jueves, 26 de junio de 2014

ELEGIR AL MENSAJERO


El mimetismo de la flor de Ophrys insectifera con la hembra cautiva al macho de la especie de insecto que la poliniza

Las plantas no dejan de buscar sistemas para mejorar su economía, con el uso de los insectos pueden reducir la cantidad de polen a cambio de invertir en publicidad, la flor vistosa, y en los regalos promocionales, el néctar. Si seleccionan a unos mensajeros concretos, unas pocas o incluso una sola especie de insecto, y adaptándose a sus características podrá reducir aún más en la inversión del polen pues el mensajero solo ira a las flores de unas pocas o una sola especie de planta. En el lado negativo planta e insecto dependerán una del otro, de forma que si una desaparece la otra también, aunque al menos para las plantas siempre hay un plan alternativo, como polinizarse a sí mismas o la reproducción vegetativa.
         Una manera de seleccionarlos es por sus gustos alimenticios, no todos los insectos polinizadores acuden a las flores por el polen, néctar o las esencias florales típicas.

El aspecto de la flor y la fragancia de Aristolochia pistolochia resulta atractivo para los insectos carroñeros que la polinizan 
Algunas plantas reclutan a determinados insectos, generalmente pequeñas moscas que se alimentan de cadáveres, son abundantes, muy buenos voladores y tienen “un gran olfato” para encontrar su alimento. La flor entonces no necesita ser de vivos colores sino que imita el color de la carne, como la aristoloquia, sus fragancias también irán relacionadas con el gusto de sus polinizadores, de manera que para nosotros su aroma lo clasificamos como de fuerte o pesado, a desagradable como en las calas silvestres. Incluso algunas plantas atraen a estos insectos carroñeros ofreciéndoles lo que parece un buen lugar para sus puestas, el alimentarse de cadáveres no quiere decir que haya que ser mal madre-padre, pero luego sus larvas morirán de hambre pues no hay comida y solo señuelos para los progenitores a los que la planta no da nada a cambio. Recordemos que aunque la flor esta diseñada por y para los insectos que la polinizan, lo único importante para ella es que funcione bien la fecundación y al menor coste.
         Normalmente la selección del mensajero beneficia a la planta, pues este no se distraerá con las flores de otras plantas y el insecto en sus flores siempre encontrara comida, pues no todos los insectos pueden acceder a ella. La mejor manera es situar la recompensa de manera que solo los elegidos puedan acceder a ella, al menos de una forma lícita. Por ejemplo situando el néctar al final de un largo tubo a modo de espuelas que sobresalen de la flor, es el caso de las aguileñas,  las grasillas o algunas orquídeas, solo los insectos con una larga espiritrompa podrán llegar a él, el caso más destacado es una orquídea de la isla de Madagascar cuyos nectarios llegan a estar en un tubo de hasta treinta centímetros de longitud, y solo hay una especie de insecto, en concreto una mariposa nocturna, que tiene una espiritrompa capaz de llegar hasta ellos.
En otros casos la selección es por fuerza, solo los insectos más poderosos como los abejorros son capaces de separar las partes de la flor como el acónito o la retama de escobas, para llegar al néctar, y aunque destrocen la flor si cumplen con la tarea de la polinización, a la planta, le basta.
        
 Flor de Pinguicula sp. a la derecha sobresale el nectario 
        Otras seleccionan a sus mensajeros por el reducido tamaño de la flor o por la situación de estas cerca de suelo y su posición colgando de forma que pocos insectos voladores pueden llegar a ellas.
         Las que atraen con la fragancia suelen tener un momento en el día en el que la emiten, normalmente al atardecer pues de noche también hay polinizadores, pensemos en las mariposas nocturnas, las polillas, que son más eficientes o al menos más rápidas que las diurnas, pues sorben el néctar volando sin posarse en la flor.
         El caso más destacado tal vez sean las orquídeas de abejeta, de las cuales hablaremos en otro momento, que solo usan como mensajeros, no a una sola especie de insecto sino solo a uno de sus sexos.
El caso contrario también existe plantas que confían en cualquier insecto para la polinización, como algunas umbelíferas y en sus flores podemos observar como coinciden a la vez escarabajos, abejas, avispas, moscas, tábanos y mariposas, pareciendo raro que todas ellas puedan sacar recursos de la misma flor.

viernes, 13 de junio de 2014

EL PLAN "B"


El clavelillo Dianthus monspessulanus evita autofecundarse siendo las flores primero hembra, a la izquierda, y después macho, a la derecha.

En la naturaleza siempre suele haber un plan alternativo de manera que si algo falla, otro elemento lo pueda sustituir. Así en algunas especies de plantas que se polinizan por el viento también acuden los insectos a sus flores. El llantén o algunas gramíneas no están preparados para que los insectos las polinicen sin embargo estos acuden a alimentarse del polen cuando aún es demasiado pronto para que abunden las flores con néctar.
También hay flores llamativas que pueden atraer a los insectos y que saltándose las normas suelen autopolinizarse o autofecundarse, como algunas leguminosas como los guisantes o las judías. En plantas muy especializadas el autopolinizarse puede ser un recurso indispensable, una de las especies de orquídea de abejeta que vive en las Islas Británicas, se reproduce de esta forma y no tiene otra elección, en estas islas hace tiempo que desapareció la abeja que la polinizaba. Si la planta persiste, es por su plan alternativo de lo contrario habría desaparecido junto con el insecto. La posibilidad de ser polinizadas por diferentes métodos asegura más aún, la fecundación de sus flores y las posibilidades de aumentar la producción de semillas.
La flor de la ruda se autopoliniza acercando los estambres al pistilo.
Pero lo normal es que en la flor se encuentren los dos sexos y la planta evite la autofecundación, con barreras mecánicas o temporales, es decir hay una imposibilidad física en que el polen llegue a su propio estigma, o la flor primero es un sexo y luego el otro, de forma que no son los dos fértiles a la vez. ¿pero que ocurre si el tiempo de la flor se esta acabando y no es polinizada?, pues la planta procura autopolinizarse, no es la solución deseada pero es peor perder la inversión de la flor sin logra producir semillas. Hay diferentes estrategias, veamos varias: en el caso de la dedalera o digital la corola en forma de tubo de desprende de su base y al caer pone en contacto a los estambres con los pistilos. En el caso de la aguileña cuya flor colgante siempre mira al suelo, cuando el tiempo se acaba la flor se gira por su pecíolo y se coloca de forma invertida para ella, es decir como la gran mayoría con la flor hacia el cielo, de esta forma su propio polen puede caer en los estigmas. En la ruda o ruta los estambres que se encuentran horizontales y en la parte exterior se van doblando hacia en interior de forma alternativa hasta verticales de forma que el polen puede caer directamente en la parte femenina de la flor. 
Potentilla mediante estolones extendiendose
Para algunas plantas las condiciones ambientales en las que se tienen que desenvolver son bastante limitantes, como ocurre con las plantas de la alta montaña en los veranos cortos y fríos por lo que no pueden confiar únicamente en la reproducción sexual para multiplicarse. Normalmente en estas condiciones las plantas no pueden ser anuales pues en una sola estación no siempre les da tiempo a germinar, desarrollarse, florecer y fructificar. Todas las plantas que no concluyan el ciclo es semilla desperdiciada, por eso las plantas suelen ser bianuales, el primero se desarrollan y almacena reservas y el segundo tiene flores frutos y semillas. Incluso en esta estrategia a varios años, las plantas aprovechan la multiplicación vegetativa a partir de bulbos, tallos subterráneos (rizomas), tallos superficiales (estolones) o de fragmentos de la planta, a modo de esquejes, caídos en un lugar propicio donde una nueva planta prosperara.
La reproducción sexual es un gran invento de los seres vivos, con ella los individuos se van modificando y de esta forma sus posibilidades de adaptarse a un medio cambiante, pero en caso de no poder ser, la autofecundación o la reproducción vegetativa dan la posibilidad de perpetuarse aunque no sea en las mejores condiciones.

domingo, 1 de junio de 2014

¡ESA PUERTA, QUE HAY CORRIENTE!

Matorral costero con forma aerodinámica, el viento del Cantábrico choca contra la costa y remonta el acantilado.

De lejos, las nubes aparecen como un muro impenetrable que cubre las cimas de las montañas, pero dejan al descubierto las solanas y en ellas el sol del verano brilla con intensidad, en el valle hace calor pero en cuanto cogemos un poco de altura, al acercarnos al muro de nubes, nos envuelve un frío repentino, como olvidado en algún rincón de estas montañas del invierno pasado. Cuando llegamos a la cerrada, el viento tiene tal fuerza que buscamos el resguardo de una roca para poder hacer una foto sin ser agitados, cuesta arriba con el viento de cara no nos molesta la ropa que siempre llevamos de más en la mochila. Al cruzar el collado estamos dentro de la nube, la visibilidad viene y va según disminuye o aumenta la densidad del vapor de agua, hace frío pero de pronto nos damos cuenta de que aquí el aire está en calma, pero la entrada de la cerrada seguramente siga siendo un muro de viento, la puerta del cierzo.
Matorrales rastreros de enebro desarrollándose al amparo de piedras. La flecha roja indica la dirección del viento.
         Parece que solo los días de sol y calor son buenos para ir de excursión, pero a veces un mal día de viento y frío puede ser bueno, en especial si nos ayuda a comprender algún aspecto de la naturaleza que de otra forma nos pasaría desapercibido, como el efecto del viento del que siempre hemos oído relatos que tomamos siempre un tanto exagerados, hasta que los vivimos nosotros y vemos que no lo son tanto.
        Y donde mejor vemos el efecto del viento es en la costa, las olas chocan contra la orilla y los matorrales costeros tallados por el viento marino toman forma de olas verdes que se agitan sin desplazarse. Cuando regresa la calma vemos secos los brotes de la vegetación, la sal transportada en aerosoles de agua de mar por el viento, la maresia, extrae el agua de las yemas tiernas y las seca. Este efecto es especialmente visible en las costas cálidas y secas, donde la escasa lluvia no puede lavar la sal depositada en la vegetación, por eso árboles y arbustos crecen mezclados cediendo a otros el prestigio de estar en primera línea, tomando la comunidad vegetal forma de cuña para disminuir su superficie al viento y repartir el efecto del viento y de la maresia.
Tejo con la copa en forma de "bandera", como consecuencia de vientos constantes. 
Lejos de la costa el viento también puede tener un efecto de “poda”. En determinados lugares, donde el viento fuerte sopla siempre en la misma dirección, la vegetación refleja esta situación, portes tumbados, forma de cuña y árboles con aspecto de bandera desarrollando sus ramas y el follaje a sotavento, aprovechando la protección del propio tronco.
El Pirineo es un obstáculo a los vientos del NW, son vientos que empujan los frentes de nubes, al llegar a la cordillera tienen que elevarse para poder cruzarlas, entonces estas se enfrían y precipitan en forma de lluvia o nieve en las laderas de barlovento. Una vez superada la cordillera ya son vientos secos pero aún pueden ser fríos, y como el aire frío es más pesado que el aire calentado por el sol de la solana baja pegado a la ladera. Si el valle se encajona el viento toma mayor velocidad por el efecto Venturi, (pues tiene que pasar la misma cantidad de aire pero por una sección menor, la solución aumentar la rapidez con que se desplaza), por lo que su efecto es mayor, el viento aumenta la evaporación, y por lo tanto la sequedad y la sensación de frío; la sequedad daña las partes más vulnerables de las plantas como yemas y hojas, llegándolas a matar o evitando que crezcan con normalidad haciendo un efecto de “poda”. Si en verano disfrutamos de uno de estos momentos, la ropa de abrigo de “por si acaso” que llevamos en la mochila, no nos sobrará, incluso echaremos de menos esa prenda que dejamos en casa porque para qué cargar con ella.
La fisiología también ayuda a darle forma a estos árboles. Las plantas cuando son tocadas repetidamente, o zarandeadas como en los lugares donde sopla frecuentemente el viento segregan una hormona en forma de gas, el etileno, que entre otras cosas evita el crecimiento en altura y facilita que se ensanche la planta, así con una forma menos estilizada y más aplanada soportar mejor el efecto del viento, entonces se puede ver su efecto en los árboles con forma de bandera, o matorrales que crecen achaparrados al amparo de una roca y que seguramente no los asociemos si no coincidimos con un “buen día” de viento.