martes, 23 de septiembre de 2014

MAÑANA: SOL Y BUEN TIEMPO (y II)


       
Tricomas (pilosidades) protectores de los rayos solares de la hoja del cenizo ( Chenopodium album)
          Lo normal es que como hay mucha luz reduzcan el tamaño de la hoja, pues por ellas es donde pierden más agua, como podemos comprobar en las carrascas de lugares secos y soleados, que tienen la hoja más pequeña que las que están en zonas de umbría. La disminución del tamaño de las hojas llega en algunas especies de plantas hasta quedar estas reducidas a escamas que cubren las ramas, como en la sabina, o incluso hasta su total desaparición, como en la retama, donde el tallo, ahora de color verde, sustituye a las hojas en la función clorofílica. A veces reducen el problema con la perdida de la hoja en la épocas de sequia, primero se deshacen de las hojas más viejas que tiene un menor rendimiento, incluso en algunas especies llegan a desprenderse de la totalidad de las mismas, después en otoño con las lluvias vuelven a tener hojas, incluso en las especies caducifolias aunque las pierdan semanas después antes del invierno.
        
 Senera (Amelanchier ovalis) con brotes florales en otoño y hojas secas como consecuencia de la sequía veraniega
          Otra forma de protección es evitar el recalentamiento impidiendo que el sol les de de lleno. Una forma es dejar las hojas colgando, así reducen el efecto del sol de mediodía pero están bien dispuestas para recibir los rayos de primeras y últimas horas del día cuando las temperaturas son más bajas, como hace el eucalipto, o el litonero. Las hojas de este último, en cuanto acusa la sequía, pierden turgencia y en lugar de disponerse en horizontal, perpendiculares al sol de mediodía, quedan colgando hasta la siguiente lluvia cuando retomarán la posición inicial. Otras plantas reducen la insolación curvando las hojas transversalmente, como el olivo, y enrollándolas, como el romero, de esta forma el sol nunca les da de lleno en toda la superficie; el albardín, que enrolla la hoja totalmente, consigue así reducir la perdida de agua en un 40%.
Vista cenital de las hojas colgantes del litonero ( Celtis australis) para exponer la mínima superficie al sol durante las sequías
Otra manera de reducir la recepción de los rayos solares es protegiendo a la hoja con ceras brillantes, como la coscoja, o usando colores claros, como la sosa, y pilosidades blanquecinas, en yerba besquera, de estas formas consiguen reflejar parte de los rayos solares incidentes.
         Como la planta respira a través de los estomas de la hoja y por ahí pierde agua estos han de ser protegidos situándolos en la zona ventral de la hoja, el envés, donde recibe menos rayos solares, protegidos además muchas veces por depresiones o pilosidades que reduzcan la incidencia del viento y con ello la evaporación. En el caso más extremo pueden cerrar los estomas durante el día, incluso absorber el CO2 por la noche cuando hay más humedad y almacenarlo para transformarlo con la luz del sol como hacen plantas crasas como las siemprevivas o la uña de gato.
         Todas estas plantas, en especial las de las zonas interiores sometidas al frío del invierno, deben además ser capaces de sobrevivir a esta otra época desfavorable con recursos que a veces son comunes a los de la sequedad. ¡Menos mal! Al final el dicho que dice: “lo que va bien para el frío, va bien para el calor” va ser cierto.




sábado, 13 de septiembre de 2014

MAÑANA: SOL Y BUEN TIEMPO


Los años secos los narcisos como otras plantas con bulbo no florecen, y los años muy secos ni desarrollan hojas
El hombre del tiempo repetía insistentemente día tras día: “mañana: sol y buen tiempo”; sería buen tiempo para el turismo de sol y playa, pero no para la naturaleza que atravesaba una larga sequía. Afortunadamente los seres vivos, en especial las plantas que habitan en zonas de clima mediterráneo, están adaptadas a estas periódicas sequías veraniegas que, además, pueden ir acompañadas de olas de calor. Esta coincidencia de escasez de agua cuando las plantas más la necesitan y las máximas temperaturas del año es lo que hace que la flora mediterránea sea tan diferente y mucho más diversa de su vecina, la flora de  Centroeuropa. De hecho, el Mediterráneo es uno de los “puntos calientes” de la biodiversidad del planeta. Cuando se intensifica la sequía se empiezan a ver la bajas entre las plantas peor situadas en el territorio, o las menos preparadas para afrontar el momento más duro del año.
Pero veamos cómo hacen las que sobreviven año tras año:
Pradera de efímeras en un saladar de Monegros
       Hay plantas que en lugar de desarrollar mecanismos de defensa lo que hacen es evitar la sequía, se desarrollan cuando hay humedad en el suelo y se sincronizan para pasar la sequía estival reducidas a tallos subterráneos, tubérculos o bulbos, en espera de la siguiente época de lluvias. Otras van más allá y su ciclo es anual, pasando el verano en formas de resistencia como las semillas, estás podrán aguantar el letargo muchos años, hasta 2000 en la palmera datilera; en determinados casos la estrategia es vivir deprisa, la estación favorable es corta y hay que germinar, desarrollarse, florecer, fructificar hasta tener semillas maduras para las siguiente generaciones, esto solo se puede lograr con un tamaño mínimo, así las efímeras consiguen completar el ciclo vital en el mínimo tiempo.
         Hay algunas especies de plantas que son capaces de desecarse casi al completo y después con las lluvias revivir, normalmente son líquenes, musgos, algún helecho, como la doradilla, y unas, muy, muy escasas, plantas con flor como la oreja de oso.
Doradilla desecada y revivida después de una tormenta
Las plantas pueden reducir su temperatura transpirando agua a través de los estomas de sus hojas, la evaporación enfría la superficie de la misma forma que nosotros refrescamos nuestra piel al sudar, pero si el agua escasea han de buscar otras soluciones. Para solucionar el problema de las sequías estivales y las altas temperaturas han desarrollado varias estrategias, además la misma estrategia puede ser utilizada por varias especies de plantas diferentes, lo que nos da una idea de la validez de la misma, y cada especie puede usar varias estrategias de una forma permanente u ocasional.
         La primera es aprovechar bien el agua del suelo, para ello las raíces alcanzan grandes dimensiones, bien sean raíces superficiales para absorber el agua de lluvia que se infiltra poco o potentes raíces pivotantes que se hunden en el suelo hasta encontrar venas de agua, acuíferos. Muchas veces las raíces están más desarrolladas que la parte aérea de la planta, como ejemplo podemos ver que en una retama de 3 metros de altura sus raíces pueden llegar a los 24 metros de longitud. Otras plantas en cambio sorprenden por lo escaso de sus raíces en comparación a sus vecinas, su secreto es que sus hojas están diseñadas para interceptar las gotas de lluvia antes de que lleguen al suelo y conducirlas por sus ramas y tronco hasta sus raíces, como hace el romero.

lunes, 1 de septiembre de 2014

¡QUE SED!

Contraste entre la zona cultivada dejada en descanso, huebra, y la vegetación silvestre, estepa de albardín

A veces, algunas veces, determinados tópicos son ciertos. Muchas veces se afirma que Los Monegros son un desierto, incluso en momentos tan inapropiados como los días en que la niebla invernal empapa el suelo o cuando la temperatura sube escasamente de cero grados. Pero ahora en este momento del año, verano, y aún más este verano (2009), Los Monegros si son un desierto, por las altas temperaturas, la sequedad ambiental y la escasez de precipitaciones. Por ello los que estudian el clima lo encuadrarían dentro de la categoría de desierto o zona árida. El resto del año no llega a serlo, quedando como semidesierto o zona semiárida, que por simplificar denominamos como estepa (aunque tampoco sea un término del todo adecuado); porque llamarlo secarral, es demasido despectivo para un lugar tan fascinante.
La naturaleza está adaptada a estas condiciones. Las plantas efímeras terminaron su ciclo antes de que entrara el verano, las plantas con bulbo que nos sorprenden con sus grandes y vistosas flores en primavera también se han retirado a descansar bajo el suelo, y las plantas anuales hace ya tiempo que se han agostado, permaneciendo de ellas únicamente los tallos secos cargados de semillas. Solo las plantas perennes permanecen, mal que bien, y a pesar de sus adaptaciones a la falta de agua y al exceso de sol, también lo pasan mal en veranos como éste.
El suelo blanquecino de arcilla está expuesto al Sol y no hay ningún atisbo de humedad, parece que solo las sabinas se encuentran imperturbables ante la sequía, pues los pinos amarillean y hasta los romeros, (con sus hojas de tamaño reducido, cubiertas de un barniz que las impermeabilizan y con los estomas escondidos en dos surcos cubiertos de pilosidades para reducir la transpiración), aparecen de un deslucido verde amarillento, sin brillo y un poco arrugadas. Solo al tocar las hojas notamos que no están secas y conservan cierta flexibilidad, aunque den la impresión de estar secas en vida.
Efecto de la sequía en dos plantas de romero vecinas, la de la derecha con estrés hídrico muy acusado
Hace cosa de un mes cayó una tormenta, pero el agua resbaló rápidamente en la superficie del suelo y no penetró hasta las raíces de las plantas. Un rastro de brozas secas arrastradas por el agua de escorrentería muestra el camino de ésta hasta la balsa cercana. Sobre el agua turbia de la misma, vuelan las libélulas y las plantas acuáticas han comenzado a brotar, aunque ya alguna se queda por encima del nivel del agua, que desaparece rápidamente por el calor.
El camino del agua ha dejado algún otro beneficiario. Hay unos pocos romeros de aspecto lozano que incluso florecen tímidamente y crecen en la diminuta vaguada que encauzó la escorrentería. Hasta sus raíces sí llegó algo de agua y se nota. A poco más de un metro los otros, con aspecto sufrido, esperan con paciencia.
Huebra con plantas de estramonio
A lo lejos se ve una huebra bien rollada. Sobre su superficie clara y homogénea destacan unas grandes matas, de un verde intenso y apecto jugoso, los pies crecen separados dando la impresión de una sabana en miniatura. En mitad de la estepa reseca de finales de verano donde crecen, son un reclamo demasido atractivo para los herbívoros. Incluso los humanos que pasamos cerca, nos acercamos a contemplar el silencioso espectáculo. El lugar es habitualmente demasiado seco para ellas, pero estuvieron en el lugar adecuado en el momento adecuado, y el agua de la tormenta pasada bastó esta vez. Las más de 1.400 ovejas del rebaño cercano las dejan tranquilas, no por respeto a su fruto espinoso sino al tóxico que contiene toda la planta. Son plantas de estramonio o flor del diablo. Sus adaptaciones no son para defenderse de la sequia como el resto de las plantas de estepa que las rodean, sino que invierten para defenderse de sus depredadores, los herbívoros.