Las nubes
indicaban que iba a haber tormenta, pero al final todo ha quedado en una breve chufina (lluvia acompañada de fuerte
viento), que tal como ha venido se ha ido. La escasa lluvia no ha bastado para
empapar el suelo, ya seco desde primeros de junio, pero al menos me ha
proporcionado un breve olor a humedad que disfruto como si del mejor regalo se
tratara.
El paisaje esta imperturbable, por el
descanso obligado de la sequía del verano solo unas pocas especies de plantas
se atreven a florecer, sus largas raíces les aseguran un recurso del que
carecen la mayoría, y así reclutan a todos los polinizadores que sin ellas no
tendrían done ir.
Todo lo que no vemos, todo lo que nos pasa desapercibido,
nos parece que no existe. Por eso estos paisajes secos de valle del Ebro nos
parecen vacíos, sin interés. Solo tenemos que detenernos, respirar hondo y
empezar a mirar los detalles.
Si nos fijamos en las matas de romero que abundan en estos
lugares veremos que abundan las telas de araña. Entre las ramas encontramos
unas con una “decoración” particular
La colección de esta araña: 1 restos de hojas de romero, 2 carcasas de escarabajos, 3 restos de una cochinilla de la humedad, 4 piedrecita, 5 excremento de conejo. |
Los humanos cuando vemos algo que nos llama la atención,
pero no sabemos exactamente que es o para que sirve, normalmente lo denominamos
con algo de nosotros mismos. Hay un caracol marino que pega a su concha otras o
restos que encuentra, así logra camuflarse o bien aumentar su tamaño con lo que
disminuyen los predadores que se atrevan con una concha tan grande, tal vez
demasiado esfuerzo para tan poco alimento, es el caracol coleccionista. También
hay un pájaro coleccionista, que crea una escenografía de ramitas y pajitas
cuidadosamente colocadas y decoradas con su colección de objetos ya sean
naturales o no, y de un color determinado, en este caso su finalidad es clara impresionar
a una hembra y reproducirse.
Pero nuestro caso se trata de una araña de Monegros, que
también se encuentra en la zona de Almería y seguramente en el norte de África,
esta araña no se sabe muy bien para que “colecciona”. Sobre su nido de tela con
forma de campana, coloca restos de hojas y cálices de la flor del romero,
incluso excrementos de conejo o de oveja posiblemente para camuflarlo. Como
vive en zonas con bastante insolación también podría pensarse que es para
aumentar el aislamiento de los rayos solares, podría ser. El problema empieza
cuando vemos que también coloca restos de sus presas, esta es una araña
relativamente voluminosa y con un veneno que al menos en sus parientes
americanas, “las viudas negras”, es bastante potente por lo que sus presas son
coleópteros de gran tamaño como los zapateros (Blaps sp.), cochinillas de la humedad y hasta escorpiones, los que
encontramos sobre su nido. El problema es que estos restos pueden ser un
atrayente de aves que también se la puedan comer a ella. En cautividad, de la
misma forma que colocaba unos restos de escarabajo los retiraba para volverlos
a colocar tiempo después. La cosa se complica cuando también encontramos
piedrecitas, para nosotros son diminutas pero en su escala deben representar un
gran esfuerzo; una demostración de poderío ante sus congéneres, a lo mejor.
Como no sabemos con certeza para que lo hace solo podemos especular, una razón
debe de haber, pues es una característica de los ejemplares de esta especie.
Lactrodectus lilianae hembra dentro de su tela con una presa |
Esta
araña de la que muchos ya estarán asustándose: grande, venenosa, cazadora de
escorpiones..., lo siguiente es pensar que es mortal de necesidad solo con
andar cerca de ella, pero pasó desapercibida hasta año 2000 en que fue
descrita, y su descubridor se la dedico a su mujer Liliana, por eso se llama Latrodectus lilianae. Y que nadie piense
mal, los científicos dedican sus hallazgos a la gente que aprecian, aunque sea
una “viuda negra”, que como en otras arañas se come al marido.
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