miércoles, 25 de marzo de 2020

CURASANA CURASANA, CICATRIZ EN LA RAMA

       
Tres heridas en proceso de cicatrización en un Robinia pseudoacacia
       
 Uno de los grandes problemas que tenemos al explicar la naturaleza, es que lo hacemos usando nuestros propios razonamientos de humanos que no están exentos de cuestiones culturales, morales y emocionales; así intentamos  comprender a los animales como si fueran humanos, y a las plantas como si fueran animales (o incluso humanos) con una serie de principios de los que no solo carecen, sino que carecen porque no los necesitan.
         Así como ejemplo, el cerebro se da en seres vivos que se desplazan, necesitamos entender donde estamos y hacia donde nos desplazamos y de eso se encarga el cerebro, los animales sésiles, al igual que las plantas carecen de cerebro, el que no lo tengan porque no lo necesitan no quiere decir que no tengan inteligencia y sepan relacionarse adecuadamente (y prosperar) en el lugar y las condiciones en las que tienen que vivir.

         Animales y plantas son organismos diferentes con funcionamiento fisiológico y estrategias vitales totalmente diferentes. Así cuando nos hacemos una herida nuestro cuerpo responde regenerando tejidos, la costra o incluso un queloide. Pero si perdemos un órgano nuestro cuerpo no lo puede volver a desarrollar, y si este es muy importante perecemos. 
Abetos, izquierda el leño expuesto va siendo progresivamente cubierto por nueva madera procedente de la zonas circundantes. Derecha  el proceso de cicatrización no ha evitado la pudrición de parte del leño, a pesar del ello el árbol puede seguir vivo y con buen aspecto.  
        Las plantas en cambio no regeneran tejidos, y tal y como ocurre en los árboles, cada año deben crear nuevos tejidos que funcionen como sistema circulatorio y abandonan los del año anterior que quedan como almacén de sustancias, o con un papel estructural que no es imprescindible como veremos. Pero las plantas si son capaces de desarrollar nuevos órganos, esa es al ventaja de que estos sean muy sencillos y repetidos, la hoja que cae en otoño, nunca volverá salir, saldrá cerca de ella otra que la sustituya, la rama rota es sustituida por otra que ocupa su lugar, incluso el árbol va creando nuevos repeticiones de si mismo que puede acumular o sucederse en el tiempo, serán los brotes chupones, o reiteraciones.

         Entonces cuando en un tronco tenemos una herida el árbol procurará cerrarla, no regenerando los tejidos sino creando tejidos nuevos cada año, y si ha perdido el cambium los nuevos tejidos parten de las zonas colindantes a la herida; el cerrar una herida puede ser labor de toda la vida del árbol y a veces ni conseguirlo, pero ello no significa necesariamente la muerte de un árbol.
         La corteza al igual que nuestra piel es una barrera contra las invasiones de microrganismos, infecciones, en el caso de los árboles principalmente hongos; una herida abierta, carece de corteza, es un lugar adecuado para la infección, pero ni si quiera es necesario que sea grande la herida, incluso la picadura de un insecto puede ser suficiente en algunos casos para permitir la infección, además muchas veces las esporas de los hongos se encuentran ya en la madera o en la corteza, esperando unas condiciones adecuadas, como pueda ser una perdida de humedad en la madera.
         Pero no todas las infecciones son iguales algunos hongos se van alimentar de la madera ya en desuso por donde no hay circulación de savia. Según el hongo destruye la madera, la pudre y ahueca el tronco, el árbol va creando nueva madera, por lo que el árbol si conserva un grosor adecuado en las paredes del tronco (aproximadamente el 30% del diámetro) no solo vivirá sino que será tan resistente como si tuviera el tronco macizo.
         El problema es que el hongo se desarrolle en la madera funcional obstruya los vasos por donde circula la savia e impida la circulación de esta, entonces en un plazo de tiempo el árbol muere; hay especies de hongos que tiene las dos estrategias primero es parásito matando al árbol y luego es saprófito. 
        Pero en muchos casos el árbol seguirá vivo con el tronco cada vez más hueco, con su población de hongos y de organismos  que viven entorno a la madera en descomposición cada vez mayor. 
 

Los árboles trasmochos como estos robles con sus troncos ahuecados con madera en pudrición consecuencia de las heridas causadas en sus podas periódicas  son un reservorio de los organismos ( principalmente hongos de la madera e insectos xilofagos) que reciclan la madera y por lo tanto imprescindibles para el funcionamiento natural de un bosque.
            En algunos casos esto puede ser beneficioso, un tronco ahuecado es un buen refugio para los animales eso significa nutrientes en forma de excrementos,  restos de comida y cadáveres, algunas especies como el tejo, el sauce y en menor medida el haya, son capaces de desarrollar unas raíces por el interior del tronco ahuecado para aprovechar los nutrientes ahí contenidos (ver entrada: tejo, árbol fénix enero 2016) .
         Por lo que no siempre una herida con pudrición del tronco es negativa de entrada para el árbol y para el bosque, es el caso de los árboles trasmochos que atesoran la comunidad de organismos, especialmente insectos y hongos que se encargan del reciclado de madera de los bosques maduros, por lo que son como islas o cápsulas a partir de las cuales se puede recolonizar un bosque joven; otra cosa es el valor económico de la madera, pero eso ya es un factor exclusivamente humano.





  


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