Los años secos los narcisos como otras plantas con bulbo no florecen, y los años muy secos ni desarrollan hojas |
El hombre del tiempo repetía
insistentemente día tras día: “mañana: sol y buen tiempo”; sería buen tiempo
para el turismo de sol y playa, pero no para la naturaleza que atravesaba una larga
sequía. Afortunadamente los seres vivos, en especial las plantas que habitan en
zonas de clima mediterráneo, están adaptadas a estas periódicas sequías
veraniegas que, además, pueden ir acompañadas de olas de calor. Esta
coincidencia de escasez de agua cuando las plantas más la necesitan y las
máximas temperaturas del año es lo que hace que la flora mediterránea sea tan
diferente y mucho más diversa de su vecina, la flora de Centroeuropa. De hecho, el Mediterráneo es
uno de los “puntos calientes” de la biodiversidad del planeta. Cuando se
intensifica la sequía se empiezan a ver la bajas entre las plantas peor
situadas en el territorio, o las menos preparadas para afrontar el momento más
duro del año.
Pero veamos cómo hacen las que sobreviven
año tras año:
Pradera de efímeras en un saladar de Monegros |
Hay algunas
especies de plantas que son capaces de desecarse casi al completo y después con
las lluvias revivir, normalmente son líquenes, musgos, algún helecho, como la
doradilla, y unas, muy, muy escasas, plantas con flor como la oreja de oso.
Doradilla desecada y revivida después de una tormenta |
La primera es
aprovechar bien el agua del suelo, para ello las raíces alcanzan grandes
dimensiones, bien sean raíces superficiales para absorber el agua de lluvia que
se infiltra poco o potentes raíces pivotantes que se hunden en el suelo hasta encontrar
venas de agua, acuíferos. Muchas veces las raíces están más desarrolladas que
la parte aérea de la planta, como ejemplo podemos ver que en una retama de 3
metros de altura sus raíces pueden llegar a los 24 metros de longitud. Otras
plantas en cambio sorprenden por lo escaso de sus raíces en comparación a sus
vecinas, su secreto es que sus hojas están diseñadas para interceptar las gotas
de lluvia antes de que lleguen al suelo y conducirlas por sus ramas y tronco
hasta sus raíces, como hace el romero.
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