lunes, 19 de enero de 2015

PASEANDO POR LA NATURALEZA Nº1. LA FRONTERA ENTRE EL SOMONTANO Y LA SIERRA


Del cruce de Santa Eulalia de la Peña a La Pinosa (Huesca)
Solana de la Peña de San Miguel del Salto de Roldán 
     Recorrido sencillo ideal para empezar, con menos de 4 Km, unos 150 metros de desnivel y una gran variedad de plantas, el hecho de que estas sean comunes nos ayudará a irlas conociendo y que en los siguientes recorridos nos sean ya familiares sus nombres y cómo viven.
En conjunto, todas la especies de matorrales que vamos a encontrar nos hablan de un pasado de incendios frecuentes, la vegetación se quemaba para favorecer el rebrote del pasto y eliminar a los matorrales competidores, a la larga el fuego ha favorecido a los matorrales que se pretendía controlar y que ahora dominan con claridad. Hay una excepción: la sabina, que no rebrota después del fuego por lo que los ejemplares más añosos están refugiados en las partes rocosas.
         El trayecto que vamos a efectuar es por una zona fronteriza entre la vegetación mediterránea, adaptada a la sequedad estival, y la vegetación eurosiberiana, más necesitada de humedad en verano y que encontramos en las zonas más altas y sobre todo en la umbría. Pero hay que señalar que en la naturaleza las fronteras no son líneas nítidas sino amplias zonas donde se mezclan elementos de ambos lados.
Así, en altura, la coscoja, que acompañaba a los matorrales más frioleros (lentisco, olivarete, madroño,…) que hay en las zonas bajas de las solanas, va desapareciendo en favor del dominio del boj, y la aliaga es sustituida paulatinamente por el erizón; con el cambio de orientación de solana a umbría un arbusto rastrero, la gayuba, se va afianzando, el enebro de frutos marrones es sustituido por el de frutos azules y el durillo por su pariente de hojas caducas, la betilaina.
La zona más umbría de La Pinosa
     Ya en la umbría, el pino royo se ha ido recuperando formando un pequeño pinar, La Pinosa, donde las plantas compiten por la luz; en los lugares en los que esta es más escasa hay zonas sin sotobosque y con troncos de pinos muertos al no haber podido realizar la fotosíntesis y por lo tanto nutrirse de manera adecuada.
     Al final del recorrido encontramos un grupo de tejos, este árbol primitivo y que junto al haya nos indica los lugares más húmedos de la sierra, da lugar a un topónimo, Peñón Tacho, que se alza por encima del grupo de tejos.
La oreja de oso en plena floración
     Las paredes de roca son un medio para plantas especialistas, así en las expuestas al mediodía son recalentadas en verano por el sol, en ellas abunda una planta crasa, la uña de gato, y también el té de roca. Una planta leñosita, que se diría pegada a la roca y con flores que nos recuerdan a dalias diminutas de color azul, se muestra indiferente al tipo de roca y a la orientación de la misma es la Globularia repens. Ya en umbría encontramos más plantas características, la corona de rey con sus hojas cubiertas del carbonato cálcico de la roca que les da un aspecto glaseado, y a la oreja de oso, una reliquia del la era Terciaria (cuando el clima de esta zona era más húmedo y cálido), esta es una de las pocas plantas con flor que se seca en verano para después de una tormenta revivir e incluso florecer.
     Pero este recorrido tiene más fronteras aparte de la de la vegetación (mediterránea-centroeuropea) y de la climática (solana-umbría), también es una frontera geológica entre los materiales de los somontano (valle de Ebro) y de las sierras (Pirineos). De los somontanos son las arcillas, las areniscas y los conglomerados de los mallos en este caso del Salto de Roldán, aunque los solamos incluir dentro de las sierras. De las sierras son las rocas calizas en toda su variedad: con fósiles, con arena, con arcilla. De igual forma es una frontera  respecto a su formación, los relieves de la sierra lo han hecho por elevación, traslación y plegamiento, mientras que los del somontano son producto de la erosión. En los siguientes recorridos ya iremos viendo ejemplos de todo esto.


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
PEDROCCHI RENAULT, CESAR,  1997, Guía del naturalista de los Pirineos, Ed Planeta
ORTEGA MARTÍNEZ, MIGUEL, 2012, La senda entre el boj, Ed Ayto. Nueno
GRASA SANCHO, PILAR, 2007, Vida y usos de la plantas en Santolarieta, Ed Asociación de vecinos y amigos de Santolarieta.

jueves, 1 de enero de 2015

EL ENIGMA DEL LIQUEN ANARANJADO

Ephedra cargada de frutos

Este otoño está resultando verdaderamente frío y oscuro, la sierra esta oculta por una capa de nubes de un blanco opaco. En los somontanos las débiles ráfagas de un viento helador me hacen preguntarme ¿pero, qué hago yo aquí?. Toda la naturaleza parece escondida, reposando, pacientemente, sin prisa, esperando la fuerza de los rayos del sol, aunque sea de un sol de invierno. Solo un valiente arbusto cubierto de frutos carnosos de color frambuesa parece desafiar al día, es el único que encuentro así, lo cual hace que me fije más en esta efedra. Los frutos situados en el exterior de la fronda, exhibidos a la aves, sus ramas sin hojas, con su aspecto mitad retama, mitad cola de caballo me hacen recordar que a pesar de todo sus parientes son los pinos. Esta efedra ha tenido suerte y su tallo se hunde en la tierra, sus raíces así tendrán más posibilidades de encontrar agua y nutrientes, pero muchas de sus vecinas clavan sus tallos en las grietas de las rocas de estas “bancadas de piedra de arena”.

En los somontanos son frecuentes los bancos de roca arenisca, esta es de color siena, tostado claro o simplemente ocre, pero este color solo se aprecia en las fracturas frescas, pues cuando su superficie se halla expuesta a la intemperie, es de color gris más o menos oscuro, por la pátina que forman las colonias de vegetales muy primitivos y microscópicos, (como las algas unicelulares o las cianobacterias) que se desarrollan sobre ella. Y siempre en lugares donde el agua de lluvia moja la roca, por eso se dan sobre superficies horizontales (y verticales si sobre ella escurre el agua) pero no en cavidades y extraplomos, donde el agua nunca llega y es aquí donde la roca mantiene su autentico color.
A esta capa gris de fondo se le superponen otras manchas de vida, pero de vida tenaz, capaces de desarrollarse donde otros no pueden, son los líquenes colonizando la roca desnuda. En algunos lugares son muy abundantes y cubren la práctica totalidad de la superficie expuesta de la roca, dándole a esta un divertido aspecto moteado que contrasta con la solemnidad monocroma del resto.
Las zonas que se mojan de la roca están cubiertas de algas unicelulares y líquenes
Desconozco los nombres de estos líquenes, solo que los hay negros, grises y blancos, en especial estos son los más llamativos y los que alcanzan mayor tamaño, por encima de los sesenta centímetros de diámetro por lo que con su crecimiento lento e irregular seguramente estuvieran en la roca antes de que cualquiera de nosotros hubiéramos nacido. Las condiciones que tiene que soportar son muy extremas, pues están expuestos a todas las adversidades del clima, además al estar situados sobre la roca deben sufrir los mismos cambios de temperatura que esta, sin nada que lo aminore, en invierno el frío y el hielo, y mientras que en verano la roca se puede calentar hasta quemar. Los líquenes aguantan estas condiciones mientras están secos, al llover o con la mojadura de la mañana se hidratan y viven, en cuanto se secan vuelven al letargo por un tiempo indefinido. Estas condiciones sobre la arenisca la comparten con cepellones de un musgo duro e igualmente resistente a los extremos del clima y la desecación, solo que parece que este se establece sobre rocas que ya han sido colonizadas y parcialmente alteradas en superficie por los líquenes.
         En algunas zonas podemos encontrar superficies horizontales de arenisca de muchos metros cuadrados, cubiertas de nuestros líquenes en blanco y negro, solo faltan en las zonas deprimidas donde el agua se encharca durante cortos periodos de tiempo. Pero en algunos puntos muy localizados aparecen otros de color naranja, si las condiciones ambientales son las mismas, ¿a que se debe la presencia de este nuevo liquen?.
        

Roca usada como posadero de aves y manchada con sus excrementos donde se desarrolla el liquen anaranjado
La roca es idéntica, y a veces de una forma continua pasan a desaparecer los líquenes blancos y aparecen de forma puntual los de color anaranjado, para al poco volver a desaparecer. Pero si nos fijamos, pues una de nuestras mejores herramientas es la observación, los líquenes anaranjados siempre aparecen en las zonas más altas de estos bancos de roca, que aunque horizontales tienen la superficie un tanto ondulada, más frecuentemente los encontramos en las piedras que hay sobre el suelo, pero la diferencia de altura sigue siendo tan reducida que es muy difícil el que cambie algo la humedad o la temperatura, por lo que la causa debe ser otra.
Al igual que los egiptólogos encontraron “la Piedra de Rosetta” con la que pudieron interpretar los jeroglíficos, gracias a tener escrito el mismo texto en griego y en escritura jeroglífica (esta referencia queda de muy culto y leído, o simplemente de ver los documentales de la “dos”), nosotros también encontramos nuestra Piedra de Rosetta que nos soluciona el enigma, aunque a la nuestra la llamaremos con todo cariño y gratitud, “la piedra de la cagarruta”. Pues es una piedra con esta “distinción”, alrededor de la cual crece nuestro liquen y la que nos da la explicación del enigma. Las aves como muchos animales tienen una serie de costumbres y una de ellas es la de frecuentar una serie de oteaderos determinados, un lugar elevado donde a la vez que descansan, vigilan para comer y no ser comidas, y también si llega el momento un buen lugar para realizar sus deyecciones (cacas). Por eso son las aves o mejor dicho sus excrementos que enriquecen de nutrientes la zona de la roca donde caen, los que permiten el desarrollo de este liquen más necesitado de un elemento como el nitrógeno, de tal forma que llega a dominar y sustituir a los demás en este espacio concreto.
         A partir de ese momento, cuando nos hemos dado cuenta de algo que ahora nos parece evidente, empieza a funciona una de las leyes de la percepción que además tiene que ver con la experiencia. Hasta ahora, seguramente, los líquenes nos habrían pasado desapercibidos por ser visualmente poco llamativos y además los confundíamos con simples manchas en las roca. Pero a partir de ahora, que sabemos no solo que existen, sino que también tienen su vida, puede que empecemos a ver líquenes no solo en las rocas, sino en ramas y troncos de árboles y arbustos, e incluso sobre el suelo de tierra. A partir de este momento nuestras salidas al campo puede que sean más ricas, un detalle insignificante cobra importancia en nuestra percepción y seguramente veamos algo que el resto no ven, el significado del liquen anaranjado y de las piedras de las cagarrutas. Es curioso el cielo se ha cerrado aún más, pero el día parece más luminoso y las rachas de viento ya no son tan frías...,la naturaleza a pesar de parecer ausente, aún se manifiesta para dar “guiños” a quien quiere verlos.