Pero en
las épocas de gran demanda de madera para la construcción naval lo mas
importante no era que esta fuera la
adecuada por su resistencia a: esfuerzos, humedad, salinidad y a todo el conjunto de organismos
que se empeñan en devolver sus moléculas al ciclo de los nutrientes (pudrición). Esto se reflejaba en la preferencia de una
especies determinadas, unos tamaños y unas formas.
Para
que los barcos fueran mas resistentes no se empleaba cualquier madera, en el
casco dominaba el roble por su dureza y por la resistencia de su duramen a la
humedad, mientras que el pino se usaba en la tablazón y en las partes donde era
necesaria la ligereza y la flexibilidad, como en los mástiles; en este caso lo
ideal era el abeto con sus troncos rectos y enormes pero no se encontraban en
todas partes, solo en los Pirineos.
Pero
aún teniendo la madera de la especie adecuada y el tamaño requerido, no valían
árboles de cualquier lugar, en las coníferas se preferían las que crecían en
lugares con condiciones difíciles, de escaso crecimiento con anillos de
crecimiento estrechos, que da una madera más densa y resistente. Con las
frondosas ocurría lo contrario se prefería los que venían de zonas húmedas que
permitan a los arboles un mayor crecimiento y madera mas dura.
Recorrido de Sakoneta en Alsasua |
El
siguiente problema era que al menos en el casco las piezas son curvas, madera
de compás, y aunque la madera se podía labrar al hacerlo se corta las fibras de
la madera, y en la zonas de mayor tensión esto reduce su resistencia. Lo ideal
era encontrar las piezas ya preformadas en el árbol, es decir con un aspecto
parecido al de la piezas que saldría de él. De esta manera el árbol ya había
solucionado mejor el problema de las tensiones depositando en esas zonas más y
madera y mas dura.
Para solucionar que
la madera de roble tuviera la forma necesaria se recurría a podarlos. Los árboles
se podían dejar bravos que crecieran de forma natural solo realizando pequeñas
podas, trasmochos sin guiar o trasmochos guiados. Hubo incluso una legislación
para facilitar el que hubiera madera adecuada para la construcción de barcos que
obligaba a dejar una parte de los trasmochos guiados en “horca y pendón”, dejando un tramo vertical y una rama
principal para después de ahí y después de varios años tener una pieza curva o
una bifurcación, el corbatón, incluso quedo un dicho “si roble vas a podar,
horca y pendón has de dejar”. Por supuesto que había conflicto, pues los
propietarios de los árboles procuraban podarlos con la forma y la frecuencia según
sus necesidades.
Trozo de madera con plantilla en el astillero de Albaloa en Pasajes |
Tenemos
un buen ejemplo de estos trasmochos guiados en Alsasua (Navarra), a unos 50 km
de la costa, de ahí partían piezas de madera hacia los astilleros de San
Sebastián incluso debían cambiar de cuenca orográfica, pero el valor de esa
madera justificaba el viaje. En la actualidad en la citada población
encontramos el recorrido de Sakoneta donde en un robledal se han dispuesto las
plantillas de las piezas de madera requeridas para la construcción naval frente
a los árboles que las podrían haber proporcionado.
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