miércoles, 18 de diciembre de 2013

INVERSIÓN


"Orilla norte del mar de nubes", sobre el valle del Ebro

     El anticiclón en verano significa sequía en las zonas mediterráneas, pues desvía los frentes de nubes originados en el Atlántico. En otoño-invierno la estabilidad atmosférica que produce origina días despejados, luminosos, sin viento y hace que las capas de aire se estratifiquen según sus temperaturas. El aire frío es más denso y por lo tanto más pesado, por lo que “cae” desde las capas altas y se acumula en fondos de valle y hondonadas, y así durante el día, incluso con el sol luciendo, las temperaturas en estos lugares son inferiores en varios grados a las de las laderas soleadas, además el cielo sin nubes permite que la tierra se enfrié rápidamente por la noche por lo que las temperaturas se igualan; pero al día siguiente el fondo de valle continuará  frío, incluso a pesar de los rayos de sol. A esta situación anómala se la denomina inversión térmica, pues en contra de lo habitual hace más frío cuanta menor es la altitud.
Niebla en el valle del Flumen
     Como consecuencia de estas temperaturas más bajas el aire pierde capacidad para retener el vapor de agua que contiene por lo que este se condensa con mayor facilidad formando nieblas especialmente en las zonas más húmedas, como cerca de los cursos fluviales, incluso grandes valles como el del Ebro están inmersos en la niebla, formando lo que los habitantes y visitantes de las zonas en ladera cercanas por encima de la inversión térmica y las nieblas denominan “mar de nubes”.
Lentisco, Pistacia lentiscus, planta termófila

     Las plantas son un reflejo de estas condiciones y así las más frioleras (termófilas) evitan tanto los fondos de valle como las zonas altas, situándose ahí donde las heladas son menores y menos intensas, entre los 600 y los 800 metros para la solana de la sierra de Guara, y dependiendo de lo protegido del lugar frente a vientos fríos. Así encontramos plantas propias del las zonas costeras como el lentisco, el cornicabra, el olivarete y una enredadera con hojas en forma de corazón, la zarzaparrilla. Son los restos de los antiguas selvas subtropicales de plantas con hojas como las del laurel (laurisilvas), que poblaban esta zona allá por el Terciario, con el enfriamiento del clima se acantonaron en las zonas más resguardadas.


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