domingo, 14 de noviembre de 2021

LA PLANTA QUE TENÍA LAS RAÍCES EN EL CIELO

Abetos en decadencia( y muerte para muchos) con una alta infestación por muérdago (en verde más amarillento)

       Entre las plantas parásitas también hay clases, y la mayoría no tienen clorofila pues no la necesitan por lo que no son verdes, y solo parte aérea para florecer y reproducirse; pero el muérdago es diferente si tiene clorofila pues toma la savia bruta del hospedador y la transforma haciendo la fotosíntesis con ella en la sabia elaborada con la que se nutre y crece, por eso se la denomina semiparásita aunque dependa totalmente del hospedador.

         El primer problema es que necesita luz solar, y en el bosque esa luz esta muy arriba. Este problema es común a otras plantas que no pueden desarrollar un alto tronco; las trepadoras lo solucionan con unos órganos y una forma de crecimiento que apoyándose en los árboles les permite llegar a la luz de las copas de los árboles, pero tienen un problema necesitan un largo tallo para conectar las hojas y las raíces del suelo; el muérdago lo ha solucionado pues “simplemente” hunde sus raíces en el árbol donde se encuentra y que parásita. 


Semilla de muérdago con con el haustorio y pie de de muérdago sobre  pino silvestre.
      

             Pero como llegar a lo alto de la copa? pues en el buche de un pájaro, sus frutos blancos son muy atractivos para los pájaros, como para los zorzales, la estrategia es que al comer el fruto la semilla pasa por el tracto digestivo y sale con los excrementos, pero necesariamente los excrementos han de caer sobre un rama y no resbalar; para ello el fruto es muy pegajoso, y los excrementos también, (con la planta se hacia el besque o liga, un pegamento para artrapar pájaros).

         La semilla, adherida a la corteza emite una raicilla, el haustorio, que atraviesa la corteza si esta no es muy gruesa y se conecta con los vasos leñosos para tomar la savia bruta del árbol; con el tiempo los haustorios se van extendiendo por la corteza del árbol y desde ella penetrando perpendicularmente en el leño. Son esas cicatrices que encontramos al menos de pinos y abetos, como líneas de puntos que vemos en algunos troncos muertos de árboles parasitados.   

         Como los pájaros vuelven a comer del muérdago, vuelven a dejar excrementos y semillas con lo que un mismo árbol puede tener varios pies de muérdago, y no es raro ver sus semillas pegajosas, en las ramas bajo ellos. 

         Respecto a si son perjudiciales se ven árboles con varios pies de esta parásita sin mostrar que les afecte mucho. Pero si coinciden decenas, por no decir mas de un centenar, de pies de muérdago sobre el mismo árbol con otros parásitos como determinados hongos el árbol si puede perecer.

 

         Al menos en los pinos afectan al desarrollo del tronco en la zona infectada se vuelve excéntrica indicando un menor desarrollo de los anillos de crecimiento en esa parte, la abundancia de resina hace que estas partes se usaran para extraer la pez. 

 

Tallos de muérdago (en verde) sobre rama de pino silvestre, se ha eliminado la corteza.
Rodaja de tronco de pino silvestre que tenia cerca un pie de muérdago, se aprecian los anillos excéntricos, la médula se encuentra en la parte inferior

         Hay varias subespecies y suelen ser muy especificas del hospedador, una se encuentra solo en abetos, otra en varias especies de pinos y una tercera en frutales, álamos y otras frondosas. Hay otra especie emparentada que parásita a los enebros y a la sabina negral, y suele pasar mucho más desapercibida.

 

         En su Historia Natural, Plinio el Viejo cuenta como los celtas creen que su presencia sobre un árbol revela la de un dios, y después de sacrificar dos toros blancos, los sacerdotes vestidos de blanco lo recogen con una hoz de oro (no os recuerda al cómic de Axterix?). Según parece, mejor aún si crecía sobre un roble (lo que no es muy habitual), árbol dedicado a Júpiter y al dios germánico del trueno Donar, relacionando así a través del rayo (creían que los atraía más que otras especies), el eje del mundo y la unión del cielo y la tierra.

 

         Estos “poderes” no están exentos de una base química; especialmente los frutos son especialmente tóxicos, por la presencia de un compuesto especifico la viscotoxina, en dosis altas produce un síndrome cardiaco y acompañado de trastornos neurológico. Evidentemente el que sean tóxicos para los humanos no impide que las aves frugívoras los puedan ingerir y esparcir sus semillas. 

         Por la ley de las signaturas usada en algunas medicinas, se consideraba que podía curar el cáncer; el crecer sobre otros árboles debería ser una señal sobre su efecto sobre los canceres que crecen (se desarrollan),  sobre (en) el cuerpo humano. Pero, más allá de esta ley, tiene su interés en oncología experimental como citostático, y reductor de la leucopenia (PERIS et al, Fitoterapia aplicada, Edita M.I. Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, 1995, pág. 381) 

 

         El caso que esta planta ha solucionado el problema de llegar a la luz y al suelo, teniendo las raíces en el cielo, pero aprovechándose de otros.


Texto y fotografías: Miguel Ortega

 

 

 

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