La imagen mental de los arándanos buscados |
Llevo un rato deambulando por uno de mis
bosques favoritos, aunque no lo considero que sea especialmente bello con sus
pinos silvestres de altos y rectos troncos, con sus copas pequeñas y dispuestos
de forma algo laxa, el sotobosque es bastante monótono bojes ahilados y moixeras que con el cambio de hoja crean
la nota de color, esta monotonía al menos permite que el deambular no sea un
acto físico de apartar y desengancharte de las ramas de los arbustos y si un
agradable paseo. El suelo es aún más sorprendente con grandes zonas descubiertas
sin plantas y cuando estas aparecen no son especies extraordinarias; a pesar de
ser una zona umbría y lluviosa el musgo no forma grandes tapices, aparece por
aquí y por allá pero siempre discreto, no queriendo quitar el protagonismo a
los pinos.
La pregunta es ¿entonces que tiene este
bosque que me atrae tanto?.
La primera es su rareza es un pinar viejo con árboles de más
de doscientos años (comprobado dendrocronológicamente) que se salvo de la tala
en los años cincuenta. Lo segundo es su aislamiento un bosque rodeado de otro
bosque que lo esconde, de hecho no hay camino para entrar en él y menos para
recorrerlo, no aparece en los mapas y menos aún en recorridos turísticos.
Entrar en él exige cierto compromiso: no alterar nada, saber
“navegar” para desplazarte y después encontrar la salida, disfrutar con el
aislamiento, y saber que esconde maravillas, curiosidades o al menos rarezas, aunque
aún no sepa cuales son.
El bosque escondido dentro del bosque, el lugar de la búsqueda |
Una de sus curiosidades es su suelo, aunque
esta es una sierra caliza aquí la roca es una arenisca con cemento calcáreo, una
vez disuelto el cemento que une los granos de arena esta domina el suelo. La
combinación de suelo silícico con las agujas de pino y una pluviosidad elevada
para su situación geográfica hace que su suelo sea acido, y ahí es donde van apareciendo
sus otras joyas, plantas muy comunes en el Pirineo pero extremadamente raras en
estas sierras prepirenaicas como la brecina,
un peralillo Pyrola chlorantha y sobre
todo los arándanos del cual solo había una única observación en una zona
cercana.
Encontrar arándanos aquí no fue problema,
simplemente me tropecé con ellos cuando buscaba otra cosa, el problema fue
después cuando supe la importancia de este arbustillo y volví, esta vez sí,
para buscarlo; lo dí por fácil pero no lo encontré, otra visita y tampoco. Fue
ya cuando me encaminaba a salir del bosque cuando algo llamo mi atención, la
umbela roja, inconfundible, de la Amanita
muscaria, al acercarme a verla mejor me fije en unos raquíticos tallitos
con escasas hojas verdosas que había delante, y ahí estaban los arándanos.
La imagen real de los arándanos encontrados |
En mi cabeza la imagen mental era de un
arbusto escaso de altura pero denso y ahora en otoño con la hoja rojiza por no
decir roja. A veces no encontramos las
cosas por que las buscamos con un aspecto muy diferente al que de verdad tienen;
nosotros llevamos una imagen en nuestra cabeza, nuestro cerebro interpreta la
información visual con los patrones que llevamos, y creo que a veces incluso de manera inconsciente
o muy poco consciente va buscando coincidencias. Imagino que nos ocurre a todos,
miramos y no encontramos algo hasta que nuestro cerebro sabe que tiene que ver,
y a veces la imagen que proporcionamos como modelo no es de lo más representativa.
Al final mis arándanos encontrados poco tenían que ver con mis arándanos
mentales, menos mal que la casualidad vino a echarme una mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario