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Salto de Roldán en invierno. Las zonas más o menos llanas parecen en blanco por la nieve, las paredes tumbadas y verticales de color gris y las paredes extraplomadas de color anaranjado |
Bueno, la verdad es que los botánicos las denominan rupícolas, aunque
plantas que viven sobre las rocas hay muy pocas, y casi todas ellas nos pasan
desapercibidas, pues se reducen a algunas algas primitivas, de tamaño diminuto,
a los líquenes, que ya sabemos que es una asociación de algas y hongos, y a
algunos musgos. Estos son los habitantes más sufridos de las rocas y solo están
activos cuando tienen la humedad suficiente, por lo que una jornada laboral de ellas
puede ser así de sencilla: con las primeras luces, y gracias a la humedad de la
noche que las hidrata, pueden realizar la función clorofílica, alimentarse y
crecer, en el momento que les da el sol pierden toda la humedad y dejan de
estar activas, así, desecadas esperaran a que las condiciones vuelvan a ser
propicias, unas horas, unos días, unas semanas. Pero sabemos que están ahí por el color que toma la roca en las zonas
donde se moja y por lo tanto a veces hay humedad, de hecho los escaladores
reconocen la inclinación de una pared en la distancia por su color, en especial
en calizas y conglomerados: anaranjado, pared extraplomada, gris, pared que se moja con la lluvia y
permite la vida de esta sencillas plantas.
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Superficie de roca arenisca cubierta de líquenes, pellas de musgo y alguna graminea |
Por eso ahora a las plantas superiores que viven en los roquedos se las
denomina fisurícolas, pues anclan sus raíces en el escaso suelo que hay en las
grietas y en la pequeñas repisas (no sobre la roca). Ahí las condiciones llegan
a ser paradisíacas en comparación con la superficie de la roca, y aunque se
soluciona un poco el tema del agua y del alimento, no el de la temperatura, en
especial el verano cuando da el sol de lleno y caldea la roca hasta convertirla
en una plancha, por eso las plantas que viven aquí suelen tener algunas
adaptaciones. Los líquenes, musgos, algunos helechos y muy pocas plantas con
flores son capaces de, después de desecarse y tener apariencia muerta, revivir
con lluvia y volver ser de color verde, no echando nuevas hojas y brotes sino
reviviendo las que parecían perdidas por la sequía. Esto es típico de un helecho, la doradilla,
que cuando se seca sus hojas se enrollan y muestra el envés de los mismos
cubierto de una pilosidad dorada de ahí su nombre. La oreja de oso también es
capaz de revivir, siendo una de las escasas plantas con flores que pueden
hacerlo, pues la reviviscencia es una característica de plantas menos
revolucionadas. (ver entradas anteriores julio 2014: Que sed, mañana sol y buen tiempo)
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Doradilla, Ceterach officinarum, hidratada y capaz de realizar la función clorofílica |
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