viernes, 27 de enero de 2017

ÁRBOLES QUE MUEREN EN PIÉ


 Vista de la Vallebaja desde su cabecera, al izquierda la mole del Picón-Peña del Mediodía  y la derecha las crestas de la Valleclusa
A veces es mejor no preguntar, pero la curiosidad te tira y más si estas con uno de estos últimos personajes que se han pateado todo el territorio como pastor y como cazador, que se conoce cada rincón aunque haga años que no haya ido, ni él ni nadie.
-Julián, esos árboles que hay en los pacos (umbría) del la Peña Mediodía, que son? (era una pregunta envenenada, yo ya sabia que eran hayas, además las situadas más al sur en la sierra, el lugar como comprobé que todo el mundo conocía pero que parecía que nadie había ido).
-¿Los de faballar?, fabas, hayas les decís vosotros, antes cuando de pastor llegábamos hasta ellas con el rebaño.
-Y las utilizabais para algo?
- No esos árboles “mueren de pie”.
Veis por lo que no hay que preguntar, “morir de pie” quiere decir que nadie las cortaba, estaban demasiado lejos para acarrear la madera, además de que el haya era poco valorada por la zona, el roble era semejante y más accesible. Si morían de viejas, entonces es posible que hubiera hayas grandes y viejas, había que ir a verlas.
Pero si cuando Julián era pastor y el monte estaba recorrido por sendas y caminos, estaban a desmano, ahora con la perdida de los caminos por la recuperación de la cubierta vegetal aunque sea en forma de matorral, ni cuento lo que significa intentar llegar a ellas. Habría sido lo mejor olvidarlas pero el problema es que están en un lugar recóndito pero no escondido, pues la cara sur de la Peña Mediodía la veo a diario desde mi ciudad, lo cual es un recordatorio en plan Pepito Grillo de: tienes que ir a ver los árboles que mueren de pie, están ahí esperándote…..así que para ahí voy.
-Previo, desde la pista a la presa de Santa María se ven las hayas, es el camino más visible solo hay que bajar hasta el río, cruzarlo y campo a través remontar por el escarpe del Saltadero y recorrer la Vallebaja; ni lo intento, una descripción de los primeros y seguramente los únicos que descendieron ese barranco describen la zona como tipo selva y en mi caso cuesta arriba.
-Primer intento desde el este, ya me ha costado llegar hasta aquí andando por el erizón profundo en algunos tramos me hundo hasta la rodilla, es tan pesado como andar con nieve pero en lugar de mojarte te pinchas, de hecho piensas que con raquetas tal vez se fuera mejor, me conformare con verlas de lejos. 
-Segundo intento por el sur, la senda según asciende se va perdiendo poco a poco cuando llevo un rato sumergido en las coscojas decido darme la vuelta harto de enganchones, pinchazos y no tener muy claro donde estoy.

La cara oculta de la peña con el hayedo a sus piés 

-Tercer intento desde el noroeste, hasta el collado es fácil hay camino, después hay que abandonarlo para llegar a la cresta divisoria de la Valleclusa. La vista de la umbría de la peña con las hayas y del resto de lugares conocidos desde esta perspectiva merece la pena el esfuerzo, un chute de ilusión esto ya esta…. Desde aquí el próximo día parece sencillo legar las hayas.
-Cuarto intento, hasta donde llegue le otro día sencillo, pero el nuevo territorio se complica, lo de cruzar el barranco y llegar a las primeras hayas se puso difícil, pero mucho menos que la vuelta; esta vez no iba solo y tomamos la que luego supimos la peor decisión posible a la hora de elegir lo que iba a ser el camino de vuelta. Pero claro eso no lo sabíamos cuando contemplábamos, por fin, lo que significaba un árbol muerto en pie; aunque había hayas jóvenes, esta es una especie que se va expandiendo por la zona siempre en lugares umbríos, seguramente la falta de ganadería que ya no se comen las plántulas ni los chirpiales, pero también había árboles maduros, aunque los esperaba aún más grandes (unos tres metros de perímetro) y los muertos en píe.
         El árbol al morir en pie lo primero pierde es la hoja, después las ramas secas se vuelven frágiles y el viento y las tormentas las van tirando, mientras entran en acción hongos e insectos xilófagos las ramas principales también se debilitan y acaban cayendo, queda solo el tronco sin ramas en pie, al final este también caerá; aunque no se cuanto tiempo durara este proceso, varios años, muchos años hasta que los escasos nutrientes de la madera vuelven al suelo bosque a estar a disposición de las plantas.
-Quinto intento entre tanto han limpiado la senda desde el sur (ver segundo intento), al menos hasta al peña, el hayedo es otro tema. Yo continuo por un rampa rocosa bajo la pared de la peña pero me lleva a lo alto de un escarpe vistas magníficas pero sin salida. Comerte un bocadillo en lugares así, cerca de todo, pero en mitad de la nada no es lo más de la gastronomía, pero si de la felicidad.
-Sexto intento, vuelvo otra vez por el sur pero esta vez acompañado, antes de llegar a la pared hay que desviarse en dirección a un collado hacia el oeste por el terreno habitual: algo de roca, pedreras y ramas donde engancharse, todo a través de una fuerte pendiente, pero llegamos al collado ya casi completamente cubierto de erizón, y con restos de una caseta. Desde aquí de nuevo pegados a la pared buscando la zona más umbría. Encontramos una curiosa mezcla de carrascal con hayas. Otra pedrera nos sitúa sobre un vallecito colgado, es el mundo pedido todo lo que hay es grande  tejos, acebos, moixeras, hasta las yedras de las paredes tienen tallos como un muslo, de hecho una de ellas es la sabina que veían los de Santolarieta para ubicar el medio día solar, de ahí el nombre de la peña, el resto denomina a esta peña el Picón.
Aspecto de lo que queda de un árbol muerto en pié, el tocón podrido 
Ahora que han limpiado otro camino, será cosa de volver a ver los árboles que mueren en pie con tranquilidad. Es curioso muchos pasaran por el camino de largo sin saber o sin motivación para ver los árboles que mueren de pie, a mi solo me costó seis intentos en cinco años.
Gracias a Álvaro y a José Ángel por compartir arañazos y felicidad en estos territorios olvidados.
Ver también: 
http://territorioinquieto.blogspot.com.es/2016/07/el-haya-para-cuando-no-haya.html

1 comentario:

  1. Precioso artículo, Miguel. Es como estar allí ... pero sin pincharse.

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