Diferentes formas de pinos negros afectados por aludes |
Al igual que
el viento hay otros elementos de la meteorología que en pequeña cantidad no nos
parecen determinantes, un copo de nieve es ligero, pero la nieve acumulada en
la copa de un árbol puede romper ramas y doblarlo, y la nieve deslizada en un
alud puede partir los troncos e incluso desenraizarlos, y si no los mata los
dejara postrados, el árbol intentará recuperarse pero siempre quedara la
evidencia de la bajada del alud, aunque nadie los recuerde en esa zona, el
árbol con su forma nos lo indicará y los anillos de su tronco podrán ponerle
fecha.
Con el agua
pasa lo mismo los árboles se afanan en buscarla en el suelo, pero una riada los
puede arrancar o tumbar, ante esto los colonizadores de la orilla tiene una
estrategia y así los sauces ante la riada procuran oponer la mínima resistencia
ante la fuerza del agua con hojas estrechas y tallos flexibles, cuando pase lo
peor volverán a erguirse, aunque a veces incluso ellos se quedan tumbados pero
entonces ofrecerán menos resistencia en la siguiente riada.
Sauce afecto por riadas (izquierda) y boj con heridas por las piedras transportadas por el agua (derecha) |
Algo que
parece intangible como el paso del tiempo también deja su huella, los arboles
jóvenes poseen mayor cantidad de follaje con ramas y yemas muchas veces
indicando hacia el cielo, la cantidad de madera que poseen es reducida y las
ramas muertas inexistentes. Los árboles viejos no necesitan ni siquiera ser
altos, los que podemos encontrar habitan siempre en lugares lejanos,
inaccesibles, donde no merecía la pena llegar con el hacha y suelen coincidir
con lugares con condiciones limitantes, zonas rocosas de escaso suelo donde no
es posible la agricultura ni la ganadería; estos árboles viejos suelen tener un
aspecto cansado con ramas gruesas de escaso follaje, caídas, casi
perpendiculares al suelo, a veces hasta se apoyan en él; sus troncos no son
altos pero si gruesos pues aunque sus anillos de crecimiento sean estrechos
acumulan muchos; y están llenos de cicatrices por el efecto de las tormentas. También
conservan partes muertas, especialmente el ápice, es como si les costara un
gran esfuerzo elevar la savia bruta a lo más alto, por lo que el ápice se seca,
las copas aparecen aplanadas, más bajas, atrincheradas, como buscando refugio
en el suelo, como anticipándose a su caída.
Pero la
perdida del tronco no significa la muerte del árbol, especialmente en las
frondosas como carrascas, robles, hayas,…pueden rebrotar y lo hacen con
decisión y energía, hasta doce troncos pueden salir del tocón de una carrasca,
hay incluso rodales, pequeños bosquecillos que es posible que todos sean el
mismo ejemplar, resultado de la perdida de los troncos muchas veces a lo largo
e su vida, pero no de la vitalidad y las ganas de vivir.
Dicen que fue
el burro es el que enseño a podar al hombre al comerse los pámpanos de una vid,
el hombre ha podado para obtener madera, leña, o favorecer la fructificación,
los árboles responden deteniendo el crecimiento en anchura del troco y se dedicándose
a rebrotar el follaje de los muñones de las ramas cortadas.
Si los herbívoros se comen de forma continuada los brotes,
impiden el crecimiento normal del follaje hasta donde alcanzan y quedan árboles
bajos con formas curiosas, como si un jardinero dedicado al arte topiario
anduviera suelto.
Pero el gran competidor de los herbívoros es el fuego, por
donde ha pasado el fuego los herbívoros se quedan sin alimento al menos en los
primeros momentos después con el rebrote tendrán alimentos tiernos y nutritivos
y con el tiempo las ramas y troncos secos se erguirán entre la nueva
vegetación, hasta que caigan consumidos por la pudrición.
Así que tal vez árbol no nos diga a través de su aspecto
quien es, pero si como vive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario