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Coscojar, matorral termófilo en el vale del río Flumen |
La flora y la
fauna de las islas pueden llevar mucho tiempo separadas de su origen, por lo
que evolucionan de forma diferente creando variedades, subespecies e incluso
especies diferentes, sobre esta diversificación recordemos los pinzones de las
islas Galápagos y las observaciones de Darwin sobre el tamaño de sus picos en
relación con su alimentación en cada isla.
Vimos (ver entrada anterior) que las montañas eran
refugio de plantas que llegaron a nuestras latitudes durante las glaciaciones y
después al retirarse el frío se quedaron acantonadas en las cimas más frías. Pero
durante las glaciaciones las zonas bajas y soleadas de las montañas fueron
refugio de plantas de climas templados e incluso subtropicales, donde
evolucionaron creando nuevas especies pero con una distribución restringida a
condiciones ambientales muy concretas.
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Zarzaparrilla con frutos |
De las selvas subtropicales de la era Terciaria, dominadas
por plantas con hojas que recuerdan a las del laurel (laurisilvas), y que
ocupaban los Pirineos antes del frío de las glaciaciones, nos quedan hoy día plantas
frioleras (termófilas) y las encontramos en lugares donde la duración y la
intensidad de las heladas es menor, como los relieves que quedan fuera de la
inversión térmica del valle del Ebro y las solanas resguardadas de las sierras
Prepirenaicas con algunas de las especies que forman actualmente los matorrales
costeros del Mediterráneo, como la coscoja, que es un buen indicador de estas
zonas de clima suave pero más precisas aún son otras especies como: el
lentisco, los olivaretes (Phillyrea
sp. ) y una enredadera espinosa: la zarzaparrilla. Todas ellas tienen frutos
que pueden ser dispersados por las aves, lo que hace que su distribución sea
amplia aunque solo crecen en las zonas más favorables.
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Lentisco con frutos |
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