|
Saltamontes camuflado entre la gravilla |
En la vida diaria, a veces miramos pero no vemos, vamos
con nuestros pensamientos, absortos en una idea, en una imagen. No vemos, no
porque no haya, sino por que no sabemos que ver. Me explicaré, solemos decir:
“ver para creer”. Damos a la vista y a la percepción en general el valor de
señalar lo que existe, lo que no percibimos simplemente consideramos que no
existe; pero como bien apostillaba el poeta Ralph Hodgson: “algunas cosas
tienen que ser creídas para ser vistas”. Nuestro cerebro ha de saber que tiene
que buscar para poderlo encontrar y eso a veces requiere un poco de
entrenamiento. Hay un ejemplo clásico sobre la percepción que muestra lo que
parece una imagen abstracta de manchas negras sobre fondo blanco: es la
representación de un perro dálmata sobre fondo de manchas, una vez que
reconocemos la figura las siguientes
veces la vemos con mucha mayor facilidad, casi de inmediato. Nuestro cerebro ha
aprendido a unir determinadas manchas sabiendo el resultado final.
|
Saltamontes mimetizado sobre la superficie rocosa cubierta de líquenes y musgo |
En la naturaleza los insectos se pueden camuflar
mimetizándose sobre la superficie en la que viven ya sea una roca, una corteza,
una hoja, etcétera; un ave insectívora puede aprender a reconocerlos si se ha
posado sobre ellos de forma accidental y el insecto se ha movido, a partir de
ese momento no buscan un insecto sino un volumen con su sombra que no acaba de concordar
con la superficie, su cerebro ha aprendido no a ver el insecto sino la sombra
del mismo, y ya sabe que buscar.
|
Larva de un escarabajo casido, los excrementos usados como camuflaje están a la izquierda, la cabeza a la derecha |
Una vez yendo por Monegros, en un gran cardo, vi hojas
comidas y empecé a buscar al herbívoro que se las comía, pero no lo veía, solo
había pequeños montoncitos de excrementos, hasta que uno de estos se movió y
comenzó a desplazarse, debajo de los excrementos aparecieron seis patas y una
cabecilla, el herbívoro se escondía debajo de sus propios excrementos y resultó
ser la larva de un escarabajo casido. Ahora cada vez que veo un cardo ya no
busco un escarabajo sino montoncitos de excrementos, y cada vez que lo hago
pienso en la cantidad de cosas que miro pero no veo puesto que no se que
existen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario