En esta zona del balneario domina una roca
característica, el granito, que
desaparece antes de llegar a la población de Panticosa. Esta roca nos va a
permitir seguir al glaciar de Gállego a través de sus sedimentos dejados por la
vertiente izquierda del valle, tanto por las piedras sueltas como en sus
acúmulos, las morrenas. En ellas
encontraremos piedras de tamaños y formas muy diferentes, desde piedras de
muchos kilos a la harina glaciar entre la que están embutidos la totalidad
de las rocas y piedras, de formas
redondeadas a fragmentos angulosos.
Al llegar la lengua glaciar a las calizas de las sierras
interiores se creó un cuello de botella que dificultaba el paso de la lengua
glaciar como consecuencia de las rocas
calizas más duras, aquí debió encontrarse su máximo espesor y dejó
morrenas en del valle del Bolatica a o
en el Mandilar en la zona de pistas de Panticosa a 1800 metros de altitud.
Pasado el estrechamiento de Santa Elena,
por encima de la población de Gavín, encontramos una morrena, esta taponaba
este valle secundario creando una zona lacustre que dio lugar al rellano donde
se encuentra Yésero, por encima de esta población aún hay bloques asilados de
granito a 1300 metros. Frente a estas
poblaciones en la orilla opuesta del valle se encuentra el Sobremonte, sus
poblaciones se hallan tras la morrena. Más de cuatro kilómetros en línea recta
separan unas morrenas de otras, lo que nos da un idea de la anchura que llegó a
tener la lengua glaciar en esta parte.
Haciendo cuentas, entre la altitud de las morrenas en la zona norte y en
la zona sur el taponamiento de Santa Elena creó una diferencia de altura del la
lengua glaciar de unos 500 metros, que se debió salvar con una cascada de
seracs.
En esta zona, ya lejos de su cabecera y a cada vez menor altitud, lo que
significaba temperaturas más altas, el espesor de la lengua glaciar fue
bajando. A esto hay que sumar que en esta zona de rocas más blandas el valle se
ensanchó notablemente y los restos de
morrenas están a 1065, en la población de Susín. En la Torraza de Lárrede
encontramos piedras asiladas de granito, y por ser tan diferentes a las rocas
locales se han utilizado con motivo decorativo en la población; desde ella
vemos hacia el norte lo que debió ser este valle lleno de hielo, en su época de
mayor esplendor el taponamiento de hielo de Santa Elena nos impediría ver las montañas
que ahora vemos al fondo, como el Arriel.
Morrena que cruza la pista en el valle del Bolatica, Panticosa |
El desarrollo de la lengua glaciar depende de los
aportes de hielo desde los circos y de la temperatura de los valles por donde
circula, cada vez más altas según bajamos, que lo van fundiendo. Cuando se llega
a un equilibrio entre el desplazamiento del hielo y la fusión del mismo, el
glaciar finaliza durante ese tiempo siempre en el mismo lugar, los materiales
que transporta son depositados ahí mismo y se acumulan formando una morrena final, como la de Senegüé, que
se eleva 35 metros sobre el fondo del valle. Pero el glaciar llego aún más
lejos en las épocas anteriores de máximo glaciar, cerca de Aurín hay restos de
otra morrena y aún más al sur en las cercanías de la población de Sabiñánigo hay piedras de granito que fueron
transportadas por el glaciar.
Para que nos hagamos una idea de las dimensiones este glaciar llegó a tener cerca de 40 km de longitud,
mientras que el glaciar de Aletsch, el mayor de los Alpes y de la Europa
continental no llega en la actualidad a los 30 km. Aunque el hielo de la lengua del glaciar solo persiste en
diminutos glaciares y heleros en las zonas más resguardas de los circos, nos ha dejado abundantes pistas en el territorio para que nos hagamos una idea
de lo que fue, solo hace falta seguirlas.
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