No hace mucho tiempo un conocido me preguntaba ante mi falta
de ilusión por viajar a ver los lugares que todo el mundo conoce, y porqué en
mis excursiones siempre volvía a los mismos sitios cercanos a casa; en ese momento
y para afrontar la difícil explicación recordé que hace años leí en una revista
la entrevista a un escalador, y aunque su nombre era desconocido para mí lo
ponían de entre los que hacían actividades interesantes en este deporte, pero
que no era muy popular porque no iba de expedición a subir famosas montañas del
Himalaya, muy sinceramente explicaba que a él lo que le gustaba era escalar y
que cuando vas de expedición se pasan la mayor parte del tiempo viajando y en
proporción muy poco tiempo escalando, por eso prefería quedarse cerca de casa
que aún quedaban retos importantes que realizar con la escalada.
Así que yo, no
sintiéndome “ya solo en el mundo” le respondí que por dos razones no me gustaba
viajar por viajar:
Por una parte estaba que los lugares a los que volvía eran
como los amigos verdaderos, a los cuales no ves habitualmente, no les felicitas
su cumpleaños, ni les haces regalos en navidad, pero sabes que siempre estarán
ahí y de tiempo en tiempo te gusta estar con ellos, simplemente para ver que
tal les trata la vida y comprobar que debajo de cargas familiares, dolores y
problemas cotidianos, su espíritu sigue siendo el mismo que te hizo ser su
amigo.
Por otra parte los sitios a los que vuelvo repetidamente son
lugares cercanos, por lo que pierdo poco tiempo desplazándome, su territorio me
acepta y me va descubriendo secretos en cada visita, entre otras cosas porque
en cada visita busco o me interesaban cosas diferentes del mismo lugar,
por lo que en cada visita mi mente (mis deseos, intenciones e intereses) es
diferente a pesar de que el lugar es el mismo. Seguramente la primera vez habré ido con una
visión de excursionista, el lugar me parecía interesante y además estaba cerca;
después si he leído algo sobre la geología veo su relieve o las rocas que lo
forman, en la siguiente visita a lo mejor me fijo en determinadas plantas y
casi no veo las piedras del suelo, después de haber hablado con algún habitante
de la zona, veo como se me insinuaban antiguos caminos tapados por la
vegetación o campos abandonados. Y así en cada visita cambiaba el paisaje
aunque el territorio siempre es el mismo, y la suma de todos los paisajes hace
que el lugar sea especial para mí pues, tengo muchas lecturas del mismo
territorio, lo comprendo y me siento como en mi casa, y además como esta cerca
puedo ir en cualquier momento y no tengo que eseprar a unas vacaciones a
organizar un viaje etcétera.
Desde el
momento que yo interiorizo ese territorio, lo veo con mis ojos se transforma en
paisaje. Por lo que cada territorio generará tantos paisajes como visitantes o
al menos como intereses de esos visitantes, incluyendo por supuesto a los
habitantes o simplemente a los que trabajan en él, ningún paisaje será falso,
aunque no todos serán igual de ciertos o valiosas y todos serán necesarios para
conocer y para comprender el territorio.
Seguramente a
los lugares donde todo el mundo quiere ir, los lugares de moda y a pesar del
gran número de visitantes, generen muy pocos paisajes diferentes en especial en
los momentos de máxima afluencia; hace unos años en una jornadas sobre museos
pirenaicos nos dio una conferencia un señor, perdonad que halla olvidado su
nombre, sobre los turistas que era su tema de estudio; contaba la focalización
de determinados lugares, de partes muy concretas de estos, incluso entre las
personas que viajaban por su cuenta y el poco tiempo que dedicaban al motivo
del viaje. Comentaba como el viaje se había convertido en un rito social y que
se debía cumplir de forma precisa, si vas a Granada y no vas a la Alhambra a
que has ido? .
Ahora habría
que añadir que ya no solo es ir al lugar que todo al mundo ha visto, y hacerse
la foto que mostrabas a las visitas en su voluminoso álbum, lo importante ahora es difundirlo por las
redes sociales al momento, sin seleccionar (ni eliminar nada), sin reflexionar
sobre lo visto, lo vivido y seria de esperar lo aprendido; enseñarlo no para
compartir sino para dejar claro: “chínchate yo estoy aquí y tu no”.
Totalmente de acuerdo contigo. Yo, que ahora he conseguido huir de la gran ciudad que me estaba matando, no viajo nada porque todo lo que necesito lo tengo cerca de mi: árboles, animales y aire puro. Es como el que se ha enamorado, ¿para qué voy a cambiar de pareja si él/ella tiene todo lo que he 😏buscado durante toda mi vida?.
ResponderEliminar