miércoles, 17 de febrero de 2016

PULLICERAS (RECEPES) Y ÁRBOLES HUECOS



Cajicos escamalados en Bentué de Nocito

Una consecuencia indirecta era que este manejo de los árboles (poda) facilita las infecciones por hongos, la corteza, como nuestra piel, es una barrera contra otros organismos, los cortes exponen superficies de madera sin protección al aire, la consecuencia es que la mayoría de estos árboles están huecos por la acción de los hongos y de los insectos. Esto que es un problema desde el punto de vista de un maderista, es sin embargo una oportunidad para muchas formas de vida que dependen de esta madera muerta de los árboles vivos. De manera que no solo encontramos insectos que se alimentan de madera sino otros que lo hacen de la madera transformada por los hongos o de los propios hongos, además de sus coprófagos, depredadores y parásitos, y de animales, no solo invertebrados, que se refugian y/o crían en la cavidades creadas en la madera y el tronco. La fauna asociada a estos árboles se denomina saproxílica destacando especies emblemáticas tanto por su tamaño como el tiempo (varios años) que pasan en forma de larva como  son: Lucanus cervus, Osmoderma eremita, o Cerambix cerda entre otros; en el Reino Unido se calcula unas 1800 especies diferentes de invertebrados relacionadas con el reciclado de la madera, de las cuales 700 serían coleópteros, mas cercanamente en el robledal de Arbaztegi del Señorio de Bertiz, se hallan 116 especies de escarabajos  o cifras parecidas de especies en bosques de frondosas en el norte de la comunidad de Madrid 82 en roble albar, 111 en roble melojo, y 165 en haya.

         Tal y como dice Dryden un roble: “Crece 300 años y 300 se mantiene en estado supremo, y en 300 más decae”. Estos arboles de troncos obesos, llenos de tumores, huecos y de aspecto que se están muriendo seguramente conserven el mismo aspecto a lo largo de toda nuestra vida, de la de nuestros hijos y posiblemente de nuestros nietos. Su valor en el ecosistema equivale a la de los árboles viejos de los bosques, en ausencia de estos en estos ejemplares se concentran los organismos encargados de reciclar la madera de los árboles, imprescindibles para el buen funcionamiento del bosque (en las zonas templada se recomienda unos 80 m3 de madera muerta, parte de ella en árboles en pie como ideal) mientras regresan los bosques estos árboles se convierten en la balsa de salvación que nos permitirá en un futuro bosques sanos y completos. 
Proceso de una pullicera o recepe
Se cuenta en el caso de los chopos cabeceros que su manejo alarga la vida de los árboles, en el caso de los robles al tener su corazón hueco es difícil asegurarlo. Lo que ocurre es que dadas las características de los Quercus, y de estos robles en particular, podemos tener una idea de la edad del fuste a partir de sus anillos de crecimiento pero no de la del árbol, ni de su tamaño, debido a la facilidad de producir renuevos y clones desde las raíces.  Inicialmente de un bellota surge un árbol de tronco único, si lo cortamos o lo elimina el fuego es muy posible que de sus raíces surjan varios rebrotes que si los dejamos todos nos dará un árbol de tronco múltiple (hasta más de la docena en muchos casos) es el recepe,  el manejo habitual era dejarlos y cuando tenían el grosor adecuado se cortan para leña o para hacer carbón dejando un solo vástago, a veces tres, por lo que teníamos de nuevo un árbol con un solo tronco pero de edad inferior al de las cepa de las raíces. No sabemos cuantas veces se puede repetir este rebrote, lo que sí está claro es que cuanto más joven es el árbol con mayor facilidad rebrota y cuando los rebrotes son frecuentes siempre hay camales jóvenes con mayor cargas de yemas que darán lugar a nuevas ramas. Tampoco podemos saber las dimensiones reales del árbol pues los troncos cercanos pueden ser clones y pertenecer al mismo árbol. El escamaleo consigue arboles de menor porte menos expuestos al viento y tal vez más adecuados a los recursos que proporciona las raíces al ser la copa de menor tamaño; además la madera en descomposición y los residuos animales (excrementos, restos de comida y los cadáveres de su inquilinos) aportan nutrientes al suelo del árbol, de hecho la madera muerta puede contener más nutrientes que el suelo sobre el que se asienta el árbol.
Recepe o pullicera de cachico
El abandono del manejo puede no ser una liberación del mismo sino un problema, el desarrollo de grandes camales opone resistencia al viento que los puede romper de su inserción en el tronco al ser este hueco, aunque el árbol responde reequilibrando la copa con  el desarrollo de contrafuertes en el tocón; largos periodos sin poda pueden reducir su capacidad de rebrote por lo hay que tener cuidado con retomar el escamaleo después de un largo periodo, como dicen los pocos que aún lo practican antes se dejaban rasos y no pasaba nada, y ahora en cambio hay que ir con mucho cuidado pues si no rebrotan un par de años y después mueren.

martes, 16 de febrero de 2016

CACHICOS ESCAMALADOS (ROBLES TRASMOCHOS)



Cahico escamalado de Pallarón
Una misma acción para unas personas es signo de refinamiento y cultura y para otras una simple demostración de barbarie. Es el caso de la poda de los árboles, para unos es una acción gratuita sin sentido para el árbol que además facilita las infecciones por hongos, pues el árbol se poda así mismo simplemente no alimenta las ramas no necesarias que son aquellas que no reciben suficiente luz, la rama se seca, pierde elasticidad y acaba rompiéndose por el viento o por el peso de la nieve, no deja herida abierta pues hace tiempo que el árbol ya sello su inserción con el tronco por lo que dificulta la entrada de infecciones, especialmente de hongos. Para otros la poda ( y no vamos a entrar en la realizada con fines estéticos) ayuda al árbol y hace aumentar su producción, facilitando que llegue el sol a los frutos y permitiendo el manejo del árbol, como decía un agricultor refiriéndose a los frutales “hay que quitar lo que estorba y lo que no se alcanza, pues si no llegas (a coger el fruto) no lo quieres para nada”.
Pero no solo se podan árboles domésticos como los frutales, algunos árboles silvestres se podan para la obtención de forraje como fresnos, álamos, robles, etcétera, o/y para la obtención de madera y leña, este último caso es el de los trasmochos, en zonas como Teruel se realizaba con los chopos para a la obtención de vigas y en el Prepirineo de Huesca se realizaba sobre robles quejigos llamados según la zona cajigos, cajicos, caixigos o cachicos y se podaban para la obtención principalmente de leña.
Se partía de un roble ya desarrollado que crecía silvestre, bien a partir de una bellota o dejado del resalveo de un recepe o pullicera  los vástagos que rebrotan de la raíz después de cortar el tronco. El aspecto de partida era el de un tronco vertical y ramas secundarias, cortándose el tronco a unos dos o tres metros del suelo para poder acceder con relativa comodidad y que el ganado no llegara a ramonear los brotes que saldrían después, (un caballo puede llegar a ramonear hasta los tres metros). Se procuraba que debajo del corte quedaran una o dos ramas con hojas “para dejar vida” y que el árbol pudiera realizar la fotosíntesis mientras se poblaba de brotes. El corte estimularía a las yemas durmientes y con ello el desarrollo de multitud de ramillas; de estas se seleccionarían unas pocas para fueran los camales o ramas principales, después de esta limpia de ramillas volverían a salir alguna pero el árbol ya se encargaría de ir seleccionado las que necesitara, dejando de alimentar las que menos luz recibían.
Cajico escamalado de Bagüeste
Al cabo de varios años, cuando ya tenían un tamaño adecuado, se cortaban los camales, se  escamalaban. Se podían cortar todos los camales o dejar una parte de ellos para “dejar vida” y que el árbol pudiera recuperarse mejor, así podía continuar realizando la fotosíntesis en lugar de depender de las reservas para recuperar el follaje. La poda repetida hace que se desarrollen las cabezas, que son abultamientos de la copa de donde se regeneran las ramas, en algunos caso los camales no se dejaban cortados junto al tronco sino un poco más largos así el árbol tendría una copa abierta con cabezas más separadas entre sí favoreciendo la insolación de las nuevas ramas. El escamalado se hacía en mengua, durante el invierno, el corte se realizaba con el hacha. Primero se cortaba el camal y después se arreglaba para que el corte quedara algo inclinado y así expulsar el agua de las precipitaciones y que no se infiltrara en la madera.  Después del escamalado  el árbol detenía el crecimiento en anchura del tronco, por lo que en una sección de su tronco podemos apreciar que después de ésta los anillos de crecimiento son muy estrechos durante varios años, las series alternas de anillos normales (anchos) y estrechos nos permite saber los ritmos de poda que eran de periodos variables según la recuperación del árbol, las necesidades de leña y el tiempo que dejaban el resto de la faenas para realizarlos.
Seccion del tronco de un cachico escamalado de 230 años mostrando las series de anillos que reflefan el ritmo de podas aque fue sometido
Hay que tener en cuenta que en las épocas en que se realizaban estos manejos el paisaje era diferente, ahora encontramos a estos árboles en el interior de pinares o en robledales jóvenes, pero cuando estas zonas estaban en su máximo de población, mientras que algunos cachicos se escamalaban las carrascas se talaban y los pinos se dejaban hasta que tenían el tamaño adecuado para su uso en la construcción como vigas, por lo que no había masas forestales salvo en lugares apartados e inaccesibles, y los matorrales no cubrían tanta superficie como hoy día controlados por los agricultores con sus desbroces y limpias para hacer “hormigueros” (pequeñas carboneras que realizan para obtener ceniza con que abonar los campos)  y los pastores con el fuego y el diente del  ganado; los cachicos escamalados se encontraban en lindes de campos, junto a los caminos y en las cercanías de las poblaciones, así se tenía una reserva de leña, que al no cortar el árbol, se renovaba con más facilidad. 
Proceso del escamalado

miércoles, 3 de febrero de 2016

MALA SOMBRA



Recepes de carrasca recuperando sus antiguos dominios
En la naturaleza, cuando dos especies de seres vivos compiten por un mismo recurso no se lo reparten sino que suele acabar prevaleciendo una  y expulsando a la otra. En los bosques una sola especie de árbol suele acabar dominando la comunidad (vegetación clímax) y relegando a otras especies a un papel secundario como acompañantes (cortejo florístico) bajo su vuelo o en los lugares menos favorables, o en la recuperación después de un acontecimiento como un incendio, etcétera (vegetación secundaria). De hecho nombramos esa comunidad por su especie dominante como: carrascal, robledal, pinar, hayedo, abetal,… y mucho más raramente por su conjunto: bosque mixto, bosque de ribera.
Puede suceder, y sucede, que una acción externa, por ejemplo la actuación humana, modifique este dominio, así los bosques clímax desaparecieron por tala y/o incendio de manera que la vegetación subordinada con mayor capacidad de recuperación o de menor valor para los humanos tomó el dominio y se enseñoreó del terreno durante un largo periodo.
Enebro (izquierda) languideciendo bajo la sombra de carrascas y bojes
En extensa zonas el carrascal se taló por su madera, sus rebrotes se usaron para leña y para hacer carbón, y su follaje como alimento del rebaño, algo parecido ocurrió con el boj que fue el combustible principal de muchos hogares durante largos periodos e incluso se recogió para venderlo a los hornos de pan y de cerámica de la ciudad de Huesca (al igual que se ocurrió con la coscoja y las aligas).
De esta manera algunos arbustos que necesitan el sol directo, pero que no son comidos por el ganado, ni usados para el carboneo y muy poco como leña, como son enebros y sabinas, experimentaron un gran crecimiento por falta de competencia a lo largo de muchos años, y pasaron de ser arbustos a arbolillos de 3 ó 4 metros de altura.
Pero desde mediados del siglo pasado, la despoblación de las zonas rurales, la reducción de la ganadería, y el uso de combustibles fósiles en lugar de madera y leña ha propiciado que carrascas y bojes se recuperen, y reclamen lo que consideran que es suyo, la luz del sol.  
1.Pasado, como consecuencia de la intensa presión sobre otros árboles y arbustos los enebros y sabinas prosperan.  2.Presente, carrarscas y bojes abandonada su explotación comienzan a recuperarse, enebros y sabinas  languidecen bajo la sombra de especies de mayor porte. 3. Futuro, la plena recuperación del carrascal elimina a enebros y sabinas del interior del bosque, desplazandolo a zonas marginales más soleadas.
Así, aunque las carrascas no han recuperado todo su porte; sí han recuperado lo suficiente para ir dejando a la sombra, con la ayuda del boj, a los arbolillos de enebros y sabinas, seguramente muchos de ellos centenarios,  que languidecen por falta de sol directo y poco a poco van perdiendo el follaje y la vitalidad hasta que mueren a la sombra.
La pregunta es qué naturaleza queremos conservar, la espontánea para cada momento, o vamos a rescatar estos “monumentos” surgidos de la influencia humana, bien de forma accidental como estos enebros y sabinas o fruto de una planificación previa como prados y árboles trasmochos.

Texto y fotografías: Miguel Ortega Martínez