secuoyas alcanzan grandes dimensiones y también pueden tener muchos años, su solución es sencilla, no van renovando tejidos como hacemos los animales, cada año crean nuevos tejidos, nuevos órganos que sustituyen a los anteriores, la hoja caída no es regenerada, el árbol desarrolla una nueva, igual pasa con los vasos por donde circula la savia, el árbol abandona los de año anterior, y crea nuevos vasos cada año con lo que el tronco es un poco más ancho, formando los anillos de crecimiento anuales, muy visibles en las coníferas. De manera que en árboles longevos con grandes perímetros, la parte viva del tronco es una fina capa de milímetros entre la corteza y el leño muerto; consecuencia se hacen árboles muy, muy grandes a base de acumular unos pocos milímetros de madera cada año.

         Este es el caso de la secuoya denominada Mark Twain, elegida por su proporcionalidad y simetría tuvo una altura de unos 100 metros y 27 metros de perímetro, y se corto en 1891, a través de sus anillos se supo que tenia 1341 años cuando la cortaron. Actualmente dos rodajas del mismo se pueden ver en los museos de ciencias de Nueva York y de Londres.  

         Nadie puede decir que en este caso que no existe una relación directa entre tamaño y edad, pero en la naturaleza siempre hay otros planes, otras formas de afrontar la vida y el paso del tiempo. En las zonas mediterráneas hay un arbusto que a veces llega a tener el porte de un arbolillo, pues son raros los ejemplares que superan los 5 metros de altura, al menos en su zona norte de distribución; y vive donde le dejan vivir, es una especie muy frugal, seguramente una, por no decir la que menos agua necesita para vivir en la Península Ibérica, a cambio de tener un crecimiento escaso y por lo tanto un desarrollo muy lento, además no rebrota después de los incendios como hacen otras leñosas de este clima que aúna sequia y calor en el mismo periodo por lo que los fuegos son habituales; es una planta de pleno sol y aunque puede vivir en paredes de umbría no soporta vivir bajo la sombra de otros árboles, es una cuestión no de cantidad de luz sino de la calidad del espectro que recibe, a la sombra de otros arboles el espectro rojo y azul, que es el ideal para realizar la fotosíntesis casi desaparece.

            Con esas condiciones solo hay un lugar donde puede dominar, y es claro esta, donde otros no pueden vivir; así la sabina negra que es nuestro personaje domina en lugares con escaso suelo, pedregosos, en solana secas o mejor aún creciendo en paredes de roca donde el fuego ni sus efectos llega, ni tampoco la sombra de los competidores.

         En esas condiciones de dura existencia, puede llegar a sobrepasar edades de 1000 años (tanto en el Alto Aragón como en el sur de Francia) pero con crecimientos mínimos, sus anillos pueden tener una sola célula de anchura, y el conteo de los anillos y los datos del carbono 14 son demasiado diferentes nos indican que seguramente algún año no crecen nada, pues en el tronco hay unas zonas oscuras en las que los anillos desaparecen o al menos no vemos nada que nosotros seamos capaces de contar. Así tenemos que un árbol, con mil años, (por sus espectaculares troncos y ramas retorcidos queda feo decir que es un arbusto), aunque su tamaño nos lo indique, no es necesario que sea grande sino que puede ser pequeño, muy pequeño (estamos hablando de un tronco de 13 cm de diámetro mayor, pues para complicar las cosas son lobulados y excéntricos). 

         En este caso de longevidad llamémoslo por “acumulación”, las especies son de maderas duras, ricas en esencias y compuestos secundarios que hacen muy difícil casi imposible el trabajo de insectos y de hongos. 

texto: Miguel Ortega Martínez

 

 


martes, 6 de abril de 2021

CUANDO LA ALIAGA FLORECE....EL HAMBRE CRECE

       

Aliaga en floración, se aprecian las espinas o aguijones y las diminutas hojas

         Los dichos, los refranes tienen una explicación y convienen ser explicados pues sin conocer su sentido, este puede cambiar y volverse incongruentes.

         En el Alto Aragón hay uno muy propio de esta época de finales de invierno y principios de primavera, cuando la reservas de comida en la casa, (estamos refiriéndonos a una casa-familia de mediados del siglo pasado, cuando no se podía ir a la tienda comprar algo que no había, o con un dinero que tampoco se tenia) como patatas, legumbres y la harina para el pan habían mermado y no se podrían reponer hasta la cosecha del verano, al igual que el cerdo que se había matado a finales de otoño con los primeros fríos y se iba estirando para dar un poco de sustancia a los guisos; solo se podía reponer la verdura de invierno del huerto (acelgas, coles y escarolas) y algo de carne de la caza, principalmente conejos, pues las aves de corral se dejaban para comidas de grandes ocasiones, y los que tenían rebaño solo aprovechaban alguna oveja machorra (que no podía tener corderos), loca (con encefalopatía), accidentada o que se viera que estaba a punto de morir (y se sacrificaban para el consumo antes de que esto ocurriera), pues los corderos se reservaban exclusivamente para venta. En el campo con el rebaño ocurría algo parecido los pastos escaseaban y los renuevos no se darían hasta que subieran un poco las temperaturas, así mismo la paja y la hierba almacenada o las ramas de olivera, fresno o cualquier otro ramón que se hubiera guardado, se había ido consumiendo los días de nieve en los que el ganado se quedaba en el corral. 

         En esta época los yermos se iban cubriendo de una flores amarillas de característico perfume, era la floración de la aliga, de ahí que se decía: “cuando la aliaga florece, el hambre crece”. Pero el espectáculo de color no iba a solucionar el problema de los recursos, es más este se recrudeciera al  seguir disminuyendo las reservas de comida, de ahí que tras la floración la aliaga fructifica y como leguminosa que es lo hace en vainas, por eso se decía: “cuando bachoca, a todos toca”. Ya con la primavera lanzada al menos en los pastos, las partes embastecida del año anterior más ricas en celulosa y lignina y por lo tanto menos nutritivas y menos digeribles, son sustituidas por los renuevos de las plantas ricos en vitaminas y proteínas que son más nutritivos, por eso la tercera parte era: “cuando grana, se pasa la gana”, cuando la aliaga forma la semilla hay abundancia de comida en el campo y por eso el rebaño come con menos ansía, incluso los animales se permiten comer seleccionando los mejores bocados. 

 

Bachocas, frutos en forma de vaina de la aliaga

         La aliaga aunque nosotros la tengamos como una planta molesta, pues picha, hace intransitables algunos lugares, nos indica terrenos degradados normalmente por incendios demasiado repetidos, ya que puede rebrotar después de estos y sus semillas germinan mejor después de la altas temperaturas y el humo de la combustión. Pero la aliga es una planta muy importante en el ecosistema: lo primero al ser una leguminosa fija nitrógeno con lo que ayuda a la recuperación del suelo, y lo protegen de la erosión con sus raíces del arrastre por las lluvias, y partes aéreas del impacto de las gotas de agua que aunque parezca mentira lo erosionan, y al ser pinchosa del pisoteo por los animales; además es una planta melífera.

         Antaño era una planta llena de utilidades, lo digo en pasado pues ahora prácticamente no se aprovecha, y el uso que se le daba era una forma de mantener las aliagas a raya. Suponía  alimento para las ovejas, de ellas decían: “comen tres veces”: la flor, la hoja (especialmente cuando rebrotan después de un incendio) y el fruto (al comer el fruto esparcen las semillas con los excrementos); en zonas del la Cornisa Cantábrica se recogía un pariente, el tojo, se picaba y se daba de comer a las caballerías en las cuadras.  Las aliagas se usaban como albardilla para proteger las tapias de barro (adobe, tapial), evitando que el agua las deshiciera, y de paso que los gatos no pudieran saltar por ellas.

Rebrote desde la raíz después de un pequeño incendio

         En muchas zonas era el combustible (junto con el boj y la coscoja) de hornos (pan, cerámica, cal,..) y de las casas, arde con facilidad y de forma casi violenta aunque de forma breve, los arbustos se encontraban con facilidad a diferencia de la madera de los árboles, dada la gran presión que se  ejercía sobre estos, escaseaban incluso en zonas que hoy vemos completamente cubiertas de arbolado. La escasez de combustibles queda reflejada en la frase de un vecino que decía: “y no pienses que por tener chimenea, la teníamos encendida en invierno, lo hacíamos solo para cocinar y entonces aprovechábamos para calentarnos”.

         Por su forma de arder se usaba en la matacía para quemar los pelos del cerdo, ahora se usa un soplete.

         Incluso los pastores de Monegros la usaban como colchón en los mases, casas del monte, echando sobre ellas una piel de choto para no pincharse, para así estar aislados de la humedad del suelo.

         Así vemos como un planta con múltiples utilidades, ha quedado relegada a ser considerada una molestia por el cambio de uso.