martes, 8 de junio de 2021

LA EDAD NO PERDONA, ¿CUANTO AÑOS ME ECHAS?

    

Pino negro de aspecto longevo: la mayor parte del perímetro del tronco carece de corteza, lo que nos indica la parte del tronco muerta, puntiseco, solo tiene dos ramas vivas con escaso follaje e inclinadas hacia el suelo;  además crece  sobre un lapiaz lo que no le ha permitido desarrollarse mucho, por ultimo no esta en un zona muy accesible. Valles Occidentales.

        A veces la estrategia para “la inmortalidad” es ir abandonado lo antiguo e ir reinventándose, adaptándose a los tiempos que toca vivir, en este caso no es el tamaño, ni acumular anillos de crecimiento, sino es el aspecto lo que nos da una pista. 

 

    Recuerdo hace años en una exposición de ordenadores a aquel señor, que a pesar del calor de la primavera vestía un traje gris con camisa blanca y una pajarita que era un derroche de colorido, pues ella, era el único detalle decorativo que aquel señor se había permitido, y ahí había concentrado todo el colorido de su vestuario; se le veía feliz con el mundo que se le abría ante él con los ordenadores.

    Con algunos árboles pasa lo mismo, nos indican por su aspecto que hace años que germinaron de una semilla, que por diferentes motivos cayo donde cayó y no fue mal lugar, y han sabido adaptarse a cada tiempo.

El aspecto va ser más importante que el tamaño en muchas especies para determinar un ejemplar potencialmente longevo. 

    Si nos fijamos en un roble muy longevo para nada vamos a encontrar un gran árbol de majestuosa copa, con toda seguridad veremos los restos ahuecados de un tronco ancho del cual surgen otros troncos mas jóvenes y con hojas verdes, son reiteraciones, repeticiones del árbol original como si acabara de germinar de la semilla solo que lo hace del propio árbol; el resto del árbol hace ya mucho que no esta vivo, y hongos y demás organismos saproxílicos se dedican reciclar sus elementos  a vez que lentamente lo van a haciendo desaparecer. Hay un poema que viene a decir que la vida de un roble son 300 años de juventud, 300 de madurez y 300 de senectud.

    Los árboles no mueren por la edad, sino por la actividad de otros organismos (parásitos, depredadores, competencia con otras plantas) o por el clima (sequias, huracanes, incendios, etc). De hecho las células de los animales se van degradando, incluso sus genes se van silenciando con el tiempo; mientras que las células de los vegetales en la primavera los nuevos tejidos se deshacen de este silenciamiento de los genes, y así quedan completamente revitalizadas.

Tilo solitario en una solana con ramas acodadas al suelo. Guara

        Las características visibles de la longevidad pueden ser: 

    Gran cantidad de madera muerta en tronco y ramas, posiblemente con hongos lignícolas que la estén ahuecando, la parte viva se puede quedar reducida a una pequeña porción, incluso una única rama que se desarrolla con normalidad. 

    Una de estas zonas muertas puede ser la parte superior de la copa, si el árbol tiene problemas para mantener la totalidad de las raíces reduce su tamaño y también reduce la parte proporcional de copa, se atrinchera, y suele ser la superior la que elimine pues es la que más problemas le puede suponer.

Otra característica es la posición de las ramas, en un ejemplar joven en pleno crecimiento están dirigidas hacia arriba, mientras que un ejemplar viejo las ramas, como cansadas de soportar tanto peso, se inclina hacia el suelo y a veces llegan a él, en especies como el tilo y el haya de este apoyo surge un acodo espontaneo que puede enraizar, y partir de ahí la rama crece de nuevo hacia el cielo, este acodo dará estabilidad al árbol, y es posible que se pueda independizar del árbol original. A veces los acodos ocurren de forma traumática, si el árbol es derribado y no ha perdido todas su raíces, las ramas secundarias del dorso del tronco tumbado se convierten en troncos que pueden también enraizar, como varios arboles alineados sobre el tronco original.

 

Haya con dos ramas acodadas al suelo. y en la segunda fotografía ha perdido la parte superior del tronco. Guara.

    Aunque a veces un árbol longevo puede haberse convertido en un rodal de árboles de aspecto joven, todos relacionados por la cepa y la raíces.

    La mayor parte de especies frondosas si han perdido el tronco por tala, incendio,… son capaces de rebrotar desde la cepa, bien desde yemas que tienen desde el principio y crecen para estar siempre cerca de la superficie según ensancha el tronco, o son capaces de producirlas ante los nuevos estímulos. De esta manera el árbol ahora será de varios troncos, y la parte más longeva no será el tronco sino la zona de la raíces.

    De forma parecida algunas especies poseen ya órganos más especializados en el desarrollo de los renuevos como es el lignotubérculo (enebro de la miera, boj) y la placa basal en el olivo, que les permite desarrollar de nuevo la parte área con relativa rapidez.    

    Hay aún otra forma de expandir la vida en el tiempo y también en el espacio,  son los renuevos que desarrollan algunas especie de árboles a partir de sus raíces. De ellas puede brotar tallos que se convertirá en un árbol con los mismos genes que el tronco original y de este otro (a veces hasta a 80m metros distancia en el mostajo). Estos clones pueden mantenerse juntos y sumando años como ocurre con Pando, un bosque clonal de álamos temblones en Utah, EEUU; aunque cada tronco tiene una media de 130 años  se calcula que desde hace 10.000  años no se han reproducido sexualmente y su origen podrá estar hace 80.000 años, actualmente este “árbol-bosque” ocupa  43 hectáreas (los datos son de internet).

    Así un árbol de aspecto longevo puede tener una copa puntiseca, aplanada, con gran parte tronco y ramas sin corteza, ya muertas, incluso en proceso de pudrición; las ramas principales colgantes y de escaso follaje, llegando a apoyar en el suelo, donde pueden acodarse y volver a desarrollarse en vertical hacia el cielo. Estos árboles longevos no necesariamente muestran un gran desarrollo para la especie, sino lo contrario, pues parece que hay una relación directa entre tamaño y longevidad, los árboles que han podido llegar a longevos son los que menos han podido llegar a desarrollarse en tamaño, como consecuencia de crecer en localizaciones no tan adecuadas y sobre todo en lo que respecta a los humanos cuanto más inaccesibles mejor. La otra posibilidad de árbol longevo es haberse transformado en una mata, en un rodal de árboles, de edades diferentes no necesariamente muy viejos pero que todos tienen los mismos genes, son clones pues todos provienen por reproducción vegetativa del mismo árbol.

texto y fotografias: Miguel Ortega Martínez

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