viernes, 1 de julio de 2016

EL HAYA PARA CUANDO NO HAYA

Hayas al trasluz en la umbria de Picón o Peña Mediodía, el hayedo más cercano a la ciudad de Huesca
La ladera que se extiende ante mi es verde pino silvestre, es decir obscura pero no tanto como el verde pino negro pues tiene un ligero toque cálido (tal vez por el anaranjado de sus ramas) pero si llegar al matiz amarillento del verde pino carrasco, salpicando encontramos manchas de un saturado verde primavera que destaca del fondo, en verano baja la saturación y el brillo, en otoño trasmuta a un ocre tostado hasta que caen la hojas, y en invierno aparece como un veladura grisácea de ramas desnudas, la causante de estas notas de color que tanto nos atraen son las hayas. Tal vez sea la especie que forma los más bellos bosques-bosques, es decir donde la sombra aleja a los oportunistas y permite a muchas especies vivir bajo ellas siempre que se conformen con las migajas de los rayos de sol que pasan a través de la fronda, como ventaja bajo sus copas en la tenue luz hay una alta humedad ambiental por la copiosa transpiración de los árboles.
Por eso el haya no aparece en cualquier lugar, necesita siempre unas altas precipitaciones y que en verano la sequía no llegue a manifestarse casi, sus finas hojas no tiene ninguna adaptación para evitar la desecación, por lo que solo se dan donde el agua es segura.
Por eso en el Prepirineo con sierras achicharradas por el sol del estío se la supuso siempre un árbol relicto, heredado de tiempos mejores en cuanto las precipitaciones; acantonado en umbrías expuestas a los frentes de nubes donde si al menos no llueve al menos las boiras dejan empapada la vegetación y evitan los rayos directos del sol, algo es algo en medio de la canícula del verano.

Recepe de haya en la Pillera: T tronco hueco, 1 a 5 nuevos troncos saliendo directamente de la toza, 6-7 posiblemente parten de la misma toza
Pero ha ocurrido algo inesperado, el haya en lugar de ir a menos en estas sierras va a más, ha demostrado no solo ser más resistente, sino que desde sus reductos donde las “hayas morían de pie”, es decir nadie iba ahí a cortarlas como en Gabardiella, en la umbría del Picón, en la umbría de Guara, entre otros lugares, se esta extendiendo por los enclaves propicios. Aunque todo sea dicho en estas zonas no fue un árbol muy valorado de hecho hay un dicho que lo resume “el haya para cuando no haya”, pues para la construcción se prefería el pino, más fácil de cortar, más ligero lo que facilitaba el transporte y de porte recto, en busca de maderas duras y que tuvieran gran potencia calorífica se prefería la carrasca y el roble quejigo siempre estaban más cerca de las poblaciones, mientras que el haya se solía encontrar “en casa dios” lejos de todo. Tal vez la gran cantidad de ganado que había por el monte se encargara de dificultar su regeneración al comerse los hayucos y los renuevos del suelo (las hojas jóvenes de haya se pueden comer en ensalada) y por eso era tan escasa. Ahora con la disminución de la presión humana y ganadera se extiende aprovechando el aumento de la superficie forestal, pues para germinar las semillas que portan los hayucos necesitan algo de sombra los primeros años, por lo que prosperan principalmente bajo los pinos silvestres de las umbrías, tal vez recuperando antiguos territorios.
Hayas en La Pillera, la del fondo ya muerta y con signos de haber sido trasmochada 
El haya como otros parientes como la carrasca y el roble quejigo (fagáceas) puede rebrotar desde la raíz (recepe), normalmente este hecho pasa desapercibido discretamente oculto bajo el suelo, pero en el barranco de La Pillera hay un gran tocón hueco, pero desde la cepa de sus raíces y gracias a la erosión que las ha puesto al descubierto se ven salir  cinco troncos jóvenes, vivos y vigorosos, lo que nos daría un “árbol” de aproximadamente de cinco metros de diámetro, ocho si contamos otros dos troncos cercanos que parecen salir de las mismas raíces.
En esta zona concreta y dentro del pinar de pino silvestre con zonas de bosque mixto, se esta formando un hayedo casi puro en lo que fue una zona talada en los años cincuenta, y concretamente en la sacadera, en su base unas grandes hayas atestiguan que esta formación esta volviendo a sus antiguos dominios. Incluso una de ellas ya muerta evidencia con su gran tronco que fue trasmochada, es e imaginar que para obtener leña, aunque lo normal era hacerlo solo sobre los robles quejigos. Cuando no hay nada mejor esta bien que haya hayas.


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