sábado, 6 de mayo de 2017

DIVIDE Y SOBREVIVIRÁS

Un mata de romero y dos sabinas en un pared caliza, la sabina central tiene gran parte de las ramas muertas
Normalmente la asociación de individuos de la misma especie, incluso las de diferentes especies que trabajan por un bien común suele ser la solución a los problemas del medio ambiente del lugar, esto parece lo adecuado especialmente en los entornos difíciles.
Pero hay especies vegetales que habitan en ambientes límite por: temperatura, falta de humedad o de nutrientes (o varias de ellas a la vez) que parece que sobreviven por lo contrario.
La sabina negra, es una especie que no ha despertado mucho interés: no es maderable, muchas veces no abandona su aspecto de arbusto, no es una especie dominante ni por supuesto forma masas de mención a diferencia de su pariente la sabina albar; al menos en el Alto Aragón no se le ha dado mucho uso: ni como carbón (hacia chispas), ni como leña, es una especie tóxica que no se recomienda su uso en medicina popular, dicen incluso que con su polen contamina la miel de las abejas que lo recogen, por supuesto no se la comen ni las cabras, y aunque su madera es ideal para usarla en condiciones en las que otras se pudrían rápidamente por la humedad, su escaso tamaño y sus troncos duros pero retorcidos hacían que tuvieran poco uso. Consecuencia de lo cual ha pasado olvidada en los pedregales y roquedos a donde otras plantas mejor preparadas y los incendios las desplazaban.
El tronco muerto de color más claro domina sobre el tronco vivo con corteza y más oscuro en esta sabina de más de un metro de perímetro en la base
Por un estudio de sus anillos de crecimiento en unos ejemplares que crecían en paredes rocosas cerca de Marsella sabemos que pueden superar holgadamente los 1000 años. El como son capaces de vivir tantos años en un medio tan limitante (suelo reducido al depositado en grietas, fuerte insolación en verano aumentado por el reflejo y el calentamiento de la roca en la que se encuentra, escasez de humedad,..), es lo que no se sabe y tal vez estas condiciones es lo que hagan que adopten formas tan retorcidas, curiosas o agónicas que nos encontramos. 
Pero volviendo a las estrategias de supervivencia en ambientes límites hay un trabajo (se pude consultar en :  MANDIN, J.P. , Morphologie des tres vieux genevriers de phenicie (Juniperus phoenicea l.) en parois rocheuses (Gorges de l’Ardeche, France).), que nos muestra que no siempre la unión hace la fuerza sino que divide y vencerás, o al menos sobrevivirás. En este trabajo aíslan una raíz principal de un ejemplar joven de sabina y lo introducen en un recipiente de plástico con colorante, al cabo de unos días lo cortan y van comprobando como se distribuye la savia bruta a lo largo del tronco. Si lo que esperábamos era que esta se repartiera mas o menos por toda la copa, el resultado es justo lo contrario, de cada raíz la savia va solo a una rama principal que no es necesariamente la más cercana, pues los vasos van por el tronco describiendo una espiral.
Varios troncos para un mismo ejemplar, y no todos con vida
         La explicación es que así en caso de que una raíz no pueda aportar suficiente humedad o nutrientes pues la grieta en la que crece se ha cegado o ya no da más de sí su suelo, o bien por la caída de una piedra la dañe o el viento rompa la rama no compromete a la sabina si sino solo a una parte sin la cual puede vivir perfectamente. En este caso permanecer unida supondría un menor aporte ya de por si escaso al conjunto del árbol, mientras que desembarazándose de lo que no produce permite mantener los aportes a la parte restante.

Tal vez esta explicación nos puede ayudar a comprender las extrañas formas que adoptan algunas sabinas, al igual que la tendencia a siendo una especie que no rebrota de raíz, a que aparezcan pies con varios tallos más o menos todos del  mismo tamaño (si uno tiene problemas no afecta a los demás) aunque tal vez necesitemos de algo más que el divide y sobrevivirás para entender como pueden vivir. 

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