Inflorescencia de la corona de rey, Saxiraga longifolia, la planta con las hojas esta oculta en la base de la misma. |
Todo ser vivo
tiene la obligación de reproducirse, de esta forma podrá trasmitir sus genes a
las siguientes generaciones, y esto, por otra parte, es lo más cerca que
cualquier ser vivo va a estar de la inmortalidad. Las plantas no son una
excepción y algunas les dedican bastante esfuerzo a este menester. Solo hay que
ver determinadas plantas como las siemprevivas, que habitan en los roquedos y
que apenas levantan unos milímetros de la superficie, cómo para florecer emiten
largos y desproporcionados vástagos donde se abrirán las flores. En otras como
la corona de rey, después de varios años viviendo y acumulando reservas,
florece y, una vez fecundada la planta, muere de este último y extraordinario
esfuerzo.
La reproducción sexual por medio de las flores es lo bastante importante para que las plantas realicen grandes inversiones en ella, como en esta siempreviva |
En la
reproducción sexual hay dos sexos y cada uno aporta la mitad de los genes. Como
en gran parte de las plantas ambos se encuentran en la misma flor, la principal
preocupación de la planta es no fecundase ella misma, pues perdería el “vigor
híbrido”, por lo que ha desarrollado un serie de mecanismos para evitarlo. Unas
medidas son de tipo mecánico, de forma que la parte masculina (estambres,
anteras y polen), no puedan entrar en contacto con la femenina (pistilo,
estigma, ovario), como ocurre en las orquídeas. En otras la barrera es
temporal, la flor primero tiene un sexo activo y luego otro, así nunca
coinciden. En las flores más sofisticadas la barrera es química, si el polen
cae en su propio estigma, este reconoce sus proteínas y lo bloquea no dejándolo
germinar.
Las flores de la ruda para evitar la autofecundación mantiene alejados los estambre (masculino) del pistilo (femenino) |
En las plantas
en las que los sexos están en ejemplares diferentes, el problema de la autopolinización
esta resuelto, pero las plantas masculinas no producen semillas con lo que
ocupan un espacio y unos recursos que podrían necesitar para producir más
semillas y por lo tanto más posibilidades de perpetuarse. En estas especies el
sexo puede determinar el aspecto de la planta, como las sabinas, en las que los
pies macho son de ramas más separadas para facilitar al viento que se lleve el
polen, y las hembras más compactas para reducir la velocidad del viento y que
el polen se deposite en las flores.
Las estrategias
pueden ser muy diferentes pero lo importante es al final que funcionen.
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