Ephedra cargada de frutos |
Este
otoño está resultando verdaderamente frío y oscuro, la sierra esta oculta por
una capa de nubes de un blanco opaco. En los somontanos las débiles ráfagas de
un viento helador me hacen preguntarme ¿pero, qué hago yo aquí?. Toda la
naturaleza parece escondida, reposando, pacientemente, sin prisa, esperando la
fuerza de los rayos del sol, aunque sea de un sol de invierno. Solo un valiente
arbusto cubierto de frutos carnosos de color frambuesa parece desafiar al día,
es el único que encuentro así, lo cual hace que me fije más en esta efedra. Los
frutos situados en el exterior de la fronda, exhibidos a la aves, sus ramas sin
hojas, con su aspecto mitad retama, mitad cola de caballo me hacen recordar que
a pesar de todo sus parientes son los pinos. Esta efedra ha tenido suerte y su
tallo se hunde en la tierra, sus raíces así tendrán más posibilidades de
encontrar agua y nutrientes, pero muchas de sus vecinas clavan sus tallos en
las grietas de las rocas de estas “bancadas de piedra de arena”.
En los
somontanos son frecuentes los bancos de roca arenisca, esta es de color siena,
tostado claro o simplemente ocre, pero este color solo se aprecia en las
fracturas frescas, pues cuando su superficie se halla expuesta a la intemperie,
es de color gris más o menos oscuro, por la pátina que forman las colonias de
vegetales muy primitivos y microscópicos, (como las algas unicelulares o las
cianobacterias) que se desarrollan sobre ella. Y siempre en lugares donde el
agua de lluvia moja la roca, por eso se dan sobre superficies horizontales (y
verticales si sobre ella escurre el agua) pero no en cavidades y extraplomos,
donde el agua nunca llega y es aquí donde la roca mantiene su autentico color.
A esta
capa gris de fondo se le superponen otras manchas de vida, pero de vida tenaz,
capaces de desarrollarse donde otros no pueden, son los líquenes colonizando la
roca desnuda. En algunos lugares son muy abundantes y cubren la práctica
totalidad de la superficie expuesta de la roca, dándole a esta un divertido
aspecto moteado que contrasta con la solemnidad monocroma del resto.
Las zonas que se mojan de la roca están cubiertas de algas unicelulares y líquenes |
Desconozco
los nombres de estos líquenes, solo que los hay negros, grises y blancos, en
especial estos son los más llamativos y los que alcanzan mayor tamaño, por encima
de los sesenta centímetros de diámetro por lo que con su crecimiento lento e
irregular seguramente estuvieran en la roca antes de que cualquiera de nosotros
hubiéramos nacido. Las condiciones que tiene que soportar son muy extremas,
pues están expuestos a todas las adversidades del clima, además al estar
situados sobre la roca deben sufrir los mismos cambios de temperatura que esta,
sin nada que lo aminore, en invierno el frío y el hielo, y mientras que en
verano la roca se puede calentar hasta quemar. Los líquenes aguantan estas
condiciones mientras están secos, al llover o con la mojadura de la mañana se
hidratan y viven, en cuanto se secan vuelven al letargo por un tiempo
indefinido. Estas condiciones sobre la arenisca la comparten con cepellones de un
musgo duro e igualmente resistente a los extremos del clima y la desecación,
solo que parece que este se establece sobre rocas que ya han sido colonizadas y
parcialmente alteradas en superficie por los líquenes.
En algunas zonas podemos encontrar
superficies horizontales de arenisca de muchos metros cuadrados, cubiertas de
nuestros líquenes en blanco y negro, solo faltan en las zonas deprimidas donde
el agua se encharca durante cortos periodos de tiempo. Pero en algunos puntos
muy localizados aparecen otros de color naranja, si las condiciones ambientales
son las mismas, ¿a que se debe la presencia de este nuevo liquen?.
Roca usada como posadero de aves y manchada con sus excrementos donde se desarrolla el liquen anaranjado |
Al igual que los egiptólogos encontraron “la Piedra de Rosetta”
con la que pudieron interpretar los jeroglíficos, gracias a tener escrito el
mismo texto en griego y en escritura jeroglífica (esta referencia queda de muy
culto y leído, o simplemente de ver los documentales de la “dos”), nosotros
también encontramos nuestra Piedra de Rosetta que nos soluciona el enigma,
aunque a la nuestra la llamaremos con todo cariño y gratitud, “la piedra de la
cagarruta”. Pues es una piedra con esta “distinción”, alrededor de la cual
crece nuestro liquen y la que nos da la explicación del enigma. Las aves como
muchos animales tienen una serie de costumbres y una de ellas es la de
frecuentar una serie de oteaderos determinados, un lugar elevado donde a la vez
que descansan, vigilan para comer y no ser comidas, y también si llega el
momento un buen lugar para realizar sus deyecciones (cacas). Por eso son las
aves o mejor dicho sus excrementos que enriquecen de nutrientes la zona de la
roca donde caen, los que permiten el desarrollo de este liquen más necesitado
de un elemento como el nitrógeno, de tal forma que llega a dominar y sustituir
a los demás en este espacio concreto.
A partir de ese momento, cuando nos
hemos dado cuenta de algo que ahora nos parece evidente, empieza a funciona una
de las leyes de la percepción que además tiene que ver con la experiencia.
Hasta ahora, seguramente, los líquenes nos habrían pasado desapercibidos por
ser visualmente poco llamativos y además los confundíamos con simples manchas
en las roca. Pero a partir de ahora, que sabemos no solo que existen, sino que
también tienen su vida, puede que empecemos a ver líquenes no solo en las
rocas, sino en ramas y troncos de árboles y arbustos, e incluso sobre el suelo
de tierra. A partir de este momento nuestras salidas al campo puede que sean
más ricas, un detalle insignificante cobra importancia en nuestra percepción y
seguramente veamos algo que el resto no ven, el significado del liquen
anaranjado y de las piedras de las cagarrutas. Es curioso el cielo se ha
cerrado aún más, pero el día parece más luminoso y las rachas de viento ya no
son tan frías...,la naturaleza a pesar de parecer ausente, aún se manifiesta
para dar “guiños” a quien quiere verlos.
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