sábado, 21 de mayo de 2016

LAS SELVA DE LA LUZ (Paseando por la Naturaleza nº 14)

Abetos despuntado por encima del bosque mixto
Hay zonas en el Pirineo donde las nubes y la escasa luz atenuada que logra atravesarlas son una constante, en estos lugares la precipitación anual supera holgadamente los 1000 mm; como además está repartida a lo largo de todo el año no tienen sequía estival, más aún si la zona tiene suelos profundos que conservan la humedad. Coinciden con zonas de umbría donde en invierno el Sol solo lame algunos resaltes dejando el resto en una sombra de semanas o meses, por lo que la fusión de la nieve y la evaporación del agua del rocío siempre se retrasan.
En estos lugares, húmedos y umbríos de media montaña, el agua no es un problema para la vida y la luz es el recurso por el que todas la plantas pelean, y en esta lucha hay un claro ganador, el abeto, su estrategia es dominar con su altura, por eso las copas oscuras y cónicas de los abetos se alzan sobre los restantes tipos de bosque.
Corte del tronco de un abeto. Sus anillos de crecimiento indican que los primeros años creció muy poco, hasta que ocurrió un evento, en este caso una tala que elimino a sus competidores por lo que creció mucho más, anillos anchos
Son árboles que necesitan sombra en su primeros años, por lo que sus semillas germinan debajo de matorrales como el boj o bajo la densa sombra de árboles como las hayas, incluso de los propios abetos. Después crecerán, pero ahora necesitan más energía lumínica y sino no pueden superar la bóveda de copas de los otros árboles esperaran, especialmente si están debajo de otros abetos que son los árboles que menos luz dejan pasar.  En la espera alguno morirá, pero la mayoría continuará hasta que se abra un hueco en la bóveda del cielo y la luz penetre hasta sus copas, entonces con mayor cantidad de energía en forma de rayos solares experimentarán un crecimiento secundario en anchura, explosivo, pasando de anillos de crecimiento anuales de 2 milímetros a otros de más de 1 centímetro, proporcional al crecimiento en altura.
¿Como acaparar la mayor cantidad de luz, que es el recurso más limitante en estos bosques?, la respuesta son troncos rectos, esbeltos y muy altos hasta los 40 metros, más que ningún otro árbol de la zona, para abrir sus ramas a modo de parasoles superpuestos y extender sus acículas en planos evitando hacerse sombra una a otras. Ahora serán capaces de soportar el sol veraniego de medio día, ya no dependen tanto de la humedad ambiental, ahora con sus raíces ancladas en el suelo siempre húmedo del bosque bombearan sin restricciones todo el agua que necesiten, y con su transpiración contribuirán a crear la humedad ambiental del bosque que dominan.
Abetos jóvenes compitiendo entre si por la luz
Si coinciden varios abetos y sus copas se tocan crearan un techo que impedirá que la luz llegue más abajo, lo que hará que árboles y arbustos que les protegieron en los primeros años, vayan decayendo y muriendo, poco a poco el suelo se llenará de troncos muertos, y entre ellos, aprovechando la tenue luz y el centelleo de los rayos de sol que se filtran entre las copas desordenadas por el viento, aparecerán las planta especialistas de la penumbra que no soportan el sol directo ni la sequedad ambiental, algunas de ellas asociadas a hongos, tanto que hasta han perdido la clorofila. Bajo las copas de los reyes de la selva, las plantas del suelo son cortesanos que dependen de su benevolencia, de las condiciones que crean; por eso algunas han evolucionado para no necesitar la luz y se transforman en saprófitas.

Ver también las entradas sobre este tema: La guerra silenciosa del bosque del 26 de octubre del 2015 y La guerrilla por la luz de 8 de diciembre del 2015.

martes, 17 de mayo de 2016

FITODRÁCULAS, LOS VAMPIROS VEGETALES

Flor de la orquídea parásita Limmodorum abortibum, de la planta solo es visible el vástago florido cuando se reproduce, el resto del tiempo vive bajo el suelo parasitando las raíces de la planta hospedante 
La sola mención de Drácula nos remite a la imagen de un señor pálido, un tanto sofisticado (lleva capa) y exclusivo (es conde), y al abrir su boca aparecen unos desarrollados colmillos (no los vestigios que portamos el resto) pues se alimenta de la sangre de otros humanos; al mencionar vampiro podemos pensar en un Drácula más genérico que solo tienen en común su consumo de sangre humana y su origen ficticio. Luego están los humanos que se alimentan con sangre, bien como rito para tomar el espíritu del animal recién muerto (caliente y líquida), como aprovechamiento de todo el animal: de la sangre encebollada a las morcillas y tortetas; o bien por una cuestión cultural, como es el caso de los masai de Kenia, para ellos la riqueza depende del número de vacas que se posee, la única forma de alimentarse de su ganado sin matarlo es con la leche y la sangre.
 Tallos con flores de cuscuta parasitando una aliaga
Aunque los vampiros sí existen en la realidad, son murciélagos que con uno de sus colmillos rasgan la piel de animales homotermos y lamen la sangre, su saliva evita que la sangre coagule con normalidad, seda al animal y de paso le pueden transmitir alguna enfermedad infecciosa. Los vampiros humanos o mataban a la gente o la transformaban en vampiros según el guionista de la versión cinematográfica, pero al menos no trasmitían enfermedades.
Muchos insectos son vampiros, pues se alimentan de la sangre de otros animales como los mosquitos, las pulgas, los chinches, los piojos, etc. Luego están los vampiros vegetarianos que se alimentan de la sangre de las plantas, la sabia, como los pulgones y los mosquitos de sexo femenino; los humanos que consumen jarabe de arce se podrían considerar vampiros de esta última modalidad.

Muérdago parasitando una rama de abeto, a diferencia de las dos especies anteriores, el muérdago si posee clorofila para transformar la savia bruta del abeto en su propia savia elaborada
Finalmente, están los dráculas vegetales o fitovampiros (el nombre hay que trabajarlo un poco más y ya veremos si prospera), y aunque suene redundante son plantas estrictamente vegetarianas pero no con su especie. Son plantas que en lugar de absorber agua y nutrientes del suelo lo hacen de otras plantas, a veces de la sabia bruta que luego transforma con su propia clorofila por lo que son plantas de color verde, como el muérdago; otras, las más draculianas, las que absorben la sabia elaborada, por lo que no necesitan ya de clorofila y por lo tanto no son de color verde, yendo desde morado (Linmodorum  abortibum), rojo (cuscuta), color carne desvaída (Orobanche sp. ) a blanco ( Monotropa monotropa), algunas ni siquiera tienen parte aérea. De las cuatro anteriores solo la cuscuta tiene un tallo aéreo, las otras tres, como parasitan las raíces (otra coincidencia con drácula y su querencia por los enterramientos) solo desarrollan un tallo floral para reproducirse, a veces con sofisticadas y elegantes flores, y es entonces cuando nos damos cuenta de que existen. Sin lugar a dudas son fitodráculas.