domingo, 19 de enero de 2014

MONTAÑAS QUE SON ISLAS y II


Coscojar, matorral termófilo en el vale del río Flumen

La  flora y la fauna de las islas pueden llevar mucho tiempo separadas de su origen, por lo que evolucionan de forma diferente creando variedades, subespecies e incluso especies diferentes, sobre esta diversificación recordemos los pinzones de las islas Galápagos y las observaciones de Darwin sobre el tamaño de sus picos en relación con su alimentación en cada isla.
Vimos (ver entrada anterior) que las montañas eran refugio de plantas que llegaron a nuestras latitudes durante las glaciaciones y después al retirarse el frío se quedaron acantonadas en las cimas más frías. Pero durante las glaciaciones las zonas bajas y soleadas de las montañas fueron refugio de plantas de climas templados e incluso subtropicales, donde evolucionaron creando nuevas especies pero con una distribución restringida a condiciones ambientales muy concretas.
Zarzaparrilla con frutos


De las selvas subtropicales de la era Terciaria, dominadas por plantas con hojas que recuerdan a las del laurel (laurisilvas), y que ocupaban los Pirineos antes del frío de las glaciaciones, nos quedan hoy día plantas frioleras (termófilas) y las encontramos en lugares donde la duración y la intensidad de las heladas es menor, como los relieves que quedan fuera de la inversión térmica del valle del Ebro y las solanas resguardadas de las sierras Prepirenaicas con algunas de las especies que forman actualmente los matorrales costeros del Mediterráneo, como la coscoja, que es un buen indicador de estas zonas de clima suave pero más precisas aún son otras especies como: el lentisco, los olivaretes (Phillyrea sp. ) y una enredadera espinosa: la zarzaparrilla. Todas ellas tienen frutos que pueden ser dispersados por las aves, lo que hace que su distribución sea amplia aunque solo crecen en las zonas más favorables.
Lentisco con frutos


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