jueves, 27 de agosto de 2020

LA SELVA ESCONDIDA (y I)

      

claro de un bosque
Desde el interior del bosque donde reina la oscuridad, vemos el claro en el se encuentran la plantas que hacen que sea residente.

     El bosque no es un grupo de organismos (animales, hongos, plantas, microbios) que coinciden bajo el paraguas de los árboles, el bosque es una comunidad de seres vivos que interaccionan entre ellos, esto es que dependen unos de otro, casi lo podríamos ver como un superorganismo; podemos reconocer plantas de sombra que solo viven en el interior del bosque, pues dependen de las condiciones creadas por los árboles con la luz más atenuada más humedad ambiental y temperaturas no tan contrastadas. Podríamos creer que los árboles son los reyes del bosque (y en cierta forma lo son) pero necesitan de los hongos y microbios del suelo (la basura de uno es el tesoro de otro), y de animales que polinizan o dispersan sus semillas, para poder desarrollarse de una forma adecuada. Al igual que necesitan de plantas y árboles colonizadores de cuyo trabajo se aprovecharan después los árboles dominantes, incluso de la relación tanto de competencia como de ayuda con otros árboles.

         Esto parece que complica el entendimiento de lo que es un bosque, pero el objetivo final es una comunidad compleja, diversa y sobre todo muy estable, en equilibrio dinámico, con recursos para la resilencia, capaz de superar situaciones traumáticas para el bosque como un incendios, sequías, etc. 

    

El pinar de la Ronera de Guara, recuperado antiguos dominios después de haber sido sustituido por pastos, durante varios siglos.

     Además el bosque no esta inmóvil en el tiempo, va evolucionado, cambiando su estructura; cuando la vegetación pionera coloniza un nuevo territorio, poco tiene que ver con el bosque que vendrá después, ya que en su madurez dominara una especie de árbol reduciendo la diversidad de plantas bajo sus copas, pero cuando llega a ser uno bosque viejo la caída de árboles viejos y la apertura de claros producirá un aumento de diversidad tanto de especies como de tamaño; de esta forma el bosque estará más preparado para superar eventos, pues dentro del propio bosque tendrá todos los organismos necesarios para reconstruirse como las plantas pioneras que se encuentran en los claros.

      Somos humanos y nos valemos sobre todo de la vista, por eso hasta ahora nos habíamos fijados en poco más de la parte visible del bosque la parte aérea, lo que esta sobre el suelo, así apreciamos la competencia por la luz entre las plantas, el follaje en crecimiento y el efecto de los depredadores y parásitos en la vegetación. Luego hay cosas que vemos pero no imaginamos su importancia, por ejemplo el peso de las hormigas de una parcela de selva es superior al de todos los vertebrados de la misma y son capaces de producir modificaciones en el bosque, al menos en el trópico.

    Y en la parte aérea usando otros sentidos, percibiremos olores, y por ejemplo el olor a tierra mojada es el llamado petricor producido por un compuesto la geosmina de un bacteria Streptomycetes coelicolor, según parece el olor atrae a los colémbolos y estos difunden las esporas de la bacteria. Igual estrategia sería de las trufas, no las vemos pero las podemos oler.

       

Los hongos como estos sobre la hoja muerta de un haya, aunque muchas veces no nos damos  cuenta de ellos, son imprescindibles para el funcionamiento del bosque.

      Aunque ya que los árboles, y las plantas, no tienen olfato mejor expresarlo en que producen compuestos químicos volátiles y tienen también receptores para esos compuestos, y así se comunican entre ellas, una planta puede informar a otra de la presencia de depredadores para que se defienda con la producción de taninos o comunicarse con los animales reclutando a polinizadores (el aroma de las flores), a dispersores de semillas (el olor a fruta madura), incluso  a parásitos de sus depredadores (avispas icneumonidos que parasitan a pulgones y orugas).