Seguro que conocemos plantas que huelen,
como las plantas aromáticas, o partes de las mismas como las flores y algunos
frutos, los aromas no son del gusto de todos y van desde lo agradable a lo
desagradable pasando por lo fastidioso, pesado, fuerte, persistente, etc. Pero
lo mejor de todo es que ninguna planta pose un órgano que huela, lo que sería
nuestro olfato.
Curiosamente el aroma de las plantas es una
forma de comunicación con los animales, este les puede atraer a las flores para
la polinización o les puede indicar que los frutos están maduros y listos para
ser consumidos. Cuando es toda la planta la que huele suele ser una indicación
de advertencia sobre su sabor desagradable o incluso sobre su toxicidad, la planta
no gana nada dañando o matando al animal que se la quiere comer, prefiere
enseñarle con una experiencia desagradable para que la deje en paz.
El olor fastidioso de la ruda e imagino su peor sabor, no impide que tenga herbívoros específicos como las larvas de la mariposa, Papilo macaon, a las que no parece afectarles su toxicidad. |
En el caso de los pinos y seguramente de
otras especies de zonas secas su aroma, los COV ( compuestos orgánicos
volátiles) les ayudan a refrescarse en la canícula veraniega, pues reaccionan
con el aire y forman aerosoles que aumentan el reflejo solar reduciendo las
temperaturas.
Pero igual que las plantas carecen de
sentido de la vista, pero aún así son capaces de reaccionar a la luz incluso también
a determinadas longitudes de onda de la misma, aunque carezcan de un órgano olfativo
(tal y como nosotros lo concebimos) sí son capaces de percibir sustancias en el
aire que ellas misma producen; por ejemplo las acacias que son ramoneadas
emiten un gas, el etileno, que advierte a otras partes del mismo árbol y a
otras plantas cercanas de la presencia de herbívoros alimentándose, la planta
en presencia de etileno lleva hacia las zonas de conflicto una sustancia el tanino,
este embastecen el alimento, lo hace áspero (jasco) y, a nivel del
sistema digestivo, dificulta su funcionamiento. En este punto el herbívoro no
tiene más remedio que dejar de comer y buscar otra zona de vegetación que no
este en alerta.
Bituminaria bituminosa, leguminosa que huele a alquitrán como parece indica su nombre, o a pimiento verde depende a quien preguntes. |
Pero, volviendo a las plantas aromáticas, la
apreciación de su olor tiene mucho de cultural. Una vez le pregunté a un
holandés que conocía si era cierto que a los centroeuropeos les gustaban tanto
los paisajes abiertos y secos de los Monegros, la respuesta fue que lo que más
les sorprendía era más que la vista del paisaje era el olor del monte, en Holanda
el campo solo huele a hierba. Viendo lo interesante que pueden ser los aromas
de las plantas un día preparé un juego para niños, les mostraban varias plantas
aromáticas etiquetadas con su nombre para que las vieran y olieran, después
retiraba la etiquetas y debían intentar identificarlas y finalmente elegir la
que más les gustaba; al final, después de las caras de asco de la mayoría y hasta
algunas arcadas, el juego-concurso quedo reducido a una pregunta:
-¿Pero os a gustado alguna?
Hubo un sí rotundo de la mayoría de los niños
-¿Cúal?
-La planta chicle. Que resulto ser la menta. Las demás
seguramente no las habían olido nunca, no las conocían y entonces no les gustaban.
Sobre los gustos si hay algo escrito al
menos en cocina, Marco Gavio Apicio en su obra sobre la cocina de la Roma
Imperial, De re coqinaria, menciona cerca de treinta plantas que usa
como condimento, algunas tan curiosas como el lentisco, o la ruda, que en las
guías botánicas suelen calificar su olor de fastidioso, auque leyendo lo que
comían y como se lo comían, lo de menos es el aroma de la ruda.
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