domingo, 1 de junio de 2014

¡ESA PUERTA, QUE HAY CORRIENTE!

Matorral costero con forma aerodinámica, el viento del Cantábrico choca contra la costa y remonta el acantilado.

De lejos, las nubes aparecen como un muro impenetrable que cubre las cimas de las montañas, pero dejan al descubierto las solanas y en ellas el sol del verano brilla con intensidad, en el valle hace calor pero en cuanto cogemos un poco de altura, al acercarnos al muro de nubes, nos envuelve un frío repentino, como olvidado en algún rincón de estas montañas del invierno pasado. Cuando llegamos a la cerrada, el viento tiene tal fuerza que buscamos el resguardo de una roca para poder hacer una foto sin ser agitados, cuesta arriba con el viento de cara no nos molesta la ropa que siempre llevamos de más en la mochila. Al cruzar el collado estamos dentro de la nube, la visibilidad viene y va según disminuye o aumenta la densidad del vapor de agua, hace frío pero de pronto nos damos cuenta de que aquí el aire está en calma, pero la entrada de la cerrada seguramente siga siendo un muro de viento, la puerta del cierzo.
Matorrales rastreros de enebro desarrollándose al amparo de piedras. La flecha roja indica la dirección del viento.
         Parece que solo los días de sol y calor son buenos para ir de excursión, pero a veces un mal día de viento y frío puede ser bueno, en especial si nos ayuda a comprender algún aspecto de la naturaleza que de otra forma nos pasaría desapercibido, como el efecto del viento del que siempre hemos oído relatos que tomamos siempre un tanto exagerados, hasta que los vivimos nosotros y vemos que no lo son tanto.
        Y donde mejor vemos el efecto del viento es en la costa, las olas chocan contra la orilla y los matorrales costeros tallados por el viento marino toman forma de olas verdes que se agitan sin desplazarse. Cuando regresa la calma vemos secos los brotes de la vegetación, la sal transportada en aerosoles de agua de mar por el viento, la maresia, extrae el agua de las yemas tiernas y las seca. Este efecto es especialmente visible en las costas cálidas y secas, donde la escasa lluvia no puede lavar la sal depositada en la vegetación, por eso árboles y arbustos crecen mezclados cediendo a otros el prestigio de estar en primera línea, tomando la comunidad vegetal forma de cuña para disminuir su superficie al viento y repartir el efecto del viento y de la maresia.
Tejo con la copa en forma de "bandera", como consecuencia de vientos constantes. 
Lejos de la costa el viento también puede tener un efecto de “poda”. En determinados lugares, donde el viento fuerte sopla siempre en la misma dirección, la vegetación refleja esta situación, portes tumbados, forma de cuña y árboles con aspecto de bandera desarrollando sus ramas y el follaje a sotavento, aprovechando la protección del propio tronco.
El Pirineo es un obstáculo a los vientos del NW, son vientos que empujan los frentes de nubes, al llegar a la cordillera tienen que elevarse para poder cruzarlas, entonces estas se enfrían y precipitan en forma de lluvia o nieve en las laderas de barlovento. Una vez superada la cordillera ya son vientos secos pero aún pueden ser fríos, y como el aire frío es más pesado que el aire calentado por el sol de la solana baja pegado a la ladera. Si el valle se encajona el viento toma mayor velocidad por el efecto Venturi, (pues tiene que pasar la misma cantidad de aire pero por una sección menor, la solución aumentar la rapidez con que se desplaza), por lo que su efecto es mayor, el viento aumenta la evaporación, y por lo tanto la sequedad y la sensación de frío; la sequedad daña las partes más vulnerables de las plantas como yemas y hojas, llegándolas a matar o evitando que crezcan con normalidad haciendo un efecto de “poda”. Si en verano disfrutamos de uno de estos momentos, la ropa de abrigo de “por si acaso” que llevamos en la mochila, no nos sobrará, incluso echaremos de menos esa prenda que dejamos en casa porque para qué cargar con ella.
La fisiología también ayuda a darle forma a estos árboles. Las plantas cuando son tocadas repetidamente, o zarandeadas como en los lugares donde sopla frecuentemente el viento segregan una hormona en forma de gas, el etileno, que entre otras cosas evita el crecimiento en altura y facilita que se ensanche la planta, así con una forma menos estilizada y más aplanada soportar mejor el efecto del viento, entonces se puede ver su efecto en los árboles con forma de bandera, o matorrales que crecen achaparrados al amparo de una roca y que seguramente no los asociemos si no coincidimos con un “buen día” de viento.

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