viernes, 31 de julio de 2015

LA NIEVE ROJA

Soldanella alpina no espera a que desaparezca la nieve para comenzar a florecer, el verano parece que es demasiado corto para ella. 

Por encima del límite del bosque unas manchas de nieve cubren aún parte de una pedrera, el aspecto de la nieve dista mucho de la blancura pues el polvo depositado por el viento le da un semblante sucio y avejentado. En este medio de la alta montaña, pobre en minerales por el excesivo lavado del suelo, el polvo depositado sobre la nieve muchas veces significa nutrientes, como lo son también toda la materia orgánica que se acumulan en ella: restos vegetales, algún excremento y a veces animales, no solo cadáveres sino insectos vivos moviéndose lentamente por el frío; estos insectos son parte del llamado plancton aéreo, débiles voladores que no vienen aquí voluntariamente pero que el viento transporta de un lado a otro y los deposita cuando pierde fuerza, unas veces los deja en un lugar adecuado y otras en lugares como los neveros donde tienen poco futuro, salvo como alimento. La naturaleza no desaprovecha nada, un pájaro de estos lugares sabe aprovechar este recurso y adelanta su nidada gracias a esta comida refrigerada, es el gorrión alpino.

El frío no es un problema para las plantas de los neveros, solo lo es la nieve que no se derrite
Los neveros son un mundo curioso, cubiertos de nieve la mayor parte del año en ellos se refugian sobre todo plantas de las zonas árticas con ciclos de actividad muy cortos, alrededor de unos tres meses con algunas interrupciones, pues ya en agosto puede haber heladas y los veranos en que la nieve no se llega a fundir y deja el suelo despejado los pasan ausentes bajo el suelo helado esperando su momento, que puede que sea después de varios años. Son plantas adaptadas al frío que no pueden competir con la mayor vitalidad de las plantas de climas más cálidos y por eso se mantienen acantonadas aquí en este medio frío y húmedo, donde el resto de plantas carece de las adaptaciones necesarias para vivir aquí y desplazar a estas plantas venidas del frío durante las glaciaciones.
Vale la pena acercarse a estas manchas de nieve, y ver como crecen junto a la nieve o bajo cornisas de esta recibiendo el agua helada de su fusión, o ver como antes de retirarse la nieve, por debajo de ella, ya se ve “moverse” a las plantas, tallitos cada vez más verdes, e incluso flores, atraviesan las capas finas de nieve sin esperar a que esta se funda del todo.
La nieve roja por la colonia de algas que vive en ella
Siempre que veo estas manchas de nieve sucia me acuerdo de la nieve roja, y de las veces que la he buscado, pero a veces la mejor manera de encontrar algo es dejar de buscar, al menos conscientemente, y hoy había venido hasta este apartado lugar para ver unas rocas y encuentro, por fin, la nieve roja.
Su origen son algas microscópicas, verdes pues tienen clorofila, pero que llevan un filtro solar que les da el color rojo y las protege del exceso de luz propio de la nieve en la alta montaña durante el verano. No solo son capaces de vivir fuera del agua y a temperaturas de cero grados sino que también son capaces de moverse con la ayuda de unos flagelos para situarse en la parte de nieve que más les conviene por luz y temperatura. Parecen una broma de la naturaleza o una mentira tan absurda que tiene que ser cierta, algas verdes que no son de ese color, que no viven en el agua líquida y que aunque son plantas son capaces de moverse por si mismas; es lo que tienen las formas de vida más primitivas, después de millones de años parece que aún no se han definido lo suficiente para que los seres humanos podamos comprender que la vida de estos seres es así, toman lo mejor de cada mundo sin importarle las definiciones y las clasificaciones, lo importante es sobrevivir, en especial cuando colonizan los lugares más despiadados, como el mundo frío y mineral de la alta montaña.  


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