sábado, 26 de noviembre de 2016

LOS ÚLTIMOS FABALLONES

El ahora último Farallón, al fondo el Potalet y el pico del Midi d´Ossau entre nubes
El ecólogo González Bernáldez contaba en un precioso libro como la relación de hombre con la naturaleza tiene que ver con sus intereses y con su cultura, y que tradicionalmente el bosque es el lugar donde se encuentra lo malo, seguramente por su falta de visibilidad, lejanía  o simplemente por no estar civilizado, mientras que el árbol aislado no solo era un elemento positivo, también tenia nombre propio, y un uso y un valor cultural.
Es el caso de los Faballones, (hayas grandes) que se encuentran en mitad de las pistas de esquí de Formigal, y que dan nombre al topónimo: Corona de los Faballones, pistas de los Faballones, incluso hay un recorrido de tema megalítico con ese nombre, aunque en este caso las piedras son anteriores a los árboles.
Cuentan los del lugar que estos árboles que estaba prohibido cortarlos dada su importancia para orientar a los viajeros en el puerto de Portalet en su paso a Francia. Pero seguramente el mayor valor y el más cotidiano seria para los pastores y sus rebaños, un lugar donde guarecerse del sol en los largos días de verano en el puerto.
El hayedo del Pazino acaba de forma rotunda en los pastos de las pistas de esquí, ala misma altitud o incluso inferior
Pero nadie se pregunta que hacen unas hayas en mitad de unas pistas de esquí (en una supuesta) alta montaña?. Si consultamos un altímetro, o las curvas de nivel de un mapa veremos que no están a tanta altura, unos 1700 metros, y que algo más al sur en las laderas del Pazino un hayedo las cubre a una altitud y orientación muy parecida. Estos Faballones están en su sitio, una ladera con vocación forestal ahora ocupadas por un pasto continuo y unas pistas de esquí. La desaparición del bosque del cual son los últimos testigos los Faballones es anterior al esquí, seguramente a la minería de la zona y tendría su origen con la creación de pastos de verano en la Edad Media.
      En esta época histórica el rebaño de ovejas tenia una gran importancia, permitía aprovechar los recursos de un territorio (pasto y agua) pero a diferencia de los cultivos, en caso de tener que retirarse por las vicisitudes de la guerra no los dejaban abandonados sino que se los podían llevar consigo.
     Con la conquista del Valle del Ebro por los cristianos ante ellos se abre un territorio muy adecuado para la ganadería de ovino, pero solo durante el invierno, el clima seco de este valle imposibilita alimentar durante el verano a todo el ganado que podía ocuparlo en invierno.
Para suplir esta carencia se ampliaron los pastos de verano situados en alta montaña, ¿cómo? pues haciéndolos descender con la eliminación del bosque que se encontraba por debajo de ellos, mediante tala, fuego y descuaje de las raíces. Este es un fenómeno global al menos en la vertiente sur de los Pirineos desde el siglo XI; y queda registrado en los lagos de alta montaña con el cambio de tipo de sedimentos incluyendo restos de carbón vegetal y cenizas. Aunque también hay leyendas locales que acusan a los ejércitos de Napoleón en retirada la quema de estos bosques.
Vista general, el hayedo del Pazino a la izquierda y los Faballones en el extremo derecho, a pesar de la distancia la altitud es muy parecida.
Seguramente lo de dejar algunos árboles aislados fuese un costumbre habitual, servirían de refugio ante el sol y la lluvia a rebaños y pastores, y  proporcionarían leña a estos últimos para poder cocinar. Estos árboles pasarían a ser un elemento destacado en un paisaje continuo de prados ondulados rodeados de montañas nevadas, y beneficiados con el aporte de nutrientes en forma de excrementos y orina de los animales refugiados debajo de ellos.

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