Fruto lanzadera de la amapola |
Después
de la de la fecundación y de la maduración del fruto, a las plantas les llega
el turno de distribuir sus semillas, es la diáspora. Esto no es algo fácil,
pues aquellas semillas que no caigan en lugar adecuado, no tendrán otra
oportunidad para germinar y desarrollarse. Igual que con la polinización, las
plantas usan diferentes estrategias según los requerimientos de cada especie.
Al igual que las flores estaban diseñadas para la polinización, los frutos y
las semillas lo están para el medio de transporte que vayan a usar en su
dispersión, ya sea el viento, el agua, los animales o en las menos especies,
ellas mismas.
Determinadas
plantas se toman muy en serio donde van a parar sus semillas y con ello la
supervivencia de estas, por lo que las depositan en un lugar adecuado y siempre
cerca de ellas. Los tallos del cacahuete introducen sus frutos bajo tierra, al
igual que lo hace algún regaliz silvestre, así las semillas tiene menos
probabilidades de ser descubiertas y consumidas, estando en un lugar donde
germinar, que al menos, malo no es. Este recurso de autoplantarse lo usan
también especies que crecen en las paredes rocosas, estas están especializadas en
vivir en este medio y necesitan que sus semillas caigan en un lugar adecuado, en
este caso una grieta de la roca. Por lo que, los tallos con los frutos se van
moviendo hasta colocarse en contacto con la pared en la que viven, muchas de
estas semillas son pegajosas y se quedarán adheridas a la pared, y siempre
tendrán así más posibilidades que cayendo al suelo, o esperando que el viento o
las aves las depositen en las fisuras de la roca.
Cymbalaria muralis, las flores se orientan hacia el vacío mientras los frutos entran en contacto con el muro para facilitar que las semillas encuentren un lugar adecuado |
Hay muy pocas especies de plantas que tengan la facultad de
enviar o lanzar sus semillas lejos, sin la intervención de ningún agente
externo. Una de las más fantásticas, y además cercana a nosotros, es el
pepinillo del diablo. La planta, que nos recuerda la de los melones, se
extiende cubriendo el suelo, los tallos con las flores se yerguen del suelo
unos centímetros y de ellos colgaran después los frutos, cubiertos de pelos
duros y de tamaño pequeño, en comparación a sus parientes cultivados como son
los melones y las calabazas. El secreto de esta planta es la presión de los
líquidos, y es tal la turgencia en el fruto maduro que al más mínimo roce, se
rompe por la unión al peciolo y de él salen disparadas a presión las semillas, alcanzando
hasta doce metros. Caminar descalzo entre estas plantas cuando sus frutos están
maduros, es desencadenar una guerra de explosiones silenciosas y disparos de
semillas, que nos proporciona una sensación de refrescante sorpresa,
especialmente sino no conocemos las costumbres de esta planta. El pepinillo de
diablo es un planta espectacular, pero no es la única que utiliza este método,
que también usan determinadas violetas, el falso trébol que invade algunos
huertos, y la impaciencia que encontramos como planta ornamental de jardines.
Hay
otras que lanzan sus semillas pero utilizan la tensión desencadenada por la
diferencia de humedad, como algunas leguminosas. La vaina se abre, y al
desecarse se va retorciendo desde el extremo hasta que se topa y queda
bloqueada por una semilla, esta opone resistencia hasta que, la fuerza de la
tensión acumulada al frenar la torsión de la vaina hace de resorte es tal, que
desprende la semilla y la lanza.
Quitameriendas, Merendera montana, mostrando: 1 fruto abierto en forma de copa con semillas, 2 semilla en el suelo que ha sido lanzada |
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