Abandonamos
el fondo del valle del río Gállego y empezamos a subir una empinada carretera
que va a una zona que se llama Sobremonte. El nombre parece indicarlo todo y
vamos cogiendo altura, parece mentira que alguien quisiera vivir en estas
laderas pero cuando llegamos a las poblaciones de Aso, Yosa y Betés vemos que
se encuentran en una sorprendente y apacible llanura, ocupada por prados en lo
que no hace mucho fueron campos de cultivo de trigo y sobre todo de patatas.
El
mayor problema de la agricultura de montaña en el Alto Aragón, en especial la
que se realiza en cotas altas, tiene que ver con la temperatura, en concreto
con la falta de calor. La mejor zona para la agricultura son los fondos de
valle: superficies más llanas al aprovechar las terrazas fluviales, más cálidas
por estar a menor altitud, suelo fértil por el aporte de materiales sueltos del
río y de los nutrientes desde las laderas; pero a veces los valles son tan
angostos que ni hay tanta superficie disponible ni los cultivos reciben todo el
sol necesario, y por supuesto la población se encuentra dispersa en pequeños núcleos
por las laderas del valle, pues la ubicación de las poblaciones depende de su
cercanía a los recursos,
Esquema de los campos de Betés, 1 Betés de Sobremonte 1298 m., 2 morrena glaciar y ermita de Santa Orosia, 3 morrena glaciar, 4 Biescas 876 m. |
De
esta forma se abancalaron laderas para establecer cultivos, normalmente
cereales, y también se aprovecharon terrazas colgadas e incluso explanadas de
origen glaciar. Los glaciares (y para que nos hagamos una idea de las
dimensiones: el del Gállego llegó a tener unos 30 Km de longitud y, en esta
zona, entre 300-400 metros de espesor) transportan una gran cantidad de
sedimentos que dejan depositados en forma de morrenas cuando retroceden. Las
morrenas laterales llegan a taponar la salida de los valles secundarios,
represándolos y formando áreas lacustres donde los sedimentos que transportan
los cursos de agua que desembocan en ellos se depositan en forma de finas capas
horizontales. La erosión al final acaba por abrir una salida a través de la
morrena y entonces la cuenca lacustre se deseca pero queda la llanura de su
fondo con los sedimentos ahí acumulados. La consecuencia es una zona apta para
el cultivo relativamente llana, de suelo adecuado por ser materiales finos y
sueltos, muy interesantes en zonas de montaña donde las pendientes y las rocas
dominan; su mayor limitación es el mayor frío por la altitud, pero a cambio
estas solanas reciben más horas de sol que el fondo de valle.
Bloque errante del glaciar del Gállego junto a la ermita de Santa Orosia. |
Como siempre, muy interesante Miguel.
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